Historia Alternativa
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Antonio José de Quito
Emperador de Quito
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Antonio José de Quito 01
Reinado
11 de agosto de 1830 - 17 de junio de 1864
Predecesor No existe el título
Sucesor María Teresa de Quito
Información personal
Nombre secular Antonio José Ignacio Mauricio de Sucre y Alcalá
Otros títulos Gran Mariscal de Ayacucho
Marqués consorte de Solanda
Marqués consorte de Villarocha
Coronación 1 de septiembre de 1830
Nacimiento 03 de febrero de 1795
Cumaná, Capitanía General de Venezuela (Imperio español)
Fallecimiento 17 de junio de 1864 (69 años)
Palacio de El Deán, Quitburgo
Sepultura Cripta Imperial, Quitburgo
Himno real Marcha del Emperador
Familia
Casa real Casa de Sucre
Padre Vicente de Sucre y García de Urbaneja
Madre Manuela de Alcalá y Sánchez
Consorte Emperatriz Mariana de Quito
Hijos Princesa María Teresa
Princesa María Isabel

Escudo de Armas de Antonio José (Reino de Quito)
Escudo de Antonio José de Quito

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Antonio José de Quito, (Cumaná, 3 de febrero de 1795 – Quitburgo, 17 de junio de 1864), fue emperador de Quito entre 1830 y 1864. Destacado líder militar del ejército independentista de Simón Bolívar, antes de su ascenso al trono quiteño alcanzó el grado máximo de Gran Mariscal de Ayacucho, siendo Comandante en Jefe del Ejército de la Gran Colombia y Comandante del Ejército del Sur. Ocupó además los cargos de Gobernador del Perú entre 1822 y 1823, y Presidente de Bolivia entre 1825 y 1828.


Vida familiar[]

Su nombre de pila era Antonio José Ignacio Mauricio de Sucre y Alcalá; era hijo de una familia acomodada y de tradición militar con orígen en Bélgica (entonces parte del imperio español). Su padre fue el coronel Vicente Vitto de Sucre y García de Urbaneja, Regidor y Alcalde Ordinario del Ayuntamiento de Cumaná entre 1799 y 1800, miembro de la Junta Suprema de Gobierno de dicha ciudad en 1811 y 1812 y Comandante del Castillo de Villapol en Guayana entre 1817 y 1818. Su madre, María Manuela de Alcalá y Sánchez-Ramírez de Arellano, pertenecía a una familia de larga experiencia política al servicio de la corona española en América.

Perdió a su madre a los siete años de edad. Aún adolescente fue enviado junto con su hermano Pedro a la ciudad de Caracas, al cuidado de su padrino el presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería militar en la Escuela de José Mires.

En 1813, su hermano Pedro fue fusilado en La Victoria por los realistas; y víctimas de José Tomás Boves mueren en Cumaná sus hermanos Vicente y Magdalena. No menos de 14 de sus parientes inmediatos perecerían en la Guerra de Independencia de Venezuela.

Matrimonio[]

Antonio José de Quito y Mariana Carcelén de Guevara

Antonio José y Mariana (1829).

Tras el triunfo en la Batalla de Pichincha, Antonio José ingresó triunfante en la ciudad de Quito, donde conoció a doña Teresa de Larrea-Zurbano y Jijón, esposa del Marqués Felipe Carcelén de Guevara, quien había escondido a las tropas independentistas en su hacienda la noche previa a la batalla. La Marquesa se había refugiado por precaución en el convento de Santo Domingo con sus tres hijas, hasta donde Antonio José ingresó para mostrarle gratitud por el favor recibido del Marqués y ofrecerles toda clase de garantías para que volvieran a casa.

En primera instancia, Antonio José no había mostrado mayor interés por ninguna de las muchachas Carcelén de Guevara, pero la amistad que había logrado con la familia le permitió que con el pasar de los días conociera bien a Mariana, la mayor de las hermanas. En una misiva posterior enviada a su hermano Jerónimo, el futuro Emperador le confesó que si bien la joven no le parecía la más atractiva, si era la más tierna, dócil y refinada que había conocido.

Antonio José obtuvo el permiso de los Marqueses de Solanda para visitar periódicamente a la muchacha, que tampoco estaba encantada con el general venezolano, pero lo recibía por presión de sus padres que estaban interesados en la relación con el nuevo orden político que se avecinaba tras la independencia. Aunque con el tiempo confesaría que se llegó a enamorar profundamente de él, solo lo haría después del matrimonio. En 1826, Antonio José quiso saber la opinión de Bolívar sobre el noviazgo con Mariana, recurriendo a él no como jefe sino como padre y amigo; con esta consulta, quería asegurarse de no afectar los planes políticos del Libertador, quien al final se tornó comprensivo, aunque lamentó perder el constante apoyo de su pupilo.

Mientras cumplía con sus funciones presidenciales en Bolivia, Antonio José mantuvo en la distancia su relación amorosa, renovada a través de un intenso intercambio epistolar. No obstante, de manera simultánea, entabló tres relaciones amatorias en Guayaquil, La Paz y Chuquisaca; en esta última población estrechó vínculos sentimentales con doña María Manuela Rojas, romance que le acarreó serias complicaciones por cuanto esta se hallaba comprometida con Casimiro Olañeta. El engañado, quien había sido consejero de Sucre, jamás le perdonó esta aleve traición y eso lo llevó a maquinar un atentado que se materializó el 18 de abril de 1828, insuceso del cual su víctima salió malherida. A pesar de estas aventuras, en el fondo, Mariana seguía siendo la mujer de sus afectos.

En medio de un ambiente político lleno de rivalidades, la firme intención de Antonio José era retirarse de la actividad pública y reunirse con su novia. Fue así como pide la mano de Mariana en matrimonio, en parte enamorados, en parte presionados por la familia Carcelén. Debido a que el Mariscal Sucre no podía desatender su cargo de Presidente de Bolivia, entregó un poder al general Vicente Aguirre para que le representara en la ceremonia matrimonial efectuada el día 28 de abril de 1828 en la ciudad de Quito.

Antonio José le encargó al general Aguirre adquirir la parte nororiental de la inmensa mansión de los Carcelén para destinarla como residencia del matrimonio. Acto seguido, y mediante correspondencia, este le reseñó a Sucre la estructura del inmueble, y Antonio José, gracias a sus estudios colegiales de ingeniería, mandó unos planos para su rehabilitación y decoración.

Luego, el mariscal Sucre se dirigiría a Quito, a donde llegaría el 30 de septiembre de ese año para hacer vida familiar con su esposa. En los días siguientes recibiría una carta de Simón Bolívar deseándole lo mejor en su nueva vida, y que viese cristalizados sus sueños personales: «Ojalá sea usted más dichoso que los héroes de la Grecia cuando tornaron de Troya. Quiera el cielo que usted sea feliz en los brazos de su nueva Penélope» Diez meses después nacería la futura emperatriz María Teresa.

Para 1829, Mariana ya había heredado los títulos y la fortuna de su padre. La nueva Marquesa y el Mariscal invirtieron mucho tiempo y dinero en la ampliación de la antigua casa de hacienda de la familia Carcelén en el oriente de la ciudad, hasta convertirlo en lo que hoy conocemos como Palacio de El Deán, y en el que la pareja pasó mucho tiempo libre. Mariana también aprovechó este tiempo para acercarse a la familia de su esposo, especialmente a su cuñado Jerónimo.

Pero al parecer, no todo era dicha para la pareja, pues la Marquesa no había resultado muy hábil para el manejo de los caudales heredados de su, por demás, rica familia. Se sabe incluso que se negó a pagar una contribución forzosa al gobierno grancolombiano, aporte que finalmente debió efectuar Antonio José de su propio peculio. En varios momentos, él se sintió desesperado ante los tropiezos que había experimentado en su intento por afianzar unas sólidas bases económicas que le aseguraran un mejor futuro a su hija.

En noviembre de 1829, el Mariscal Sucre recibió la orden de regresar a Bogotá para presidir un Congreso mediante el cual se quiso evitar la disolución de la Gran Colombia. Poco antes de abandonar Quito, dejó firmado su testamento declarando como heredera universal a su hija Teresa. Aún hoy persiste el dilema de por qué excluyó a su esposa, aunque autores como Rumazo sostienen que lo hizo en prevención a que ella enviudara y volviera a casarse, con lo cual la pequeña quedaría desamparada.

Durante el viaje a la capital grancolombiana, Mariana se mantuvo muy presente en la mente de Sucre, y él así se lo hizo saber: «Te escribo (…) para decirte que te pienso cada vez con más ternura, para asegurarte que desespero por ir junto a ti; para pedirte que por recompensa de mis delirios, de mi adoración por ti, me quieras mucho me pienses mucho(…) Todo, todo, todo lo pospondré a dos objetos: primero el complacerte, y segundo, a mi repugnancia por la carrera pública. Solo quiero vivir contigo en el retiro y en el sosiego. Me alegraré si puedo con esto darte pruebas incontestables de que mi corazón está enteramente consagrado a ti, y de que soy digno de que busques los medios de complacerme y de corresponderme».

En una misiva posterior, confesó estar cada vez más enamorado de su esposa y, para complacerla en la distancia, había recomendado a su edecán que le consiguiera unos brillantes y a su hermano Jerónimo que le comprara unas perlas. Ambos obsequios fueron surmontados y son hoy conocidos como los botones Sucre-Carcelén, y son parte de las joyas de la corona quiteña.

Desendencia[]

Familia Sucre-Carcelén de Guevara

La familia imperial (1836).

De la unión entre Mariana y Antonio José, diez meses después de la llegada del Mariscal a la ciudad de Quito para establecerse con su esposa, nació una niña a la que llamaron María Teresa de Sucre y Carcelén de Guevara (10/07/1829).

En un principio al padre no le agradó mucho que hubiese sido niña, y así lo hizo saber en repetidas ocasiones, pues confesó que «sin duda hubiese preferido un soldado para la Patria»; sin embargo con el paso de los meses llegó a amarla profundamente, hasta el punto de declarar a sus hermanos que era el tesoro más grande que las luchas independentistas le habían dejado.

Muy decepcionado se sintió Bolívar al no ser él el escogido como padrino de bautizo de María Teresa, a lo cual Antonio José se esmeró por excusarse, ofreciéndole en nombre suyo y en el de Mariana las expresiones de agradecimiento por tantas muestras de afecto con la niña.

Mariana quedaría nuevamente embarazada en 1830, ya como Emperatriz de Quito, pero perdió al niño a los cuatro meses. El 15 de enero de 1832 nacería la segunda y última hija del matrimonio, la princesa María Isabel, quien más tarde se convertiría en esposa del Primer Ministro Gabriel García Moreno.

Carrera Militar[]

En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná le confiere el empleo de subteniente de milicias regladas de infantería. Este grado fue ratificado por la Junta Suprema de Caracas el 6 de agosto de ese mismo año. En 1811 desempeña en la Isla de Margarita el cargo de comandante de ingenieros. El 31 de julio de ese año recibió el despacho de teniente.

En 1812 se halla en Barcelona (Venezuela), en calidad de comandante de la artillería. Allí, el 3 de julio del citado año, junto con otros ciudadanos notables, firmó el acta de la junta de guerra que se reunió aquel día para resolver lo conducente a la seguridad de la República, a raíz de la ofensiva de Domingo de Monteverde en Caracas y la ocupación de Cúpira por un grupo de partidarios del rey español Fernando VII.

En 1813, bajo las órdenes del general Santiago Mariño, integra el grupo de republicanos conocido como los "Libertadores de Oriente" y participa en las operaciones para la liberación de aquella parte de la entonces Capitanía General de Venezuela, dentro del imperio español. En agosto de 1819 fue ascendido a General de Brigada por el Vicepresidente de Venezuela, Francisco Antonio Zea; grado que sería ratificado por Bolívar el 16 de febrero de 1820.

El 11 de enero de 1821 en Bogotá, Bolívar nombra a Antonio José como Comandante del Ejército del Sur, que era la fuerza que desde 1820 operaba en Popayán y Pasto. Sin embrago, Antonio José nunca recibió el cargo efectivo, pues razones de índole estratégica y política hicieron que Bolívar anulase tal designación y le diese comisión para marchar a Guayaquil, donde asumiría la misión de hacer que la provincia (la cual se había independizado de los españoles en octubre de 1820) se incorporase a la República de la Gran Colombia y tomar el mando de las tropas que hubiese en la ciudad portuaria, como pasos previos para la liberación de Quito, que era el propósito principal de las operaciones que se ejecutaban.

Tras la victoria de Ayacucho, que sellaría definitivamente el proceso independentista peruano en diciembre de 1824, el Congreso de ese país otorga a Antonio José el grado de Gran Mariscal. De la misma manera, y por las mismas razones, Bolívar le nombra General en Jefe de los Ejércitos.

Independencia de Quito[]

Siguiendo órdenes de Bolívar para incorporar la Provincia de Guayaquil a la Gran Colombia, Antonio José llega a la ciudad y se presentarse ante la Junta de Gobierno, a quienes expone la idea de una unión. El 15 del mismo mes fue celebrado un tratado entre Antonio José por Colombia y José Joaquín de Olmedo, Francisco Roca y Rafael Jimena, miembros de la Junta; el tratado estipulaba que Guayaquil mantendría su soberanía, pero bajo la protección de Colombia. En aquella oportunidad AntonioJosé quedó facultado para abrir la campaña contra los realistas, y con tal motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles para liberar a Quito.

El 19 de agosto de 1821 se da la batalla de Yaguachi entre tropas independentistas guayaquileñas de la División Protectora de Quito y refuerzos grancolombianos, liderados por Antonio José, contra las tropas realistas del coronel Francisco González Desam. Antonio José vence a los españoles y aseguró así la independencia definitiva de la Provincia Libre de Guayaquil.

Tras haber vencido en Yaguachi, las tropas de Antonio José inician su avance hacia Quito. Los españoles al mando del mariscal Melchor de Aymerich los seguían de cerca y tomaron posiciones en un terreno llamado Huachi, donde ya habían derrotado a fuerzas guayaquileñas un año atrás. El 12 de septiembre de 1821, tras un breve contacto entre ambas fuerzas, los realistas intentaron huir. El general José Mires permitió a los batallones Albión y Guayaquil perseguir a los realistas, pero estos fueron atacados por la caballería e infantería hispana que dio vuelta y cercó a los batallones patriotas. Con el ejército independentista en desorden y Antonio José herido, las tropas se replegaron hacia Guayaquil, dejando en el campo de batalla a muchos hombres y pertrechos.

Una vez recuperados, Antonio José y sus tropas alcanzan la ciudad de Quito el 23 de Mayo de 1822, donde pernoctan en los terrenos de la hacienda Chillogallo, perteneciente al Marqués de Solanda (que apoyaba la causa independentista y que más tarde se convertiría en su suegro).

Al amanecer del día 24, los centinelas españoles apostados cerca de la ciudad avistaron a las tropas de Antonio José ascendiendo por las laderas del Pichincha. Melchor de Aymerich, entonces consciente de la intención de las tropas enemigas de flanquearlo mediante el ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1.894 hombres subir por la montaña lo más pronto posible, para oponerse ahí a Antonio José. Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla; existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales. Finalmente tras una encarnizada batalla en la que ambos bandos estuvieron a punto de salir ganadores, los soldados de Antonio José dieron el grito de victoria en la cima del Pichincha, a más de 3000 metros de altura, a las doce del medio día.

La victoria bélica de Antonio José se completó con la capitulación que concedió al Mariscal Aymerich al día siguiente, el 25 de mayo en el Palacio de Carondelet, y que marcaría el fin del dominio español en las tierras quiteñas, que se incorporaron inmediatamente a la Gran Colombia, y que más tarde se convertirían en su propio imperio.

Independencia de Perú[]

Tras la retirada del general José de San Martín, las derrotas militares y las pugnas políticas entre los patriotas peruanos debilitaron las fuerzas independentistas de ese país. El gobierno fue presionado por la opinión pública para solicitar la intervención de Bolívar, quien envió 6.000 hombres que ya tenía preparados en Quito, en dos expediciones sucesivas de 3.000 hombres cada una, con el general Antonio José de Sucre al mando de las fuerzas y encargado de negociar con el Perú los términos en que la Gran Colombia intervendría en la guerra contra los españoles que aún se encontraban en tierras peruanas.

El 6 de agosto de 1824, el ejército independentista triunfó ampliamente en los campos de Junín, hecho que revitalizó la moral del ejército peruano y que repercutiría en la célebre Batalla de Ayacucho. La capitulación de Ayacucho, celebrada el 9 de diciembre de 1824, sellaría la independencia de los territorios que aún se hacían llamar Virreinato del Perú (aunque Lima ya estuviese libre).

Independencia de Bolivia[]

Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, Antonio José entró en territorio altoperuano (actual Bolivia) el 25 de febrero de 1825. Su papel se limitó a dar visos de legalidad a un proceso que los mismos altoperuanos ya habían puesto en marcha, y que culminó con la capitulación del general español José María Valdéz tras la Batalla de Chequelte. Llegando a su fin la guerra independentista en el Alto Perú.

Guerra grancolombo-peruana[]

La Guerra grancolombo-peruana (1828-1829) fue un conflicto armado que enfrentó a la República de Gran Colombia contra la República del Perú por el dominio de Quito y otras zonas reclamadas por Perú. Se inició con la Invasión peruana de Bolivia y culminó favorablemente para los grancolombianos en la decisiva Batalla de Tarqui.

Las relaciones de la Gran Colombia con el Perú habían sido tirantes desde principios de 1827, cuando una revuelta en Lima derrocó al régimen establecido allí por Simón Bolívar antes de su regreso a casa. El nuevo gobierno peruano también había fomentado la incursión de la tercera división de su ejército a Quito; y Simón Bolívar estaba convencido de que el Perú estaba dispuesto a promover un conflicto armado con el objetivo de anexarse Bolivia, Guayaquil y posiblemente, más territorio quiteño.

Existían también desacuerdos concretos en cuanto a cuestiones fronterizas entre los dos países, algunas deudas contraídas por Perú con la Gran Colombia en la ayuda dada para la lucha común contra España y también sobre otros puntos.

Ambos países iniciaron hostilidades a fines de 1828. Perú logró capturar Guayaquil, pero el mayor enfrentamiento del conflicto fue la célebre Batalla Tarqui, en la altiplanicie del sur de Quito, en febrero de 1829. Esta batalla la ganaron los grancolombianos, comandados por el Mariscal Antonio José de Sucre.

Carrera Política[]

Tras conocer a Simón Bolívar, en 1817, Antonio José inició su carrera de gobierno, en la cual desempeñaría todos los cargos de la Administración civil; incluido el cargo de Presidente de la República, en Bolivia.

El 7 de octubre de 1817 recibió el nombramiento de Jefe de Estado Mayor de la división de la provincia de Cumaná, bajo las órdenes del general Bermúdez, nombrado comandante de la citada gran unidad. Estos nombramientos tenían, además la finalidad de reducir la disidencia que reinaba en Cumaná.

En 1820 viaja a las Antillas comisionado para adquirir material de guerra; misión que cumple con éxito. Ese mismo año desempeña, interinamente, la cartera de Guerra y Marina y es jefe titular del Estado Mayor General.

El Armisticio de Santa Ana[]

Tras la liberación de la Nueva Granada y creada la República de Colombia, el 26 de noviembre de 1820 Bolívar firma un armisticio con el general español Pablo Morillo. Antonio José fue quien redactó este Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, considerado por Bolívar como "el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra".

La importancia de los documentos redactados por Antonio José, en lo que significó la primera actuación diplomática del futuro Emperador, fue la paralización temporal de las luchas entre los patriotas y los realistas, y el fin de la guerra a muerte iniciada en 1813. El documento, marcó un hito en derecho internacional, pues Antonio José, fijó mundialmente el trato humanitario que desde entonces empezaron a recibir los vencidos por los vencedores en una guerra; convirtiéndose así en pionero de los derechos humanos. Fue de tal magnitud la proyección del tratado que Bolívar en una de sus cartas escribió: "este tratado es digno del alma de Sucre".

El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva. Este Tratado se firmó por seis meses y obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma. El Tratado de Armisticio fue: "por el cual desde ahora en adelante se hará la guerra entre España y Colombia como la hacen los pueblos civilizados".

Intendente de Quito[]

El 18 de junio de 1822, varias semanas después del triunfo que lograría la independencia de Quito, Bolívar nombra a Antonio José como Intendente del Departamento de Quito. Al frente de los destinos de lo que más tarde sería su imperio, Antonio José desarrolló una positiva obra de progreso: fundó la Corte de Justicia de Cuenca; impulsó el primer periódico republicano de la época, llamado El Monitor, con tiraje en la capital; y promovió la creación de la Sociedad Económica de Quito.

De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de septiembre de 1822, expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones; entre las que mostró interés por la educación, afirmando que halló siete escuelas en Cuenca, y al final de su corta administración grancolombiana, dejó veinte.

Presidente de Bolivia[]

Tras lograr la independencia del Alto Perú, Antonio José convoca a una Asamblea Deliberante en la ciudad de Chuquisaca, el 9 de julio de 1825; y una vez que esta concluyó, se fijó que la forma de gobierno sería republicana, que el Mariscal Sucre era el redentor de los hijos del Sol, que el nuevo estado llevaría el nombre de "Bolívar" en homenaje al Libertador, quien a la vez fue designado "Padre de la República y Jefe Supremo del Estado".

Bolívar agradeció los honores, pero declinó la aceptación de la Presidencia de la República, para cuyo cargo designó a Antonio José. Pasado un tiempo se volvió a debatir el nombre de la joven nación, y un diputado potosino llamado Manuel Martín Cruz, dijo que al igual que Roma viende de Rómulo, de Bolívar vendrá Bolivia.

Al frente del Gobierno boliviano, Antonio José promulgó leyes progresistas; ejecutó la división política del país de acuerdo a la Constitución propuesta por Simón Bolívar; impulsó la instrucción pública; organizó el aparato administrativo; y, encaminó ambiciosos programas para la recuperación económica.

El 18 de abril de 1828, estalló un motín en Chuquisaca, en el que Antonio José fue herido de dos balazos. Este incidente ocasionó que el Mariscal tomara la decisión de abandonar el cargo de Presidente de Bolivia para evitar rencillas y contribuir a la pacificación de la República. La Asamblea local lo nombró presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana. Se retiró entonces a Quito, donde le esperaba su esposa, Mariana.

Ascenso al trono de Quito[]

Coronación Antonio José de Quito

Coronación de Antonio José como emperador de Quito (1830).

Poco después de su independencia de España, la antigua Audiencia de Quito se unió a la República de la Gran Colombia, pero cuando fracasó el vasto proyecto de Simón Bolívar, un grupo de notables reunido en la ciudad de Quito el 13 de mayo de 1830 decidió organizar el nuevo país como Estado independiente. La Junta entregó el poder al mariscal Antonio José de Sucre, quien con la venia de Simón Bolívar asumió el poder transitorio y la labor de buscar la mejor forma de gobierno para la nueva nación que nacía de la desmembración grancolombiana.

Antonio José convocó a un Parlamento conformado por tres estamentos (nobleza, clero y pueblo llano) que se reunió el 24 de mayo, fecha del noveno aniversario de la Batalla de Pichincha, en el Palacio de Carondelet de la ciudad de Quito. Este parlamento, conocido como El Imperial, planteó las opciones de convertirse en una República o en una Monarquía Constitucional. Las partes enfrentadas en el Parlamento no llegaban a un acuerdo, mientras el mariscal Sucre desde su poder transitorio proclamaba la abolición de varios impuestos a la industria local, lo que provocó que el 17 de junio el pueblo, liderado por el obispo Rafael Lasso de la Vega y Chiriboga, saliera a las calles de la capital a proclamar al mariscal Sucre como su soberano bajo la consigna de <<¡Viva José Antonio, Rey de los quiteños, viva el Rey!>>.

Con el pasar de los días la exaltación del pueblo quiteño se transmitió a otros lugares del territorio nacional, lo que ocasionó marchas multitudinarias de apoyo a Sucre no solo en la capital sino en ciudades como Cuenca, Riobamba, Ibarra y Portoviejo, mientras que en Guayaquil y Loja la tesis republicana aún era muy fuerte pero iba perdiendo adeptos rápidamente.

Presionado por el pueblo, la familia de su esposa y la facción monarquista, Sucre manifestó que aceptaría la decisión del Parlamento. Finalmente, tras varias semanas de deliberación y 12 votaciones secretas que no lograban una mayoría absoluta, el 13 de julio se logró el ansiado consenso: con 17 votos a favor y 8 en contra se tomó la decisión de convertir a los territorios de Quito en una monarquía que le fue ofrecida al mariscal Sucre con el título de Emperador.

Antonio José de Sucre fue escogido por el Parlamento como el mejor candidato a ocupar el trono quiteño debido a que en él se conjugaban los intereses de todas las facciones:

  • Los nobles criollos, pues estaba casado con Mariana Carcelén de Guevara y Larrea-Zurbano, marquesa de Solanda y Villarocha, heredera de la fortuna más importante del territorio y por tanto no iba a perjudicar a la nobleza, pues estaría perjudicando sus propios intereses familiares.
  • El clero, pues se mostraba católico devoto y su posición como esposo de una noble cuya familia por tradición estaba ligada a las altas esferas del clero, le garantizaba a la iglesia cierto poder político que podían perder si se proclamaba la República.
  • El pueblo llano, pues su condición de militar libertador del yugo español era considerada un cambio en la política absolutista que habían vivido hasta entonces; además de ser mejor tesis que llamar un Príncipe extranjero.

Después de varios días, en los que Sucre se retiró a su propiedad del Valle de Los Chillos, conocida como Palacio de El Deán, y tras sendas comunicaciones que había mantenido con Simón Bolívar desde que el pueblo lo reclamó Emperador en las calles, decidió aceptar la corona que le ofrecían el 11 de agosto; en parte convencido por el Parlamento de que podría hacer los cambios que el país necesitaba, y en parte presionado por la familia de su esposa que deseaba aquella preeminencia social sin precedentes.

La coronación se llevó a cabo en la iglesia de San Francisco el 1 de septiembre. En ella, Antonio José de Sucre y su esposa Mariana Carcelén de Guevara, tomaron juramento de obediencia a la ley ante el presidente del Parlamento y fueron declarados Emperadores de Quito por el Obispo Lasso de la Vega. La celebración para los invitados de honor se llevó a cabo en los salones del Palacio de Carondelet, que se convirtió en la residencia de la nueva familia imperial; mientras que en la Plaza Grande, ubicada frente al Palacio, se dispuso una celebración para el pueblo, al igual que en las plazas mayores de todas las capitales del país, patrocinadas en parte por el Estado, en parte por la familia Carcelén y en parte por el cabildo de cada ciudad y sus aristócratas.

Reinado[]

Primeros años del Imperio[]

Entre las primeras medidas tomadas por Antonio José, estuvieron la delimitación de competencias del Emperador y del Parlamento, que debían trabajar en conjunto en lo que a aprobación de leyes se refería, la oficialización de nuevos símbolos patrios, división territorial del país, asignación de funcionarios públicos y de la corte imperial, planificación de la política fiscal y el inicio de las relaciones internacionales con países de Europa y Estados Unidos.

Los focos republicanos fueron un dolor de cabeza durante la primera década de vida del Imperio, sobre todo en Guayaquil, ciudad que se declaró nuevamente independiente el 12 de enero de 1831. Antonio José formó una comitiva negociadora liderada por su Primer Ministro, Vicente Rocafuerte, que llegó a un acuerdo con las autoridades guayaquileñas a través de la creación del Reino de Guayas (7 de febrero de 1831), con relativa independencia en la política fiscal portuaria y con cabeza en el hermano mayor del Emperador: José María de Sucre y Alcalá. El llamado Rey de Guayas combatió duramente a los opositores de la región y su influencia se extendió hasta Manabí y Azuay, en donde vio la necesidad de replicar la política de pseudo-independencia que se había aplicado en Guayas, para lo que aconsejó al Emperador la creación del Reino de Azuay (1 de marzo de 1832), con cabeza en su media hermana: Ana María de Sucre y Márquez de Valenzuela, y su esposo Gabriel Cordero y Urdaneta, Duques de Biblián y nuevos Reyes de Azuay.

La intervención de la familia de la emperatriz Mariana en las altas esferas de la nobleza y la aristocracia, gracias a sus fuertes lazos económicos y sociales, evitó la fuga de capital de las familias acaudaladas de Quito que de otra forma hubiesen huido del nuevo régimen. Este hecho provocó la designación de ayudó mucho a los primeros años de supervivencia del Imperio, pudiendo mantener una balanza fiscal favorable que a su vez le permitió concentrarse en el desarrollo de las industrias textil y minera por sobre la agrícola.

En 1832 se emitieron varias resoluciones importantes: fue adoptado el imperati (I/.) como moneda oficial de Quito, a una tasa de cambio de I/.1 a £2,50; se cambió el nombre de la capital por el de Quitburgo, para diferenciarla del país; se emitió el acta de sucesión que permitía al primogénito acceder al trono sin importar su sexo, siempre y cuando se mantuviera el apellido Sucre como el de la Casa reinante; se autorizó el inicio de la construcción del nuevo Palacio Imperial en las afueras de Quitburgo; se funda la Universidad Nacional de Quitburgo y finalmente se nombró al guayaquileño Vicente Rocafuerte como Primer Ministro por sus conexiones diplomáticas, habilidad política y para aplacar aún más los focos independentistas de Guayas que no se sentían verdaderamente representados en el nuevo gobierno.

Hacia 1835 el marcado intervencionismo de la familia imperial en los asuntos del Estado, sumado a la abolición paulatina de los tributos indígenas a los hacendados promovido por el primer ministro Rocafuerte, empezó a causar malestar entre la aristocracia, que pretendía cargos públicos que estaban siendo monopolizados por los que llamaban despectivamente “extranjeros Sucre” y los “novo-rex Carcelén de Guevara”, además de ver reducida una de sus principales y más fáciles fuentes de ingresos. Antonio José debió pactar con ellos la eliminación de varios impuestos que habían sido aprobados hacía poco a las haciendas productoras de algodón en la sierra y cacao en la costa, con lo que esta situación fue subsanada.

En 1840, el primer ministro Vicente Rocafuerte desarrolló un plan de énfasis en la educación y la cultura quiteña, que en pocos años vería resultados reflejados en la influencia regional que el Imperio comenzó a ejercer. La obra educativa de esta etapa, en forma de síntesis, se caracteriza por la expedición de leyes básicas de educación, reorganización y modernización de los estudios superiores, la puesta en marcha de programas de alfabetización, la creación de escuelas para niños y niñas de escasos recursos en las que se sustituyeron la hoja de cabuya y la mesa de arena por planchas de pizarra, para lo cual se crearon fábricas en Riobamba, Loja, Tulcán, Guayaquil y Esmeraldas.

En 1841, tras nueve años de construcción, se inauguró la nueva casa de la familia imperial: el Palacio de El Ejido, al norte de la ciudad. Inmediatamente fue conocido como el Versalles quiteño por sus grandes jardines y el lujo del edificio de estilo rococó.

En 1847 Se inicia la enseñanza técnica, con la creación de la Real Escuela de Obstetricia de Portoviejo, la Real Universidad de Medicina de Cuenca, el Real Instituto Agrario de Ambato, la Escuela de Bellas Artes de Quitburgo, la Escuela Militar Imperial de Ibarra y la Escuela Náutica Imperial de Guayaquil.

Fortalecimiento del Imperio[]

En 1845 fue elegido un nuevo Primer Ministro por el Parlamento, Vicente Ramón Roca, Barón de San Eduardo y también guayaquileño como su predecesor. A partir de 1850 se continuó con la política de fortalecimiento educativo y cultural pero con énfasis en la creación de industria, para lo cual el emperador Antonio José gestionó un crédito por 1.5 millones de libras esterlinas al Banco de Londres para financiar a los nuevos emprendedores, una cifra sin precedentes para las naciones latinoamericanas.

En 1846 Colombia invade el norte del Imperio con el afán de anexionar la zona de Putumayo a su territorio, Quito responde con un ejército bien formado y comandado por el general Fernando de Montúfar, que sorprendió por su poderío (desconocido hasta entonces). Montúfar no solo truncó los afanes expansionistas colombianos, sino que recibió la orden imperial de adentrarse en su territorio y capturar el puerto de Buenaventura, en donde se firmó la capitulación de El Morro el 13 de septiembre.

El Ministro de Hacienda nombrado por José Antonio en 1848, Manuel de Ascázubi y Matheu, Marqués de Miraflores y Conde de Puñorostro, implementó una sólida y transparente política de control fiscal que acomodó finalmente el erario nacional y la distribución de la riqueza; gracias a esto, la década de 1850 se convirtió entonces en la de mayor prosperidad del reinado de Antonio José.

El 3 de mayo de 1851 Antonio José suscribe con Gran Bretaña el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en la ciudad de Londres, que estrechaba las relaciones comerciales entre ambas naciones y ponía a Quito en situación de ventaja con Europa si lo comparamos con sus vecinos latinoamericanos. El 15 de junio del mismo año se anunció el compromiso de la princesa María Teresa (22) con el príncipe Leopoldo Francisco de Sajonia-Coburgo-Gotha (27), último hijo de un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, y cuyo enlace había sido negociado por el propio Emperador durante su visita a Europa un par de meses atrás. Esta unión emparentaba a los Sucre con una de las dinastías más poderosas de la realeza mundial del momento.

En diciembre de 1856 Antonio José, aconsejado por su nuevo primer ministro, el general José María Urbina y Viteri, emite un decreto mediante el cual se abole la esclavitud en todo el territorio quiteño. Esta controvertida decisión pudo haberle traído fatales consecuencias con los latifundistas de no ser por su rápida y hábil estrategia de imponer un impuesto a la pólvora que era repartido como indemnización por la liberación de cada esclavo.

El 21 de febrero de 1859 el Parlamento se saltó la autoridad del Emperador y aprobó una ley para la cancelación de la Deuda Inglesa, nacida por la independencia de España, mediante la concesión de tierras baldías en el Oriente y en la Costa. Finalmente Antonio José, que se mostraba radicalmente contrario al plan en primer lugar, debió terminar aceptándolo por la presión parlamentaria. El 11 de marzo se celebró entonces el Contrato Icaza-Pritchett, mediante el cual se entregaba a los acreedores ingleses, representados por la Compañía Inglesa de Terrenos Quiteños Limitada (Quito Land Company Limited), dos millones de cuadras en el oriente (Zamora y Canelos) y seiscientos veinte mil cuadras en la Costa (Esmeraldas), para que fueran trabajadas por colonos ingleses bajo soberanía quiteña por un periodo de 50 años. Con este contrato se canceló la totalidad de la deuda y se consagró un vínculo con Gran Bretaña que marcaría el inicio de una época dorada en las transacciones comerciales y la transferencia de tecnología entre ambas naciones.

Últimos años[]

Los últimos años de reinado de Antonio José se vieron marcados por la política de un nuevo Primer Ministro elegido en 1860: Gabriel García Moreno, esposo de su segunda hija, María Isabel, y por tanto Gran Duque del Imperio y Duque de Guayaquil. García Moreno, católico fundamentalista y pensador ilustrado, inició una política enfocada a la planificación de obras de renovación de la administración, educación, transporte, ciencias, investigación e industrialización, que serían ejecutadas durante el reinado de María Teresa.

El 12 de diciembre de 1861, durante el desfile de inicio de las fiestas navideñas, la emperatriz Mariana se retira del palco imperial en los balcones del Palacio de Carondelet debido a una molestia en el estómago que desembocó en una disentería incontrolable, cayendo en cama y muriendo dos días después, el 15 de diciembre en sus aposentos del Palacio de El Ejido.

Antonio José no superó la muerte de su esposa, a quien en un inicio se conoce que le fue infiel, pero que llegó a amar profundamente con el paso de los años; se retiró al Palacio de El Deán para pasar su tristeza, desde donde dirigía el gobierno en compañía de su hija María Teresa y su yerno Leopoldo Francisco. El primer Emperador de Quito, fallece de un infarto cardiaco en su propiedad de Los Chillos el 17 de junio de 1864, apenas tres años después de su esposa, a los 69 años de edad.


Predecesor:
Él mismo (como Administrador transitorio)
Escudo del Reino de Quito
Emperador de Quito

1830-1864
Sucesor:
María Teresa de Sucre y Carcelén
Predecesor:
Creación del título
Escudo de Quito
Administrador transitorio de Quito

1830-1830
Sucesor:
Él mismo (como Emperador)
Predecesor:
Simón Bolívar Palacios
Escudo Bolivia
Presidente de Bolivia

1825-1828
Sucesor:
José María Pérez de Urdininea
Predecesor:
José de la Riva Agûero
Escudo de la República Peruana (1821-1825)
Presidente de Perú

1823-1823
Sucesor:
José Bernardo Torre Tagle
Predecesor:
Melchor de Aymerich (como representante español)
Intendente de Quito
1822-1822
Sucesor:
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