Historia Alternativa
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CARLOS IV. Y FERNANDO VII. DOS REYES INFAMES.

¿Qué habría pasado?, ¿Cómo sería hoy España?, si en esta nación, especialmente en un periodo tan crucial para su historia, como lo fueron los años de la revolución francesa y la invasión napoleónica, hubiésemos tenido unos Reyes y unos gobernantes que se hubiesen caracterizado por tomar las decisiones más lógicas y favorables para sus estados y por el interés general, en lugar de por el suyo propio.

¿Qué habría pasado si personajes tan nefastos para la historia de España como, Carlos IV, Godoy o Fernando VII, hubiesen actuado de una forma mucho más acertada o no hubiesen tenido ninguna influencia en la corte?

SUCESOS HISTÓRICOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADO DE CARLOS IV.

Carlos IV, recibió de su padre Carlos III, una España que había salido victoriosa de su enfrentamiento con el Reino Unido, con motivo de la guerra de independencia de los EEUU, se habían recuperado Menorca, Campeche, La Costa de los Mosquitos y Florida, la flota de guerra de España podría considerarse como la segunda del mundo, durante todo su reinado se había experimentado un gran auge económico y comercial, su moneda el peso fuerte español era la más valorada y era aceptada internacionalmente en todo tipo de transacciones, la liberalización del comercio con américa, retirándose el monopolio de Cádiz, autorizándose numerosos puertos peninsulares y americanos a comerciar entre sí, activo notablemente la actividad comercial que en algunos casos subió hasta un 400%, lo que hizo que España mostrara síntomas de preindustrialización.

Carlos III, había realizado un ambicioso plan industrial en el que destacaban como punteras las industrias de bienes de lujo: Porcelana del Buen Retiro, Cristales de la Granja y traslada la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, la Fábrica de Tabacos (monopolio de la corona, que empezó a reportar cuantiosos beneficios), así como las fábricas de armamentos o los astilleros navales, como el del Ferrol, Cartagena, La Carraca (Cádiz), La Habana, o el de Cartagena de Indias, y no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española especialmente la textil en cataluña y también americana, destinadas a satisfacer las demandas del extenso mercado americano y de ultramar, además una de las preocupaciones principales de Carlos III durante todo su reinado, como buen monarca ilustrado fue el bienestar de la población y se tomaron muchas medidas en aras de la consecución de ese bienestar así, se crearon hospitales públicos, y se promovieron obras públicas como el gran canal Imperial de Aragón y caminos reales, también se inició una reforma de la agricultura, comenzando el proceso de desamortización, con el fin de una mejor distribución de las tierras.

Así, Carlos IV inició su reinado en un clima de bonanza y de cierta euforia, España, en aquel momento se encontraba en el club de las grandes potencias, junto a Reino Unido, Francia, Austria, Prusia y Rusia, aunque a diferencia de éstas poseía un imperio colonial mucho más extenso y rico. Sí utilizásemos varemos actuales, la España de aquel entonces, sería lo más parecido a una superpotencia, tanto por la extensión de sus territorios, como por sus riquezas y volumen de comercio, así como por su flota de guerra, aunque no tanto por su demografía ni por su ejército.

SUCESOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADOS DE CARLOS IV.

CRISIS DE NUTKA. Antecedentes: La soberanía Española de la costa Oeste del continente americano, para los españoles parecía una cosa indiscutible y que estaba reconocida por el resto de las naciones desde la bula papa de 1493 que repartía las esferas de influencia entre España y Portugal. Nuñez de Balboa descubrió la mar del sur (océano pacífico) y lo reclamó (con las costas que este bañaba) para España. En 1774, La Corona española empieza a recibir noticias del establecimiento de colonias rusas y el Virrey de Nueva España, Don Antonio Bucareli, envía una expedición hacia el norte en 1774. La mandará Don Juan José Pérez Hernández y tras muchas calamidades y vicisitudes llegarán hasta los 54º 40’ N, muy cerca de su objetivo que estaba en los sesenta grados norte, junto a las actuales Islas de La Reina Carlota, bautizadas así por los ingleses años más tarde. En 1775, se enviará otra expedición, al mando de D. Bruno de Heceta y de D. Francisco Bodega y Quadra Esta expedición tomará posesión en nombre de España de La Bahía de Trinidad (en el extremo norte de la actual California) y en el actual estado norteamericano de Washington, de una bahía que fue bautizada como la bahía de los “Mártires”, al ser atacados por indígenas hostiles que causaron un gran número de bajas en los marineros que habían desembarcado allí y que fueron rechazados por Bodega y Quadra heroicamente, esta bahía actualmente tiene el nombre anglosajón de Grenville.

La expedición llegará hasta la actual frontera canadiense y explorará el Estrecho de Juan de Fuca y la desembocadura del río Columbia. Durante muchos años en los mapas españoles, (mapas codiciados por todas las potencias especialmente los ingleses, los holandeses, los rusos y que se pagaban a precio de oro), la entrada al río rea conocida como Entrada de Heceta. Seguidamente la expedición alcanzará la bahía de Sitka, en Alaska, sin que encuentren rastro de los Rusos, (aunque empezaron a explorar las Islas Aulatinas desde 1744, no fue hasta 1784 cuando establecieron un puesto permanente en la Isla de Kodiak ya en Alaska), tomando los españoles posesión de aquellas tierras y bautizando el lugar como Puerto Bucarelli en honor al Virrey y un cerro enorme que se vislumbra en la lejanía como Monte San Jacinto. Quadra alcanzará los 59º de latitud norte, pero al estar agotados y enfermos regresará al sur. Tres años más tarde, en 1778, se producirá la primera expedición inglesa. El famoso navegante inglès James Cook recorrerá las mismas costas en su expedición de exploración por el pacífico. El Virrey Bucarelli, al tener noticias de éste, enviará una nueva expedición que parte desde San Blas, en abril de 1779, al mando de Don Ignacio de Arteaga y con Bodega y Quadra de segundo. Sus objetivos son buscar factorías rusas, encontrar el “Paso del Norte” y si era posible capturar a James Cook. Navegaron desde San Blas hasta la bahía de Bucareli (en la actual Alaska), luego se dirigieron más al norte, hasta el actual Port Elches, y hasta una bahía que había bautizado un año antes Cook como “Prince William sound”, tomándose posesión de ellas en nombre de España, amparándose en la bula Papal Inter Caetera. Mientras los barcos estaban anclados, Arteaga acompañado por unos cuantos hombres de la famosa compañía de voluntarios catalanes, desembarcó para realizar una ceremonia de posesión formal.[] Se erigió una gran cruz y se plantó la bandera con la cruz de Borgoña o de San Andrés, que representaba a España, mientras los cañones y mosquetes dispararon varias salvas. Se cantó el Te Deum, seguido de una letanía y varias oraciones. Después se celebró el acto formal de posesión, firmado por los oficiales y los capellanes.[] Arteaga bautizó el sitio como Puerto de Santiago, en conmemoración de Santiago, el santo patrón de España, que se festeja el 25 de julio. Ese título de Puerto de Santiago fue importante en esta crisis de Nutka, ya que constituyó la base de la alegación de España de la soberanía en el Pacífico norte hasta los 61º17'N, y fue el punto más septentrional alcanzado por los españoles.[] Arteaga y Bodega y Quadra también exploraron la ensenada de Cook y la península de Kenai, donde celebraron una ceremonia de toma de posesión el 2 de agosto de 1779, en lo que hoy se llama Port Chatham.

Los españoles sin embargo no encuentran ni rastro de rusos ni de Cook, sin saber que éste había sido devorado por los caníbales en las Islas Hawai.


La guerra contra Inglaterra, con motivo de la independencia de los EEUU, paraliza las expediciones centrándose el esfuerzo naval en proteger las Filipinas y la ruta del Tornaviaje. Así quedarán las cosas en suspenso hasta el Tratado de París y el final de la guerra. Permaneciendo la Alta California y el puerto de San Blas a disposición del esfuerzo de guerra. Se retomarán las expediciones con más fuerza y presencia cuando acabe el conflicto. En 1788, una vez finalizada la guerra con Inglaterra y con Carlos IV ya en el trono, el Oficial Naval Español Gonzalo López de Haro, es enviado de nuevo a explorar los territorios del Noroeste Americano con el fin de investigar la actividad de los rusos y frenar su expansión en la región. La expedición de Haro alcanzó la isla de Kodiak y por fin localizo a los Rusos en en lugar llamado actualmente Three Saints Bay, convirtiéndose en la primera expedición en entrar en contacto con un gran contingente de rusos en Alaska. Los españoles se reunieron con el comandante ruso, Delárov, y éste les dio un mapa ruso de la costa de Alaska y le indicó la ubicación de los siete puestos rusos que tenían ya cerca de 500 hombres. Delárov también les dijo que los rusos querían avanzar hacia el sur y Nootka, en la costa oeste de la isla de Vancouver. Con la información proporcionada por Delárov, la expedición viajó a la isla de Unalaska, en las Islas Aulatinas, donde había un importante puesto ruso. Donde también le confirmaron que los rusos tenían previsto tomar posesión de la región de Nootka al año siguiente y[] el comandante ruso Zaikov, le explicó que dos fragatas rusas estaban ya en camino y una tercera iba a navegar hasta Nootka. Se estaba refiriendo a la expedición de 1789 de Joseph Billings pero exagerando mucho su misión. [La visita a Unalaska marca el punto más occidental alcanzado durante los viajes españoles en la exploración de Alaska. La expedición española dejó Unalaska, emprendiendo rumbo sur hacia California y México, donde informaron al Virrey de las pretensiones Rusas, lo que provocó que Haro fuera puesto a cargo de una nueva expedición para ocupar Nootka antes de que los rusos lo hicieron.[] Esta expedición tuvo lugar en 1789.

Exploraciones españolas en la costa noroeste

Exploración y asentamientos españoles en la costa noroeste.

A fines de 1788 salieron del puerto mexicano de San Blas dos buques de la marina española bajo las órdenes del comandante don José Martínez, con el objeto de destruir cualquier establecimiento extranjero que se hubiere formado en territorios del dominio de España y establecerse en Nootka antes que los rusos. La expedición llego a Nutka en 5 de mayo de 1789 al puerto de San Lorenzo de Nootka, descubierto y bautizado así en 1774 por el comandante de la fragata española Santiago, don Juan Pérez.

Don José Martínez halló en San Lorenzo dos buques anglo-americanos que se ocupaban en descubrimientos, y uno portugués y otro inglés procedentes de Macao dedicados a objetos de comercio. El comandante español reaccionó apresando a los cuatro buques, al encontrarse en los dominios españoles, pero inmediatamente puso en libertad a los tres primeros, reteniendo solamente el último, aunque posteriormente también apresó al Argonauta que llegó después, mandado desde Londres por la compañía del mar del Sud con encargó de preparar sitio y habitaciones para la factoría inglesa que estaba proyectada. Los españoles nos adelantamos y frustramos esa intención. Martínez funda el establecimiento de Santa Cruz de Nutka (luego llamado de San Lorenzo de Nutka, primera colonia europea de la Columbia Británica; Canadá) y el fuerte de San Miguel, el más septentrional que tendrá España, recibiendo la visita amistosa de dos barcos de los nacientes Estados Unidos. Martínez envió a John Meares (capitán del navío inglés apresado) a San Blas a las órdenes del virrey de México que por aquel entonces era, el conde de Revillagigedo, quien temeroso de las consecuencias que pudiera acarrear la impremeditada acción de Martínez, les levantó el arresto, dejándolos en libertad de marcharse; previa fianza de responder en el juicio que se entablase por su conato de usurpación en la isla de Nootka. Al mismo tiempo don Francisco Elisa parte con una nueva expedición de tres buques, recibiendo órdenes de consolidar la dominación española en San Lorenzo, dando ensanche y solidez a en fuerte que había empezado a construir don José Martínez, quien fue sustituido por el citado Francisco Elisa.

Fuerte de San Migel en San Lorenzo de Nutka.

Fuerte de San Miguel en San Lorenzo de Nutka.

La noticia de estos sucesos llegó a Madrid antes que a Londres. El 20 de enero de 1790 el conde de Floridablanca, mando al Marques del Campo, embajador en gran Bretaña, en aquella época que se quejase al gobierno británico de la frecuencia con que sus súbditos intentaban actos de usurpación en las posesiones hispano-americanas, y para que en lo sucesivo obtuviese el reconocimiento del legitimo dominio de la corona española en Nootka, y que al participar lo acaecido en San Lorenzo añadiese que considerando el virrey de México que los buques arrestados habían obrado con ignorancia y no deliberadamente había dispuesto que sin demora se les levantase el arresto. El gabinete inglés, que se hallaba ya en frías relaciones con la corte de Madrid a consecuencia de las vivas disputas que sostenían, desde la paz de 1783 sobre los establecimientos de Campeche y Mosquitos y que veía ahora contrariados los proyectos de extender sus factorías en la inmediación de California, dio una agria contestación a la nota del marqués del Campo, negándose categóricamente a entrar en discusiones de dominio hasta tanto que el gobierno español diese una positiva satisfacción por el insulto hecho al pabellón británico. Como esta satisfacción hubiera envuelto una tácita o indirecta confesión nada favorable a los derechos que intentaba sostener la corona de España en Nootka, Floridablanca se negó a complacer al gobierno inglés sosteniendo que la pequeña falta que pudiera haber habido en la momentánea detección de los dos buques, quedaba indemnizada lo bastante con la espontánea e inmediata medida adoptada por el virrey de México.

A lo que el gobierno Británico actuando de forma orgullosa y conociendo que en las circunstancias políticas de Francia (se acababa de producir la toma de la bastilla y el rey había tenido que reconocer la Asamblea nacional) no podrían los españoles, esperar de Francia el mismo apoyo y combinar las mismas fuerzas que le habían dado la victoria en 1783, empezó a armar sus escuadras, dio cuenta en el parlamento del pretendido insulto que acababa de recibir y pidió se le otorgasen nuevos subsidios para financiar la eventual guerra. Al mismo tiempo reclamó de los estados generales Holandeses lo que se le debían en virtud del tratado de alianza de 15 de abril de 1788 y la escuadra holandesa mandada por el almirante Kinsbergen recibió orden de unirse en Portsmouth a la del almirante Howe.


El conflicto estaba adquiriendo dimensiones gigantescas y Floridablanca que tal vez en contra de sus principios, pero que arrastrado por la inclinación personal de Carlos III y de los atentados continuos de la Inglaterra durante este reinado, se había visto precisado a lanzarse de lleno en la alianza francesa, encontraba ahora que no podía contar con Francia que se encontraba subsumida en las divisiones internas consiguientes a su revolución, y que autoridad real se encontraba muy menguada en el nuevo sistema político, ni había una voluntad unánime ni tampoco medios para ayudar a España en la nueva guerra que parecía inevitable.

Pero no por esto desmayó la corte de Madrid. En la casi seguridad de tener que entrar en guerra con los británicos, Floridablanca procuró ganarse para la causa Española al resto de potencias Europeas, extendiendo entre ellas un manifiesto en que se probaba el legítimo dominio de España en el territorio en cuestión y la mala fe con que Inglaterra huía de entrar en la discusión de estos derechos, prefiriendo el medio violento de la guerra al de una pacífica negociación para ventilarlos. Además se aumentaron las fuerzas de mar y tierra; y se dio orden a don José Solano para que saliese de Cádiz a cruzar en el Mediterráneo con una escuadra de treinta y dos navíos de línea y doce fragatas. Floridablanca, cuya capacidad y genio activo no podía contenerse en los límites de su propio ministerio, extendió también un plan eventual de operaciones que se conserva escrito todo de su letra y contiene ideas de mucho interés. Dice así:

Plan de lo que conviene hacer en las circunstancias actuales de España con Inglaterra.

1°.- Continuar los armamentos en Cádiz, reuniendo allí todas las fuerzas marítimas que se puedan para acudir a donde convenga en los mares y dominios de Europa y América.

2°.- Arrimar todas las tropas que hubiere en proporción al mismo puerto de Cádiz y especialmente la infantería y dragones, así para el resguardo de aquel departamento y su arsenal, como para amenazar con alguna expedición a nuestros enemigos. Estas mismas tropas podrán tener en respeto a los negros marroquíes y contener las tentaciones de su nuevo rey, a quien sugerirán los ingleses cuanto puedan para un rompimiento. También podrán algunas de dichas tropas reforzar la línea del Campo de Gibraltar y con algunos preparativos y disposiciones que cuesten poco dar aprehensión de que podremos renovar el bloqueo y sitio, y forzar por este medio a los ingleses a que mantengan mucha parte de sus fuerzas de mar y tierra en Europa, evitando sus expediciones en nuestra América.

3°.- Acercar también al Ferrol y Coruña las demás tropas que hubiere en proporción, así para impedir las ideas de perjudicar nuestros arsenales, como para combinar desde allí las amenazas y operaciones de que se tratará después.

4°.- Inclinar a los franceses, si arman en Tolon, a que pasen a Cádiz todos sus navíos, para que reunidos a los nuestros formen una armada superior a la de los enemigos.

5°.- Proponer también a los franceses que arrimen tropas a Brest y a los puertos del Canal Mancha para dar aprehensión a Inglaterra y aprovechar de cualquier descuido que tenga, si llega a creer que no es mas que amenaza, desampara sus costas o disminuye allí sus fuerzas marítimas.

6°.- Procurar que los franceses armen cuanto puedan en Brest, y concertar el punto de unos de sus navíos con los nuestros, para que unos y otros no sean atacados de fuerzas superiores antes de estar unidos.

7°.- Pensar en acabar presto la guerra con un golpe de mano y un desembarco pronto en Inglaterra, teniendo presente el plan que se concertó en la guerra pasada y no tuvo efecto por las timideces o por la política mal entendida del conde de Maurepas.

8°.- Para mover a los franceses convendrá pasar oficios fuertes al rey cristianísimo a fin de que diga lo que podrá hacer y lo efectúe por medio de preparativos y disposiciones activas; y que en su defecto no lleve a mal que España busque otros aliados que se hallen en estado de concurrir a su socorro y satisfacción, sin exceptuar potencia alguna. Por este medio si el rey do Francia oye a la asamblea se sabrá lo que hay que esperar de aquella naden y habremos de tomar otro partido, si vemos que es enteramente nula.

9°.- Poner en la isla de Cuba las tropas que se puedan en parajes de la costa del Sur proporcionados a hacer temer en Jamaica alguna expedición; y ver donde podría por aquella parte colocar alguna escuadra que la sostuviese con barcos de transporte.

10.- Renovar avisos a América y especialmente a Puerto Rico, Trinidad y bahía de Honduras, y donde pueden convenir algunas fragatas, que impidan los insultos que quieran hacer los ingleses de Jamaica, cubriendo la entrada del río San Juan y el puerto de Omoa.

11.- En Filipinas son más necesarios los avisos por estar en distancia que es más difícil el remedio: y así se darán repetidos por Nueva España y por el cabo de Nueva Esperanza teniendo estos prontos en Montevideo.

12.- Atraer a Rusia, como ya se ha empezado a hacer, y Dinamarca; poner en desconfianza a Suecia de los ingleses, y procurar en Holanda que los patriotas se sacudan el yugo inglés y su alianza. Aun con el rey de Prusia puede trabajarse por lo que empieza a descontentarse de Inglaterra.

13.- Asegurar al rey de Marruecos, por todos medios y gastos, como se ha empezado a practicar, para que no nos distraiga, y hacer lo mismo con las regencias.

14.- A la corte de Lisboa se instruirá de nuestra razón, exigiendo solo la misma correspondencia que en la guerra pasada.

15.- Conviene en Canarias y Menorca tener más vigilancia que en otras partes, por causa de los insultos que se intenten. En fin, nos debemos proponer hacer una guerra ofensiva y examinar los medios que haya para lograrlo con algún suceso; pues la defensiva es imposible por los muchos distantes puntos que tenemos que guardar. Por lo que toca al mar del Sur, está acordado ya enviar los navíos y fragatas que parecen necesarios."

Mientras ambos gobiernos se preparaban para la guerra, en el último momento tanto los españoles como los británicos comprendieron que en esos momentos de incertidumbre en Europa, donde nada se podía asegurar con respecto a Francia, era mejor intentar buscar una solución negociada y el gobierno portugués interpuso sus buenos oficios para suspender el rearme de las dos naciones y que se buscase una solución amistosa a la cuestión. El gabinete británico envió a Madrid al lord Alleyne Fitz-Herbert, el mismo que había negociado con el conde de Aranda el tratado de paz de 1783, empezando las negociaciones entre el nuevo plenipotenciario y el conde de Floridablanca. Proponía Fitz-Herbert que ante todo, el gobierno español restituyera los buques apresados, y se indemnizase a los propietarios de cualquier daño que se les hubiese causado y que finalmente se hiciese una declaración por parte del gobierno Español que diera satisfacción al supuesto ultraje hecho al pabellón británico. El ministro español, aunque hubiera querido que previamente se ventilase el punto del dominio territorial de Nootka, propuso sin embargo que este asunto se sometiera al fallo arbitral de uno de los reyes de Europa. Se negó a ello el ministro inglés, (sabía que nadie en Europa, reconocería los supuestos derechos Británicos). Las negociaciones continuaron llegándose a pactar la realización de una declaración por parte de España en donde la Corona se comprometía a restituir los barcos e indemnizar a sus propietarios pero sin que en ningún caso ésto supusiera el reconocimiento de los derechos ingleses en la zona, y una contra-declaración británica reconociendo éstos términos. Finalmente el parlamento Británico se negó a ratificar su contra-declaración, y en su lugar hizo nuevos preparativos de guerra. La corte de Madrid, aunque a su pesar se vio en la necesidad de obrar del mismo modo. Entonces Floridablanca y pensando que la guerra sería inevitable, fue cuando pidió a Luis XVI hacer efectiva la alianza estipulada en el pacto de familia. El monarca francés mandó entonces que se armasen catorce navíos de línea; pero temiendo después las consecuencias de esta medida, si en ella no intervenía la asamblea nacional, sometió a ésta su decisión. La mayor parte de los representantes de la asamblea francesa, se inclinaba por romper la alianza con España y no reconocer las obligaciones que emanaban de aquel tratado. Pero el voto del conde de Mirabeau, un diplomático francés, cuyo odio a Inglaterra y la rivalidad personal que mantenía con el ministro Pitt, le llevó ahora a sostener que debían prestarse al gobierno español los socorros que reclamaba, y así la propuesta Española triunfó en la asamblea; y ésta dio el 26 de agosto de 1790 el siguiente decreto:

“La asamblea nacional, deliberando acerca de la proposición formal del rey que se contiene en la sarta de su ministro fecha en 1° de agosto decreta: Que se pida al rey que haga conocer a su Majestad católica que la nación francesa tomando todas las medidas propias al mantenimiento de la paz, observará las estipulaciones defensivas y comerciales que el gobierno contrató anteriormente con España. Decreta también que se pida al rey se entable inmediatamente una negociación con los ministros de su Majestad católica a efecto de estrechar y perpetuar por medio de un tratado lazos útiles a las dos naciones y fijar con precisión y claridad, cualquier tratado que no sea enteramente conforme a las miras de una paz general, y a los principios de justicia en que se fundará desde hoy la política de los franceses. Por lo demás, tomando en consideración la asamblea nacional los armamentos de varias naciones de Europa, su progresivo aumento, la seguridad de las colonias francesas y del comercio nacional, decreta que se pida al rey de sus órdenes para que las escuadras francesas en comisión se aumenten a cuarenta y cinco navíos de línea con su número proporcionado de fragatas y otros buques.”

Esta declaración no satisfizo a Floridablanca en absoluto, ya que aunque este decreto autorizaba al rey a rearmar y preparar a 45 navíos de línea, en ningún momento se decía que era para auxiliar a España, sino que se reforzaba la flota francesa para defender sus colonias, comercio y sus propios intereses, y que en su caso el auxilio a España se vería condicionado a que se hubiesen realizado “todos los esfuerzos para conservar la paz” así como el hecho de que se ordenará al Rey revisar el pacto de familia a fin de negociar con España un nuevo tratado de alianza con unas condiciones más favorables para Francia. Así mismo y dado la penuria del tesoro francés, Floridablanca desconfiaba de que Francia pudiera rearmar esos 45 navíos. Todo ello hizo ver al gobierno de Madrid que la alianza de la casa de Borbón, con la Asamblea nacional francesa por el medio, se había disuelto y que seria en vano esperar de allí ningún auxilio.

Floridablanca, ante esta situación, escuchó gustoso una segunda proposición de la reina de Portugal para que continuase la negociación sobre distintas bases. Fitz-Herbert quien presentó un nuevo proyecto de convenio, que se discutió detenidamente. Finalmente Floridablanca, tras consultarlo con los primeros funcionarios, y ante el peligro en enfrentarse sola a Inglaterra y sus aliados decidió firmar el convenio.

Así, la 1ª convención de Nutka se firmó pues el 28 de octubre y dice así:

Estando dispuestas Sus Majestades Católica y Británica á terminar por un convenio pronto y sólido las diferencias que se han suscitado últimamente entre las dos coronas, han hallado que el mejor medio de conseguir tan saludable fin sería el de una transacción amigable; la cual dejando á un lado toda discusión retrospectiva de los derechos y pretensiones de las dos partes, arreglarse su posición respectiva para lo venidero sobre bases conformes á sus verdaderos intereses y al deseo mútilo que anima á Sus Majestades de establecer entre sí en todo y en todas partes la mas perfecta amistad, armonía y buena correspondencia.

Con esta mira han nombrado y constituido por sus plenipotenciarios, á saber: Su Majestad Católica á don José Moñino , conde de Floridablanca, caballero gran cruz de la real orden española de Carlos III, consejero de Estado de Su Majestad y su primer secretario de Estado y del despacho; y Su Majestad Británica á don Alleyne Fitz-Herbert , del consejo privado de Su Majestad en la Gran Bretaña y en Irlanda, y su embajador extraordinario y plenipotenciario cerca de Su Majestad, Católica; quienes después de haberse comunicado sus respectivos plenos poderes, han convenido en los artículos siguientes:

ART. 1°. Se ha convenido que los edificios y distritos de terreno situados en la costa de noroeste del continente de la América septentrional, ó bien en las islas adyacentes á este continente, de que los súbditos de Su Majestad Británica fueron desposeídos en el mes de abril de 1789 por un oficial español, serán restituidos á los dichos súbditos británicos.

ART. 2°. — Además, se hará una justa reparación, según la naturaleza del caso , de todo acto de violencia o de hostilidad que pueda haber sido cometido desde el dicho mes de abril 1789 por los súbditos de una de las dos partes contratantes contra los súbditos de la otra ; y en el caso que después de dicha época algunos de los súbditos respectivos hayan sido desposeídos por fuerza de sus terrenos, edificios, navíos, mercaderías o cualesquiera otros objetos de propiedad en dicho continente y en los mares o islas adyacentes , se les volverá a, poner en posesión, o se les hará una justa compensación por las pérdidas que hubieren padecido.

ART. 3°. — Y á fin de estrechar los vínculos de amistad, y de conservar en lo venidero una perfecta armonía y buena inteligencia entre las dos partes contratantes, se ha convenido que los súbditos respectivos no serán perturbados ni molestados, ya sea navegando ó pescando en el Océano Pacífico ó en los mares del Sur, ya sea desembarcando en las costas que circundan estos mares, en parajes no ocupados ya, á fin de comerciar con los naturales del país , ó para formar establecimientos, aunque todo ha de ser con sujeción á las restricciones y providencias que se especificarán en los tres artículos siguientes.

ART. 4°. — Su Majestad Británica se obliga á emplear los medios más eficaces para que la navegación y la pesca de sus súbditos en el Océano Pacífico ó en los mares del Sur no sirvan de pretexto á un comercio ilícito con los establecimientos españoles; y con esta mira se ha estipulado además expresamente que los súbditos británicos no navegarán ni pescarán en los dichos mares á distancia de diez leguas marítimas de ninguna parte de las costas ya ocupadas por España.

ART. 5°. — Se ha convenido que así en los parajes que se restituyan á los súbditos británicos en virtud del artículo 1°, corno en todas las otras partes de la costa del noroeste de la América septentrional ó de las islas adyacentes situadas al norte de las partes de la dicha costa ya ocupadas por España, en cualquiera parte donde los súbditos de una de las dos potencias hubieren formado establecimientos desde el mes de abril de 1789, ó las formaren en adelante, tendrán libre entrada los súbditos de la otra y comerciarán sin obstáculo ni molestia.

ART. 6°. - Se ha convenido también, por lo que hace a las costas tanto orientales como occidentales de la América meridional y á las islas adyacentes, que los súbditos respectivos no formarán en lo venidero ningún establecimiento en las partes de estas costas situadas al sur de las partes de las mismas costas y de las islas adyacentes ya ocupadas por España. Bien entendido que los dichos súbditos respectivos conservarán la facultad de desembarcar en las costas é islas así situadas, para los objetos de su pesca, y de levantar cabañas y otras obras temporales que sirvan solamente á estos objetos.

ART. 7°. — En todos los casos de queja o de infracción de los artículos de la presente convención los oficiales de una y otra parte, sin propasarse desde luego a ninguna violencia o vía de hecho ,deberán hacer una relación exacta del caso y de sus circunstancias a sus cortes respectivas, que terminarán amigablemente estas diferencias.

ART. 8°. — La presente convención será ratificada y confirmada en el término de seis semanas ,contado desde el día de su firma, ó antes si ser pudiere.

En fe de lo cual, nosotros los infrascritos plenipotenciarios de Sus Majestades Católica y Británica hemos firmado en su nombre y en virtud de nuestros plenos poderes respectivos la presente convención, y la hemos puesto los sellos de nuestras armas.

En San Lorenzo el Real, á 28 de octubre de 1790. — El conde DE FLORIDA. BLANCA. ALLEYNE FITZ-HERBERT.

España debía devolver las edificaciones y terrenos, indemnizar a los británicos por los bienes secuestrados y reconocer la libre navegación y pesca en el Océano Pacífico y en los mares del Sur, estableciéndose que sendas comisiones serían enviadas a Nutka para ultimar los detalles. En cualquier caso, la importancia del acuerdo estribó en que era la 1° vez que España reconocía a otra potencia el derecho a asentarse en la costa americana del Pacífico que antes reclamaba como toda suya (desde Tierra de Fuego hasta Alaska).

Una vez más España cedió, y Gran Bretaña y Francia respiraron tranquilas. Se dice que la Asamblea Nacional francesa la aplaudió, y que en Inglaterra estalló la alegría, dando Jorge III gracias «al Todopoderoso por haber prevenido una catástrofe». Fueron enviados a Nutka como comisionados, Bodega y Quadra por España y George Vancouver por el Reino Unido, quienes llegaron entre marzo y agosto de 1792 y aunque mantuvieron entre ellos una relación amistosa y muy cordial llegando a proponer que se denominara isla de Quadra y Vancouver a la actual isla de “Vancouver”, (en 1903 se dará el nombre de Quadra a una isla anexa por el N), se retiraron en diciembre sin ponerse de acuerdo sobre qué terrenos había adquirido Meares antes de 1789 a los indígenas locales. Los británicos exigían la totalidad de las ensenadas de Nootka y de Clayoquot. Y aunque ambas naciones no querían entrar en discusiones sobre límites, desde España se propuso que para poner fin a la crisis la frontera se situara en el estrecho de San Juan de Fuca, y aunque no se llegó a ningún acuerdo concreto sobre esta cuestión, ésto pareció aceptarse de forma tácita por parte de Inglaterra y para reforzar la posición Española, en mayo de 1792 un barco español con cien colonos, incluidos 13 soldados de la Compañía de Voluntarios de Cataluña, llegó a la bahía de Neah, en el estrecho de Juan de Fuca (extremo noroeste del estado de Washington), para reforzar los reclamos españoles en la zona, y en donde se levanta el presidio llamado fuerte de Santa Rosalía, en previsión de tener que reubicar aquí a la guarnición de San Lorenzo de Nutka. Siendo éste el primer establecimiento europeo del actual estado de Washington, y fundaron en febrero de 1793 la villa de Santa Teresita del Valle, junto al río Columbia, en las proximidades de lo que hoy es Astoria, y aunque el Fuerte de Sta. Rosalía sería abandonado a finales de 1795, (Sta Teresita nunca fue abandonada), en nuestra historia alternativa gracias a los esfuerzos de la corona y al Virreinato de N. España nunca será abandonado, al fin de tratar, de preservar los derechos españoles sobre esta zona. Finalmente se concluyeron dos nuevos convenios el 12 de febrero de 1793 y 11 de enero de 1794; el primero y dado que en ese momento estalla la guerra de la convención contra Francia, España y Gran Bretaña son aliadas, se señala la indemnización que debía satisfacer el gobierno español; y en virtud del otro comisionados de ambas cortes presenciaron la demolición del fuerte español de San Lorenzo que debía ser abandonado y que aunque se reconocía el derecho de ambas naciones a acceder al Nutka no se reconocía el derecho de establecer asentamientos permanentes en esa isla. En nuestra historia alternativa los 75 soldados de la Compañía de voluntarios de Cataluña que permanecían en el presidio de San Lorenzo, en lugar de regresar a Guadalajara (N. España), serán destinados a Fuerte de Sta. Rosalía, consolidándose las pretensiones y posición española en la zona.

Aunque en un principio se pudo juzgar el resultado de esas convenciones como desfavorable, ya que se abrió la puerta a la colonización británica del noroeste del pacífico, desde Oregón a Alaska y se tuvo que abandonar Nutka y el actual isla de Vancouver, ninguna de las dos naciones abandonan sus pretensiones sobre el área, pero de facto se establecía el paralelo 49° N y el estrecho de Juan de Fuca (actual frontera entre Canadá y EEUU) como frontera entre las dos naciones asegurándose el dominio del territorio de Oregón (la zona que actualmente pertenece a EEUU). Así mismo, también se hacía mención en el tratado a “los mares de América Meridional, en las costas orientales y occidentales y de las islas adyacentes ya ocupadas”, reconociéndose la soberanía sobre Carmen de Patagones, San José, Deseado (todos en la costa patagónica) y sobre las Islas Malvinas

En la historia real, un par de décadas más tarde, Estados Unidos, alegando el haber adquirido los derechos Españoles tras la firma del tratado Adans-Onis, llegaría a un acuerdo fronterizo con Gran Bretaña, consagrándose definitivamente la frontera fijada en el estrecho de San Juan de Fuca y en el paralelo 49º N. (Tratado de Oregón, 1846).

Por cierto, de los españoles procede el topónimo Oregón, ya que el territorio fue llamado originalmente de los «orejones» o, como era frecuente en el idioma español de entonces la singularización «El Orejón”.

Unos pocos años más tarde en 1802 la expedición de los españoles Lisa y Rodríguez sale del fuerte Mandan (Dakota del Norte), llega al río Piedra Amarilla (hoy Yellowstone, convirtiéndose en el primer occidental en ver lo que hoy es éste parque natural) donde construye los futuros fuertes Nueva Asturias y Nueva Galicia, llega al río Leches (por su aspecto lechoso, hoy Milk; Montaña) y al río Marías (hoy Marías); luego la expedición penetra en las montañas Rocosas, cruza la divisoria continental, se reúne en consejo con los shoshone (Idaho), negociando el pasar a caballo al otro lado de las montañas, donde construye 5 canoas con las que desciende por el Aguaclara, el Víbora (hoy Snake) (Washington) y el Columbia llegando al Pacífico el 20 nov, dónde se encuentra con exploradores procedentes del fuerte de Santa Rosalía (hoy Neah Bay; Washington) e invernan en Santa Teresita del Valle (Oregón). Descubriéndose así e inaugurandose el camino terrestre del noroeste entre Missisipi y el Pacífico dos años antes que la famosa expedición de Lewis y Clark, a la que se atribuye falsamente ser la primera.

Asentamientos españoles en Oregon desde 1792.

Asentamientos españoles en Oregón desde 1792.

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ABANDONO DE LAS PLAZAS DE ORÁN Y MAZALQUIVIR 1791.

Durante esos años, y antes de que España se viera envuelta en la guerra de la Convención francesa, tuvo lugar uno de los sucesos más vergonzosos de la historia de España, aunque pronto quedaría empequeñecido, ante el bochornoso episodio protagonizado por la casa real Española en las abdicaciones de Bayona.

Al mismo tiempo el ejército y la población española de Orán protagonizó uno de los capítulos más heroicos de la historia de esta plaza que, en medio de las más adversas desgracias supo sacar energías para rechazar el asedio y un fuerte ataque enemigo.

No obstante la ciudad quedó tan maltrecha en el terremoto que tuvo lugar en 1790, que se suscitó en la Corte el dilema de si convenía conservar las plazas o por el contrario era mejor renunciar a su costosa defensa y reconstrucción y aceptar la oferta del Bey de Argel, pesando más en la historia real, el criterio económico a la hora de ahorrarse los gastos de reconstrucción de las plazas y aceptar las supuestas ventajas comerciales del Bey de Argel, olvidando la sangre española que se derramó para conseguir su conquista primero por el Cardenal Cisneros en 1505 y posteriormente por Felipe V que la recuperó en 1732, tras perderse en 1708 durante la guerra de sucesión española.

Así la Corte y la clase política, entrego lo que el pueblo español había conseguido conservar por las fuerzas de las armas y se demostró que para Carlos IV y para ciertos sectores de la Corte los diferentes territorios Españoles de ultramar, eran tratados como un objeto más de la propiedad del Rey y con los que se podían vender o enajenar de la forma que más conviniese a su Majestad, en lugar de ser tratados como territorios que conformaban la patria y nación Española y por lo tanto irrenunciables e inalienables. Lamentablemente en la historia real este comportamiento se verá repetido en más de una ocasión, durante el reinado de Carlos IV, como pasará con Luisiana, regalada a Francia, o la actual Rep. Dominicana intercambiada por los territorios vascos ocupados por la Convención francesa, enviándole el lamentable mensaje a los habitantes de las colonias, de que realmente para España estos territorios importaban poco.

La noche del 8 al 9 de octubre de 1790 se produciría un catastrófico acontecimiento, pues un enorme terremoto arrasaría la ciudad dejándola completamente destrozada. Numerosos edificios construidos por los españoles quedarían destruidos y morirían unas 3.000 personas. En esos tiempos no existía nada parecido a los movimientos de solidaridad internacional y los auxilios tuvieron que llegar de España, especialmente desde Cartagena.

El Capitán general de Marina del departamento Marques de Tilly, dispuso el envió para socorrer a Orán, de víveres, medicamentos, tiendas de campaña y la evacuación de los heridos. El día 16 arribo a Orán el navío San Vicente y un jabeque, que transportaba a 750 soldados, del regimiento de Córdoba y Mallorca, así como víveres. Ese mismo día, los moros empezaron a acechar la plaza.

El Buey de Argel había conseguido reunir un numeroso ejército de unos 30.000 hombres con alguna artillería (disparaban munición inglesa) y empezaron un asalto, cargando por todas partes, aunque dirigiendo su mayor empeño a la torre del nacimiento. Siendo rechazados por las tropas españolas con un fuerte fuego de artillería y fusilería proveniente de todos los castillos, aunque al no desistir de su empeño de tomar la torre del nacimiento, el conde de la unión al frente del regimiento de Mallorca, con algunas partidas del regimiento de Córdoba, cargaron de frente por el barranco que ocupaban los moros y consiguieron desalojarlos quedando en media hora liberada la torre y sus inmediaciones. Finalmente los argelinos se retiraron con un gran número de bajas y heridos.

Continúan llegando refuerzos desde España, concretamente cinco compañías del Regimiento de Milán, unos 250 hombres, por su parte los argelinos siguen hostigando la plaza, instalan más baterías de artillería que bombardean la ciudad pero causan pocos desperfectos.

El día 25, los argelinos vuelven a atacar por la torre del nacimiento pero vuelven a ser rechazados perdiendo un gran número de efectivos en esta acción, ese mismo día 25 se produjo otra gran temblor de tierra, pero las murallas y los castillos resisten.

El día siguiente unos 25000 moros atacan por todas partes y se procede el tercer asalto a la torre del nacimiento, pero se vuelve a responder al ataque con un fuerte fuego de artillería desde todos los castillos, fuertes y baterías, ocasionando un gran estrago entre ellos, además actúan las compañías de infantería y tras fuertes combates, los argelinos vuelven a ser rechazados.

El Bey de Mascara, tras el terremoto creyó que Orán sería tomada fácilmente y no esperaba la fuerte resistencia con la que se encontró, pidió entonces a la Regencia turca de Argel que le enviase soldados turcos y artillería, pero le fue denegada dado que Turquía tenía por aquel entonces un acuerdo de paz con España. Así los argelinos levantan el asedio y retiran su campamento y nuestras tropas y la población de Orán empieza a respirar tranquila, aunque algunas baterías argelinas continuarán hostigando a las fuerzas españolas. Mientras tanto la plaza sigue reforzandose, llegan 6 compañías de los Granaderos Provinciales de Murcia, Lorca y Chinchilla y el Navío de guerra “San Antonio” con los Dragones de Almansa. En ese momento Orán estaba defendía hasta por siete Regimientos con los granaderos y los dragones. Militarmente las tropas españolas habían vencido y el enemigo había sufrido numerosas bajas y un importante revés, que le había desmoralizado, ¿por qué entonces el gobierno español decidió abandonar las estratégicas plazas de Oran y Mazalquivir?

En 1790 toda Europa estaba convulsionada por los hechos acaecidos en Francia, solamente un año antes el 14 de julio de 1789 se había producido “la toma de la Bastilla” y los Estados Generales se habían constituido en Asamblea Constituyente, posteriormente Luis XVI, pasaba a ser prisionero del pueblo. En este estado de las cosas, Floridablanca entró en una etapa reaccionaria que se ha venido a denominar como el “pánico de Floridablanca”. El primer ministro español, temía que los sucesos franceses se pudieran contagiar a España, o que nuestra nación se viera al final obligada a entrar en guerra contra Francia o contra Inglaterra que intentaría aprovechar la desintegración de la alianza franco española para atacar las posesiones Españolas.

En esta situación de incertidumbre en Europa surgió, el terremoto de Orán y Floridablanca agobiado, quiso desembarazarse del problema rápidamente recurriendo a las negociaciones. No lo pensó dos veces.

Floridablanca había sido un ministro brillante y en muchas ocasiones, solventar situaciones muy comprometidas para España con gran acierto, pero en esta ocasión, superado por los acontecimientos franceses, el gran ministro quien muy probablemente fue quien influyó en el rey para que adoptara la decisión de abandonar las plazas, no supo estar a la altura de las circunstancias y se precipitó, retirándose cobardemente de estas plazas que tanta sangre española había visto correr.

Lo curioso es que Floridablanca quizás porque no quería que se le cargará exclusivamente con la responsabilidad del abandono de estas plazas, pidió el informe del Consejo de Castilla cuando él (a todas luces) ya tenía decidido la entrega de las plazas a la regencia argelina.

Así el Conde de Campo Alange, paso un escrito al Conde de Campomanes, Presidente del Consejo, donde se urgía para que con el mayor sigilo informará sobre el asunto.

Eh aquí el escrito:

PARECER DEL CONSEJO DE CASTILLA

Los integrantes de este Consejo, compuesto por 28 miembros y presididos por Campomanes, supieron estar a la altura de las circunstancias y unánimemente se pronunciaron a favor de la conservación, sin saber que ya estaba pronunciada la sentencia del abandono.

Veamos algunas razones alegadas:

“Recordar la importancia que se dio en tiempo de Cisneros; sólo la toma de Mazalquivir se celebró con ocho días de acciones de gracias; el hecho de que en 1732 se recuperase y que en 1775 tuviese lugar una acción militar de envergadura para reprimir al turco, deba a entender su importancia; la Santa Sede y el pueblo español siempre han alentado toda acción africana.

Las ruinas ocasionadas por el seísmo no son tan considerables como parece y el coste de restauración no es tanto como para retraer el parecer del Consejo. El director de Ingenieros calculó el coste de la reparación de las murallas y fuertes entre 9 a 10 millones de reales, equivalente al gasto ordinario de ambas plazas en un año normal, es decir, duplicando un año el presupuesto, quedarían las plazas como antes. No era, indudablemente tan gravoso como se suponía su fortalecimiento.

La defensa de las plazas puede conseguirse hoy día porque el enemigo no tiene la preparación militar moderna. España no debe dar un testimonio de debilidad sólo porque pueda venir el Bey de Mascara o porque se presente ante las mismas. La amenaza de un sitio “nunca ha bastado para dejar una plaza”, ni debe entregarse sin tratar de defenderla; el mar a las espaldas las protege; la entrega de las plazas serviría para enseñarles los sistemas de construcción militares.”

Como puede verse en primer lugar el Consejo no considera que los gastos de la reconstrucción y la defensa fuesen tan elevados como Floridablanca quiso pintar, y ante todo advierte del mensaje de debilidad que se daría no solo a Marruecos y a las regencias turcas del Mediterráneo sino a todas las potencias europeas y a los recién creados Estados Unidos al abandonar Orán y Mazalquivir. Por el contrario el resistir en unas condiciones tan adversas tras haber tenido lugar un terremoto tan devastador daría a todas esas potencias un mensaje de fortaleza y determinación muy necesario para España en aquél momento, ante los acontecimientos que se cernían sobre Europa.

Además el Consejo con visión clara del futuro, advertían: “ahora o después podrá beneficiarse o arrancarse estas plazas de manos de los moros y pasarse a príncipes o potencias ambiciosas de establecimientos en el Mediterráneo”, lo que efectivamente sucedió pocos años después, en 1830, cuando Francia invadió toda Argelia.

Continuaba el Consejo con sus deliberaciones: “Se teme que, abandonada Orán, se aconseje a S.M. fundadamente el abandono de los tres presidios menores. (Ceuta, Melilla…)

Que supondría tener que cubrir la larga costa que corre de Cádiz a Barcelona.

“Que en los principios de un reinado se mantienen vivas las impresiones ciertas y generales de las virtudes que adornan la digna persona de S.M. que sepan y vean los pueblos de su dichosa dominación que es gloria ser Rey Católico”.

“La paz de Argel, Señor (obra por otra parte de hábil negociador), no puede tranquilizar”. “Que si Oran y Mazalquivir es un mal, peor será que los males necesarios”. “¿Cuánto cuesta a Inglaterra Gibraltar? A nosotros, qué poco nos rendiría. Sin embargo, la Inglaterra le retiene, y nosotros lo deseamos”.

Está claro que con esta afirmación el Consejo de Castilla, quiere hacer hincapié en que no hay que hacer valer únicamente los criterios económicos, sino que quieren hacer ver que, hay criterios de otro índole como son el honor y orgullo nacional, razones estratégicas o mantener el prestigio ante las otras potencias que no se pueden dejar de lado.

Otra poderosa razón que aducían para mantener las plazas para España.

“Los presidios corrían hasta aquí por escuela de la guerra, si no de la campaña, de la defensa, y en este concepto no debía de reputarse como mal empleada la guarnición, porque estaba en su oficio”. “El gasto que ahora hay en Orán se trasladaría a otras partes; los presidiarios estarían ocupados en mejorar las fortificaciones, necesitadas de mejoras”.

Termina el informe declarándose por la conversación de las plazas en estos términos:

“En resumen, el abandono de las plazas es indecoroso al esplendor las armas españolas y rubor para la posteridad. Podrá traer funestísimas consecuencias, tanto a nuestras costas y comercio como el sistema político general, si vienen a ocuparle por potencia o príncipe europeo….que es siempre peligroso y funesto en los principios de un reinado, un reinado que tiene en primer lugar la conservación y aumento de la religión con la selección de enemigos de ella”.

Termina proponiendo a S.M. “que se conserve a todo trance hasta los últimos apuros que abonó el arte de la guerra”.

A pesar del informe del Consejo de Castilla, ya estaba todo decidido y Orán y Mazalquivir serán abandonadas a cambio de unas ilusorias ventajas comerciales. La primera consecuencia será que el sultán de Marruecos renovará el asedio de Ceuta, teniendo que enviar tropas para reforzar sus defensas, con lo que al final las tropas que no se quisieron enviar a Orán al final tuvieron que ser enviados a Ceuta, los gastos que no se quisieron correr en Orán se tuvieron que correr en Ceuta, enviándole finalmente a Ceuta una flota compuesta por 2 fragatas, 2 jabeques, seis lanchas bombarderas y otras tantas cañoneras, la cual al fin de liberar el asedio, llegó a bombardear Tánger y poco después auxilio a la guarnición de Ceuta destruyendo las baterías que el ejército Marroquí había conseguido instalar alrededor de Ceuta, forzando el levantamiento del asedio en Agosto de 1792.

La segunda consecuencia fue como ya advertía el consejo el mensaje de debilidad que se envió a las potencias extranjeras, que percibieron en España una presa fácil, a cuyas expensas hacer realidad sus aspiraciones expansionistas (en EEUU pronto se urdió un plan para anexionar la Luisiana y Florida) y la tercera como también advertía el Consejo se materializó apenas 40 años más tarde, cuando Francia al momento de verse librada de las tribulaciones de las guerras napoleónicas invadió Argel en 1830 y ocupó Orán el 17 de agosto de 1831, inaugurando su imperio colonial africano, con lo que la presencia Española en la zona, pronto se vio sustituida por otra potencia Europea.

En nuestra historia alternativa, Floridablanca y el Rey en lugar de tener decidida de antemano el abandono de estas plazas, harán caso del informe del Consejo de Castilla y se mantendrá la soberanía española sobre estas plazas. La guarnición Española será reforzada y la misma y notable flota, compuesta por 4 navíos de línea, San Joaquín, Conquistador, San Antonio e Intrépido, todos ellos de 74 cañones 3 fragatas de 34 cañones las fragatas, una urca, dos jabeques, un bergantín y un lugre, dirigida por Gravina que en un principio tenía que proteger la evacuación a los efectivos españoles de Orán y Mazalquivir, iniciarán un bombardeo que devastará las últimas baterías argelinas y que persuadirán al Bey de intentar un nuevo asedio.

Fortaleza española de Sta. Cruz de Oran.

Fortaleza española de Sta. Cruz de Orán.

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GUERRA CONTRA LA CONVENCIÓN:

Muchos son los “historiadores”, que han querido pintar a la guerra contra la Convención francesa, como un auténtico desastre, donde los ejércitos franceses fueron muy superiores, derrotando totalmente a los españoles y donde si no se llega a firmar la paz, los franceses habrían llegado hasta Madrid, lo cual, está muy lejos de la realidad. Es cierto que los españoles sufrieron derrotas, pero también las sufrieron los franceses a pesar de que siempre contaron con superioridad numérica. Nuestro ejército, aunque faltó siempre de suministros y cuando los franceses cosechaban victorias en toda Europa, fue capaz de ocupar gran parte del Rosellón, y a pesar de que los franceses contraatacaron con casi 130.000 hombres, distribuidos a ambos márgenes de la frontera, obligando a retirarse a los españoles y consiguiendo ocupar diversas zonas de Cataluña, el norte de Navarra y las provincias vascas, las fuerzas españolas se rehicieron y acabaron expulsando a los franceses de Cataluña y de casi toda Navarra, haciendo muy difícil la ocupación francesa de las provincias vascas en España. La flota por su parte consiguió durante la guerra importantes victorias, rechazando la invasión francesa de Cerdeña, socorriendo el puerto de Tolón o en la toma del Fuerte Delfín en Haití. Además a diferencia de lo que ocurrió posteriormente, al cambiar de bando y entrar en guerra contra Gran Bretaña, la flota en nuestra historia alternativa permanecerá íntegra en su totalidad, llegando incluso a incrementarse debido a los apresamientos de numerosas embarcaciones francesas y a que numerosos capitanes y comandantes realistas franceses entregaron sus naves ofreciendo sus servicios del Rey de España, lo que permitiría que el comercio y las comunicaciones con América seguirán intactas. Así mismo en Ultramar en la isla de la Hispaniola otro escenario poco conocido de esta guerra, se llego a ocupar gran parte de Haití, expulsando a los franceses, pasando esta isla en poder nuevamente de los españoles, salvo una pequeña zona ocupada por los Británicos, aunque al final de la guerra el cambio de bando de las fuerzas de los esclavos sublevados de Jen l'aberture devolvió una parte de Haití a los franceses. La prueba de que la guerra contra España no fuera el éxito clamoroso para Francia que algunos han querido pintar, la tenemos en el hecho de que los primeros en solicitar la paz fueron los franceses, pero las pretensiones poco realistas de Carlos IV, centradas más en defender los intereses dinásticos de los Borbones franceses que en los intereses de España, echaron al traste con aquellas primeras negociaciones, quizás si Godoy y la corte española hubiese sabido manejar con más habilidad sus verdaderas posibilidades habría podido, salir de esta guerra en unas condiciones mucho más favorables de las que finalmente lo hizo, y sin dar la impresión en Europa de una notable debilidad y de que España se plegaba a los deseos de Francia Escribe aquí la segunda sección de tu artículo.

Una guerra de ocupación en España es inviable porque provocaría un levantamiento popular”.

Eso escribió un general francés en 1794, en lo más duro de la Guerra de los Pirineos, cuando los franceses habían ocupado parte de Cataluña y del País Vasco pero se enfrentaban allí a la resistencia feroz de las guerrillas españolas. Quien lo escribió era el general más joven del Ejército francés, tenía sólo 25 años y se llamaba Napoleón Bonaparte.

Ejecución de Luis XVI de Francia.

Ejecución de Luis XVI de Francia.

En nuestra historia alternativa, los hechos concernientes a esta guerra acaecerán de la misma forma en que lo hicieron en la historia real, veamos cuales fueron:

A la Guerra de los Pirineos la llamaron en Cataluña “la guerra gran”, la guerra grande, porque a diferencia de los conflictos limitados del XVIII fue una guerra total, una guerra entre naciones, no sólo entre ejércitos. Su origen está en la ejecución de Luis XVI. En 1792 las tropas francesas habían derrotado, contra todo pronóstico, a los prusianos en Valmy y a los austríacos en Jemappes. Los revolucionarios se sintieron entonces lo bastante fuertes como para condenar a muerte al Rey. La Convención (el parlamento revolucionario) lo juzgó y condenó, y fue guillotinado el 23 de enero de 1793. Eso provocó la formación de una coalición antifrancesa: a Austria y Prusia se les unieron Gran Bretaña, Holanda, Piamonte y Nápoles. España no se sumó a la Coalición porque Godoy, que ya había sido nombrado por Carlos IV, primer ministro prefería esperar a que los coligados debilitaran a Francia para entrar en el conflicto. En nuestra historia alternativa, diremos que Floridablanca, actúo de la misma manera pero no porque quisiera que los aliados debilitasen a Francia sino porque el prudente ministro quería tener claro los términos de una alianza con Inglaterra. Pero la Convención no dio esa oportunidad, ni a Godoy en la historia real, ni a Floridablanca en nuestra historia alternativa y el 7 de marzo de 1793 declaró la guerra a España con la excusa de un supuesto tratado secreto hispano-británico. Francia se encontraba en manos de los jacobinos, los fanáticos liderados por Robespierre que se sentían llamados a extender la Revolución por toda Europa y crear un mundo nuevo. Declarar la guerra a España fue un acto de soberbia y de imprudencia de los jacobinos ya que tenían frentes abiertos contra Austria y Prusia, y en el interior debía hacer frente a rebeliones de La Vendée, Lyon, Toulon y Marsella, por lo que sólo había 10.000 soldados franceses en los Pirineos, frente a 60.000 soldados españoles: 36.000 en Cataluña bajo el mando del general Ricardos, 19.000 en Navarra con el general Castelfranco, y 5.000 en Aragón con el general Caro. Pese a la desigualdad de fuerzas, Castelfranco y Caro no se sentían lo bastante fuertes como para invadir Francia, y se mantuvieron a la defensiva. Toda la iniciativa la llevó Ricardos, que no sólo era el mejor general sino que disponía del mejor ejército.

El general Ricardos quería aprovechar su superioridad numérica antes de que se desvaneciera, pero la orden de inicio de las operaciones no llegaba por las cavilaciones y las dudas de Godoy. Los habitantes de una ciudad del Rosellón le dieron una excusa a Ricardos para comenzar la campaña. Saint Laurent de Cerdans, a 8 km de la frontera española, era en aquel tiempo una villa de unos dos mil habitantes dedicados a la producción de tejidos de seda. El jueves santo de 1793 la población quería celebrar la tradicional procesión, el Vía Crucis, con la que el pueblo se identificaba especialmente porque le atribuían el haberles salvado de una epidemia. Pero el delegado la Convención se oponía enérgicamente a todo acto público religioso. Su prohibición encrespó tanto los ánimos de los lugareños que el delegado tuvo que huir para salvar la vida, pero regresó a los pocos días con 300 soldados para impartir un castigo ejemplar: guillotinar a unos, encarcelar a otros y confiscar bienes a todos. Los paisanos no vieron más solución que pedir socorro a las tropas españolas, acantonadas justo al otro lado de la frontera. El 10 de abril tres hombres enviados por el alcalde cruzaron clandestinamente la frontera para llegar a Figueras y pedir ayuda a Ricardos. El general encontró así la excusa perfecta para actuar: el 17 de abril envió 3.500 soldados bajo el mando del general Juan Escofet, que pusieron en fuga a los soldados franceses que ocupaban Saint Laurent y evitaron las represalias contra la población Los paisanos recibieron eufóricos a las tropas españolas con los gritos de " Viva España " y " Viva la religión " y con los redobles de las campanas. El Rosellón había pertenecido a la Corona de Aragón hasta 1648, sus habitantes eran de cultura catalana y muchos veían con buenos ojos volver a formar parte de la católica España en vez de continuar en una Francia sumida en el caos y la violencia de la Revolución. La simpatía de muchos rosselloneses por la causa española no se mostró sólo en los vítores, también tuvo un efecto más práctico cuando 2.000 braceros ayudaron a pasar la artillería española por el paso de montaña de Cos de Portell. Ricardos prosiguió su avance por el valle del Tech, tomando una serie de poblaciones a lo largo del río. Así tomó Arles sur Tech. En la siguiente población, Céret, 3.000 soldados franceses y 8 cañones, se aprestaron a defender su estratégico puente. Ricardos envió a su general más impetuoso don Luis Fermín de Carvajal y Vargas, conde de la Unión, el más joven de los generales españoles, que se apoderó de Céret, tras cuatro horas de combate. Los franceses tuvieron 450 bajas y perdieron cuatro cañones, los españoles sufrieron 19 bajas. Más adelante se rindió sin lucha la fortaleza de Amelie les bains.


Toda Europa veía asombrada cómo mientras los ejércitos franceses vencían y avanzaban en todos los frentes, en el Rosellón eran vencidos por los españoles y cedían terreno. Robespierre, alarmado por la penetración española, ordena la formación del Ejército de los Pirineos Orientales, y el equipamiento de una fuerza de 300.000 hombres contra España, aunque en la realidad en estos primeros momento el ejército francés no se alcanzara ni por asomo esa cifra, las fuerzas que se movilizaron contra Ricardos fueron considerables. El 19 de mayo, Carigordos con un ejército de 12.000 hombres, se impuso a una fuerza de 15.000 soldados franceses en la batalla de Mas de Deu, al conseguir envolver su flanco izquierdo. Los Voluntarios Catalanes rompieron la línea izquierda francesa y el pánico se extendió entre los franceses. La caballería española se lanzó entonces en su persecución y la caballería francesa, en vez de hacerle frente, se dio a la fuga arrollando a la propia infantería. Hubo más de 400 bajas francesas por 34 españolas. Dagobert fue hecho prisionero, pero tuvo la habilidad de convencer a sus captores de que en realidad él era sólo el edecán del general, y pudo escapar. Tras la batalla de Masdeu, Ricardos quiso tomar las fortificaciones francesas que se encontraban intactas a sus espaldas . Los franceses tenían 11.000 soldados en las fortalezas de Vallespir, y Ricardos decidió tomarlas antes de avanzar sobre Perpiñán.


El general francés Houlière decidió refugiarse en las fortalezas, pero Ricardos era un maestro en el empleo de la artillería y lo largo de mayo y junio los españoles fueron tomando una tras otra todas las fortalezas de la frontera sufriendo muy pocas bajas: Argeles, Elna, Cornellá, y Prats de Molló. Finalmente sitio la fortaleza de Bellegarde, la más poderosa, con más de mil hombres de guarnición, 41 cañones, y con fama de ser inexpugnable. El asedio de Bellegarde duró 11 días, y finalmente, después de un bombardeo final de treinta y dos horas ininterrumpidas en las que cayeron sobre el castillo 23.073 proyectiles y 4.021 bombas y granadas, la fortaleza capituló.

Tras la conquista de Vallespir, Ricardo dedica el resto del verano a asegurar las demás comarcas fronterizas: Albères, Cerdaña y Conflent.

En otro escenario de esta guerra, el 28 de agosto de 1793 desembarca en la ciudad de Tolón (en rebelión contra Robespierre) una fuerza de 13.000 soldados británicos, napolitanos, piamonteses y españoles. La armada británica actuó de forma desleal, contra la flota francesa del bando realista que allí se encontraba amarrada, apresando a 15 barcos franceses y hundiendo a otros 14. Esta forma de actuar acentuó la desconfianza de los militares españoles hacia los británicos. Esta operación ya se hizo a la medida de los británicos, que planeaban disponer, como así fue, (hasta que Napoleón les expulsó) de un puerto mediterráneo desde el que operar con su escuadra. Las fuerzas españolas y su flota hubiesen sido mucho más necesarias apoyando al ejército de Ricardos, pero los ingleses consiguieron imponer su criterio y lo cierto es que Tolon se encontraba seriamente amenazada de caer en manos de la Convención. La guerra en el Rosellón continua y cuando el 3 de septiembre Villefranche se rinde tras un día de asedio y sin lucha, por fin el ejército español emprende el camino de Perpiñán. El general De Flers, es acusado de no hacer nada contra Ricardos y acaba guillotinado al año siguiente. El general Puget de Barbentane, que se encontraba, en Perpiñán ve inviable la defensa de la ciudad y la abandona con su división, 4.000 soldados, para retirarse hacia la costa. Quienes permanecen en Perpiñán se hacen fuertes en la formidable fortificación construida por Felipe II de España. Las tropas españolas instalan sus baterías y Ricardos confía en poder tomar la ciudad tras una preparación artillera previa de suficiente envergadura y el 10 de septiembre comienza el bombardeo, causando notables bajas al enemigo. Pero los franceses son demasiados numerosos para el reducido ejército de Ricardos, y Dagobert obtiene hostiga la retaguardia española en Coll de la Perche y en Otelle, obligando a Ricardos a desviar parte de sus tropas, debilitando así el asedio de Perpiñán. Así el 17 de septiembre los franceses contraatacan por sorpresa, ya que general Barbentane había recibido refuerzos y decidió regresar desde la costa. Esto se combina con una salida por sorpresa de los asediados, logrando así el factor sorpresa, y aunque los españoles resisten los primeros envites, causando notables bajas a los franceses, el general francés Dagobert consigue finalmente tomar el campamento que los españoles habían instalado en Orles, lo que le permite enviar refuerzos a Aoust que atacaba por el otro flanco y entonces Ricardo ante la posibilidad de quedar cercado se ve obligado a retirarse, logrando reagrupar sus fuerzas en Trouillas, a 10 km al sur de Perpiñán. En este combate los franceses sufrieron 1.900 bajas, los españoles 2.800 bajas y perdieron además 38 cañones. Por esta acción Dagobert se gano el nombramiento de jefe del Ejército de los Pirineos Orientales. Cinco días después Dagobert marcha sobre Trouillas. Los franceses son 22.000 hombres, los españoles 17.000. Además los españoles han perdido lo mejor de su artillería y son acosados por la guerrilla. Pero si en Peyrestortes los franceses contaron con la ventaja de la sorpresa, en Trouillas Ricardos les espera sobre aviso, en un campo elegido por él y en el que ha tenido tiempo de preparar las defensas. La batalla de Trouillas es un rotundo éxito de los españoles. Ricardos sufre 2.000 bajas, pero Dagobert tiene 3.000, otros 1.500 franceses son hechos prisioneros y diez cañones pasan a manos de los españoles. El general Dagobert acaba encarcelado en París.

Quizá para los españoles la victoria de Trouillas compensa en parte la derrota de Peyrestortes, pero Perpiñán no ha caído y eso supone que todas las conquistas de Ricardos están en el aire. De España no llegan ni refuerzos ni suministros, los gastos de la Corte y la nefasta gestión de Godoy que solo piensa en satisfacer los deseos de la Reina, y los suyos propios, han provocado que se descuiden las necesidades del ejército y de la flota. En tanto que el ejército francés de los Pirineos Orientales supera los 50.000 hombres, Ricardos sólo cuenta con 20.000 soldados (de los 36.000 con los que comenzó la campaña) y 106 piezas de artillería (de las 171 iniciales). Faltan suministros de todo tipo, armas y caballos, y no está garantizado que se disponga de suficientes víveres. Pero los franceses cometerán un error que aliviará la situación de Ricardos. Los franceses atacan el pueblo de Roses en Girona, con la idea de que así Ricardos se vera obligado a retirarse del suelo francés, para evitar ser cercado.. La expedición es un total fracaso: son hostigados desde el mar por la escuadra anglo-española, y por los españoles cuando tratan de avanzar por el interior. Rosas resulta ser un puerto demasiado lejano, y los franceses se retiran sin haber obtenido otra cosa que sufrir algunas bajas y dar tiempo a Ricardos para reforzarse. El 4 de noviembre por fin llegaron algunos refuerzos, concretamente una división portuguesa de 4.912 hombres y 22 cañones (Portugal, también se había unido a la alianza contra la convención), también se suman las fuerzas de Ricardos la Legión Panotier, formada por unos 400 aristócratas franceses contrarios a la Revolución. Ricardos destina estos refuerzos a fortalecer su línea defensiva y emprende una ofensiva sobre la costa. Una tras otra caen las posiciones francesas: Asprés, Port Vendres, Banyuls, la fortaleza de Santelme y Collioure. Estos éxitos infunden tal temor a los generales franceses que se refugian con todas sus tropas tras las murallas de Perpiñán, temiendo un nuevo ataque de Ricardos sobre la ciudad. Los franceses se colocan a la defensiva a pesar de contar con más del doble de soldados que los españoles. Pero Ricardos ya no avanza más, llega el invierno la nieve cierra los puertos y el mal tiempo aconseja suspender las operaciones. Y además su escasez de efectivos es dramática. ¿Cómo puede invadir Francia con sólo 25.000 soldados?

Hasta entonces la campaña del Rosellón es un triunfo que toda Europa comenta. A lo largo de 1793 se habían sucedido las victorias francesas en todos los frentes: habían derrotado a ingleses y holandeses en Hondschoote, a los austriacos en Wattignies, a los prusianos en Geisberg, habían reconquistado Tolón forzando la evacuación de las tropas desembarcadas, y habían sometido las rebeliones monárquicas de Lyon y la Vendée. Francia resultó victoriosa en todas partes menos en los Pirineos. Los mejores generales europeos eran derrotados uno tras otro por los revolucionarios, pero Ricardos logró mantenerse en suelo francés y salió victorioso en once combates.

Pero el nuevo año de 1794 iban a cambiar las tornas. Con las operaciones paralizadas por el invierno Godoy convocó en Madrid a los generales Ricardos, Caro y Castelfranco debatir la situación, y fue entonces cuando en Madrid contrajo Ricardos una pulmonía que puso fin a su vida el 13 de marzo. Paradójicamente lo que no habían logrado los combates contra los franceses, ni el duro clima de los pirineos, lo consiguió Godoy obligando al general Ricardos a viajar y permanecer en Madrid. La pérdida del mejor general español coincidió justo con lo contrario en el bando francés, al fin los franceses, encontraron un líder capaz, en el vencedor de Tolón (donde Napoleón había sido su jefe de artillería). El general Jacques-François Dugommier. Este recibió fusiles, cañones, todo tipo de equipamiento y también numerosos refuerzos. Robespierre por su parte llevó a cabo una dura purga del ejército y la administración civil de los Pirineos Orientales, por los supuestas negligencias que habían cometido ante los españoles, en total fueron a la guillotina 58 altos cargos y algunos más mueren en la cárcel, incluidos cuatro generales. No obstante y pese a la purga, el Ejército de los Pirineos Orientales se convirtió en una fuerza considerablemente superior a lo que había sido hasta entonces. Al llegar la primavera de 1794 alcanzó el número de 66.000 soldados plenamente efectivos, frente a los 23.000 españoles con que contaba el conde de la Unión. Lo mismo ocurría en el frente vasco-navarro, donde el general francés Muller disponía de 60.000 soldados contra los 20.000 del español Ventura Caro. El general caro solicitó a Godoy refuerzos una y otra vez, advirtiéndole de que si no se reforzaba considerablemente llegaría el desastre, pero no recibió nada más que promesas. Dimitió y fue sustituido por el conde de Colomera.

Así Francia, al llegar la primavera lanzó una doble ofensiva en ambos extremos de los Pirineos que los españoles no podían detener: Dugommier aplastó las defensas del campo atrincherado de Boulou a lo largo de una batalla que duró tres días. Casi toda la artillería española quedó en manos francesas y los españoles abandonaron tuvieron que batirse en retirada abandonado el territorio francés, con la única excepción de la poderosa fortaleza de Bellegarde que quedó sitiada. A Ricardos se le había resistido resistió 11 días en 1793. A Dugommier en 1794 se le resistió durante 133 días, antes de tener que capitular finalmente por falta de víveres. En mayo de 1794 Robespierre proclamó que Cataluña sería una República independiente. Pero lo cierto es que Dugommier no se decidió a cruzar la frontera hasta no contar con una superioridad todavía mayor sobre el conde de la Unión. Durante los siguientes seis meses, hasta noviembre, se concentró en vencer la resistencia de Bellegarde y en reforzarse, mientras en la frontera se producían frecuentes escaramuzas de poca envergadura. En julio fue guillotinado Robespierre, pero la guerra seguía ya su propia dinámica, indiferente a los cambios políticos en París. En el frente Navarro, el general francés Müller lanzó en los primeros días de agosto una ofensiva contundente flanqueando la línea defensiva del Bidasoa a través del valle del Baztán. Los españoles se batieron en retirada abandonando Irún, Fuenterrabía y San Sebastián. El 9 de agosto los franceses ya estaban en Tolosa. El conde de Colomera, estableció una nueva línea de defensa en el río Deva, para evitar la invasión de Vizcaya, mientras en Pamplona el duque de Osuna improvisaba un nuevo ejército con las milicias de voluntarios navarros. En octubre y noviembre sendas ofensivas francesas contra Pamplona no lograron tomar la ciudad y la situación se estabilizó momentáneamente. El general Moncey, sustituto de Muller, tuvo que hacer frente entonces a una feroz actividad guerrillera de vascos y navarros. Mientras Moncey ocupaba Guipúzcoa pero sufría fuertes bajas en sus intentos de avanzar en Vizcaya y Navarra, Dugommier lanzó el 17 de noviembre su ofensiva sobre Cataluña. En la batalla del Roure obtuvo un gran triunfo, aunque él mismo murió en el combate. La línea defensiva española se derrumbó ante la abrumadora superioridad material de los atacantes, y cundió el pánico. El conde de la Unión fue asesinado por desertores el 20 de noviembre, la poderosa fortaleza de Figueras se rindió sin combatir una semana después. Los franceses ocupan la Cerdaña, el Valle de Aran y parte del Ampurdán. Pero se encuentran en Cataluña con el mismo problema que en Navarra y Vascongadas, una feroz actividad guerrillera. Aunque el ejército regular español está casi desintegrado en Cataluña, se reclutan 18.000 migueletes y se dedican a hostigar sin descanso al invasor. Lo cierto es que una de las regiones donde se vivió esta guerra con mayor espíritu patriótico, fue Cataluña.

Por toda Cataluña se oía el grito de “¡A matar franceses!”. La influencia de la opinión pública catalana fue grande en el Gobierno español sobre la necesidad de lanzarse a la guerra contra Francia, pues no todo los consejeros de Carlos IV se mostraron partidarios de ella.

Cataluña aportó miles de voluntarios –al grito de “¡Déu, Pàtria y Rei!- para luchar contra la República francesa cantando coplas como éstas: “Aquells francesos malvats son nostros majors contraris, han comès tantas maldats alevosas y execrables. Valerosos catalans, anems tots á la campanya á defensar nostre Deu, Lley, Patria y Rey de Espanya”

La ciudad de Rosas, sitiada por los franceses, resiste con éxito. El año de 1794, fue testigo de grandes victorias francesas como la de Tourcoing sobre los británicos o la de Fleurus sobre los austriacos. En España también lograron triunfos, ocuparon Guipúzcoa y las comarcas catalanas de la frontera, pero aquí se enfrentaron a un enemigo desconocido en los demás frentes: la guerrilla. En 1795 la situación de los franceses en España no era envidiable. El Ejército español había encontrado un digno sucesor de Ricardos en el general José de Urrutia y de las Casas. En Navarra expulsó a los franceses del Valle de Roncal, lo que le valió el mando del Ejército en Cataluña. Reorganizó las fuerzas, abonó a los soldados las pagas atrasadas y logró dos victorias sobre los franceses: en marzo en Bàscara y en junio en Pontós.

El gobierno francés pide entonces la paz, pero las exigencias de Carlos IV resultan excesivas: quiere que se forme un reino independiente en la Baja Navarra (País Vasco francés) para el hijo y heredero de Luis XVI. Los revolucionarios saben que eso supondría abrir la puerta a la restauración monárquica y se niegan. Posiblemente, si Floridablanca hubiese seguido como primer ministro, las exigencias españolas para obtener la paz hubiesen sido más realistas, y se hubiesen centrado en la retirada de las tropas francesas de España y en la posible obtención de contraprestaciones en Haití. No obstante firmar la paz con Francia en ese momento suponía hacer la paz por separado y abandonar a los coaligados, lo que no era tema baladí. En nuestra historia alternativa los hechos acontecerán como en la historia real y la lucha continuará, pero la situación de los franceses en Cataluña se vuelve dramática: no reciben suministros por las acciones de la guerrilla en retaguardia, y en el frente Urrutia los derrota con contundencia. En consecuencia en julio el Ejército de los Pirineos Orientales recula hacia la frontera abandonando sus conquistas en Cataluña. El 27 de julio capitula la guarnición francesa de Bellver, la última población catalana en manos francesas. En el frente vasco-navarro la situación es algo diferente. Moncey intenta por tercera vez tomar Pamplona, y por tercera vez sufre un cruento desastre, en esta ocasión en el desfiladero de Oyaregui. Entonces decide concentrarse en Álava y vizcaya, donde la resistencia parece menor. Le cuesta varios asaltos romper la línea defensiva del río Deva, pero al fin lo consigue y toma Vitoria el día 15 de julio y dos días después cae Bilbao. Una columna francesa marcha hacia Miranda de Ebro, pero debido a la actividad de la guerrilla tiene que retroceder con numerosas bajas.

Escenario bélico en los pirineos.

Escenario bélico en los pirineos. Guerra de la Convención. 1793-95

Entretanto se retoman las conversaciones de paz. El hijo de Luis XVI murió el 8 de junio, lo que facilitó el acuerdo. El 22 de julio de 1795 se firma la Paz de Basilea, por la que Francia renuncia a las tierras españolas que ocupa: las tres provincias vascas, y a cambio obtiene la isla de Santo Domingo. Por este tratado Godoy se hizo conceder por el Rey el pomposo título de "Príncipe de la Paz".


Otro escenario de la guerra de la Convención. La Hispaniola.

Ocupación Española de Haití. Apenas iniciada la guerra contra, Francia, se preparó en Cádiz una fuerte escuadra con la misión de proteger el comercio, hostilizar la colonia de Saint-Domingue (actual Haití) y vigilar a nuestros aliados Ingleses de Jamaica. En aquella época la colonia francesa, era rica por sus plantaciones de café y azúcar. Finalmente la flota zarpa de Cádiz al mando del teniente general Gabriel de Aristizábal, compuesta por 11 navíos (incluidos el “San Eugenio”, de 80 cañones, el “San Ramón”, el “San Isidro” de 74 cañones, el “San Lorenzo” y el “San Juan”), 7 fragatas y 9 bergantines. Además en 1793, el marqués de Duquesne sale de Fort Royal (Martinica) y llega a La Habana para entregar a España su navío “Le Ferme”, de 74 cañones, la fragata “Calipse” y la corbeta “Marechal de Castries”, pasando la oficialidad a servir a España por oponerse a los revolucionarios de su país. En 1792, había estallado una revuelta de los esclavos negros en la colonia francesa, y uno de sus lideres más capaces, François Toussaint L’Ouverture ofreció sus servicios militares a España. Las autoridades españolas de Santo Domingo, no desaprovecharon la oportunidad y le suministraron armas y pertrechos y éste en su nombre conquista Dondon, en el norte del actual Haití.

"Hermanos y amigos. Soy Toussaint Louverture; quizás el conocimiento de mi nombre haya llegado hasta vosotros. He iniciado la venganza de mi raza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud. Vuestro muy humilde y muy obediente servidor, Toussaint Louverture, General de los ejércitos del rey de España, para el bien público."

Seguidamente un ejército español invade Saint-Domingue para ayudar a los esclavos rebeldes y el líder negro François Toussaint L’Ouverture, derrotando a los franceses en Ennery. Los comisionados franceses, ante la invasión española y al disponer tan solo de 3.500 soldados en toda la isla, reaccionan decretando la abolición de la esclavitud en su jurisdicción para así atraerse a su favor a los numerosos esclavos de la región. Sin embargo los ricos colonos franceses viendo peligrar su forma de vida y sus holgadas finanzas, firman en Santiago de la Vega (en la actual Rep. Dominicana) un tratado con Inglaterra para que les ayude a reconquistar Saint-Domingue a los negros sublevados y restablecer la esclavitud. Así un ejército británico procedente de Jamaica desembarca y ocupa Jérémie al sur de Haití: Los ingleses permanecerán allí hasta el 2 de octubre 1798.

Las operaciones españolas continúan y L’Ouverture conquista Gonaïves para España. Por su parte la flota Española de Aristizábal, toma a los franceses la fortaleza de Fort-Dauphin (hoy Fort-Liberté; Haití), junto a Bahuaja, que se rindió sin combatir.

A fin de retener la colonia de Saint-Domingue, el gobierno revolucionario francés decreta el 4 de febrero de 1794, la abolición de la esclavitud en ella, ratificando y dando cobertura legal a la decisión de sus comisionados en la Isla. Los efectos de esta decisión no se hacen esperar y Toussaint L’Ouverture, a quienes los comisionados franceses le habían prometido honores y riquezas, cambia de bando y se alía con los franceses, asesinando a un grupo de españoles durante una misa. En sólo una semana, con su numeroso ejército de esclavos negros, reconquista a los españoles los fuertes del Cordón de l’Ouest, de Petite Rivière, Dondon, Gros Morne y Gonaïves y en octubre se apodera de las ciudades españolas de San Miguel de la Atalaya (hoy Saint Michel de l’Attalaye) y San Rafael (hoy Saint Raphael). Al final del año los españoles únicamente retienen en Haití, Fort-Dauphin, aunque allí se hacen fuertes. 742 franceses que habían jurado fidelidad a España son asesinados por los negros rebeldes: el Gobernador Español, Francisco de Montes libera a más de 500 prisioneros franceses y los lleva a sus buques para protegerlos Las hostilidades continuas y Toussaint L’Ouverture reconquista a los españoles Saint-Malon en el norte de Haití.

Por el Tratado de Basilea (22 jul), que pone fin a la guerra, España cede a Francia el territorio de Santo Domingo (hoy República Dominicana), con lo que toda la isla Española pasa a ser oficialmente francesa (1795-1809), si bien España seguirá ocupándose hasta 1801 en calidad de administradora, autorizándose a los habitantes que lo deseen a trasladarse a otras colonias españolas: la noticia del fin de la guerra, llega cuando los españoles habían retomado la iniciativa y estaban reconquistando Bánica (Rep. Dominicana) y Las Caobas (Haití).

Por iniciativa del teniente general de la Armada Gabriel de Aristizábal, los supuestos restos mortales de Cristóbal Colón son desenterrados de la catedral de Santo Domingo y transportados a La Habana, en cuya catedral serán sepultados hasta 1898.

FIN DE LA GUERRA CONTRA LA CONVENCIÓN FRANCESA. FIRMA DEL TRATADO DE BASILEA.

Como hemos dicho anteriormente en nuestra historia alternativa, en lo referente a este guerra los hechos ocurrirán como en la historia real y Floridablanca, suscribió con Francia la Paz de Basilea, en los mismos términos que lo hizo Godoy.

Sin embargo Floridablanca, muy lejos de contraer una alianza, al año siguiente con el directorio francés, (contrariamente a lo que hizo Godoy, que diremos que en esta historia alternativa no paso por el momento, de mero guardia de Corps), siguió una política de contemporización, manteniéndose a la expectativa con respecto a Francia y a la situación internacional.

En 1796, concluía la fase más radical de la Revolución, lo que hizo que se suavizará la postura oficial hacia la revolución y redujo la vigilancia sobre los extranjeros, (numerosos refugiados franceses que huían del “gran terror” habían llegado a España), lo que hizo que poco a poco las ideas revolucionarias, como la necesidad de una constitución que limitase el poder Real, la división de poderes, el concepto de soberanía nacional, fueron llegando a España.

Dado la política de neutralidad de Floridablanca y de cierto recelo hacia la Francia revolucionaria primero y la imperial de Napoleón después, nunca se llegaron a firmar los Tratados de San Ildefonso (Alianza con Francia contra Gran Bretaña). Lo cierto es que Godoy estaba aterrorizado ante la actitud hostil que adquirió Inglaterra con respecto a España después de que ésta abandonara a los coaligados y firmará la paz por separado con Francia, y así se hecho en los brazos de Napoleón. Floridablanca con un carácter más templado seguramente habría sabido mantenerse equidistante tanto de Francia como de Inglaterra, ya que ni a una ni a la otra le interesaba que España se coaligara con su enemigo para hacerles la guerra, especialmente era temido en Inglaterra pudiera unir su flota a la francesa para hacer la guerra contra ella.

Así, no se firmaron los Tratados de San Ildefonso, ni el primero en 1796, ni el vergonzoso de 1800, en virtud del cual se entregaba el territorio de la Luisiana a Francia a cambio del territorio de Toscana o el, Reino de Etruria (un reino creado artificialmente por Napoleón) que sería entregado a D. Luis Francisco de Borbón-Parma, hijo del duque de Parma y esposo de la hija de Carlos IV, la Infanta María Luisa de Borbón. (Vamos que para favorecer al yerno, Carlos IV, hacía entrega a Francia de un territorio de soberanía española). Tristemente esta situación recuerda la actual crisis del caso NÓOS y a otro yerno real, D. Iñaki Urdangarin.

NO SE FIRMA EL TRATADO DE SAN LORENZO DE 1795 CON LOS EEUU. Los EEUU, siempre habían mostrado su simpatía por la asamblea nacional y por el directorio Francés. En esa época eran los dos primeros países en tener una Constitución y en proclamar los derechos y libertades de los hombres (no de todos los hombres ni de todas las libertades) y en cierto modo también se sentían en deuda con esta nación por el apoyo prestado en su guerra de independencia, cosa que les honra, aunque parece que muy pronto olvidaron el nada despreciable apoyo que les prestó España que desde un primer momento les hizo entrega de fondos, uniformes, víveres, armas y de todo tipo de utensilios para continuar la guerra, y que finalmente entró en ella llevando, su ejército y su flota a cabo campañas decisivas. Al comenzar las guerra de la Convención no fueron pocas las voces entre los sectores políticos de los EEUU, que abogaban por entrar en la guerra apoyando a Francia, y claro uno de los objetivos estratégicos de este país, era el obtener la libre navegación por el Mississippi y el acceso al golfo de México que les abriría el comercio con el caribe e Hispanoamérica y la forma de conseguirlo era atacar a España ahora enemiga de Francia. A pesar del aprecio que parecía mostrar el presidente de los EEUU G. Washington por España, las relaciones estaban enrarecidas por el contencioso de los limites de la Florida occidental, provocado por la ambigüedad del tratado de Versalles que ponía fin a la guerra de independencia, en lo referente a este aspecto. En este tratado Inglaterra otorgaba a España la Florida occidental. Para los Españoles esta comprendía todo el territorio que los ingleses organizaron con ese nombre, que comprendía además de la franja costera de la Florida occidental gran parte de los actuales estados de Mississippi y Alabama, mientras que para los estadounidenses, sólo comprendía el territorio que España cedió a Inglaterra en la guerra de los siete años. En resumidas cuentas España situaba la frontera en el paralelo 32.22 N. y los EEUU en el paralelo 31 N. Lo cierto era que España ocupaba una serie de localidades y de fuertes como Natchez. el fuerte Nogales (hoy Vicksburg), fuerte Confederación, (posteriormente Fort York) y mantenía una serie de alianzas con los indios de la región los Alabama, los Chickasaw y Creek que le otorgaban de facto el control de ese territorio. Tampoco apoyaban a la normalización de las relaciones, la captura de navíos estadounidenses por parte de la flota española que se dirigían a Haití para suministrar pertrechos a los franceses leales a la convención. En 1794 en lo más cruento de la guerra en los pirineos y cuando España retrocedía en todos los frentes, hubo un serio intento por parte del embajador de los EEUU en la Francia revolucionaria, de llevar a su país a la guerra contra España. Este personaje, llegó a Charleston donde organizó una milicia que tenía que ser dirigida por el general George Clark, con el fin de invadir la Luisiana, tomar Nueva Orleans, Mobile y el resto de la Florida Occidental al fin de obtener la libertad de comercio y la libre navegación por el Mississippi que España denegaba, pero el General James Wilkinson, por aquel entonces agente al servicio de España (que le pagaba buenos dividendos por ello) informó a las autoridades españolas, las cuales protestan ante el presidente Washington quien al año siguiente cuando España, empezaba a recuperarse aborta definitivamente la operación. No obstante, los cantos de sirena que abogaban por la guerra contra España y las continuas protestas por supuestos agravios continuaron y tras la firma de la paz con Francia de forma separada abandonando a los coaligados, España se quedó aislada y Godoy temeroso de una nueva guerra, no quiso complicarse en estos para él asuntos insignificantes y se bajo nuevamente los pantalones, posiblemente era un gesto al que la reina le tenía acostumbrado, y cedió ante los estadounidenses, firmando en 1795 el tratado de San Lorenzo, en el Escorial, más conocido en EEUU por el tratado de amistad, límites y navegación o tratado Pinckney. Lo cierto es que este tratado no tenía nada de amistoso y lo que hacía España era plegarse completamente a los deseos de los EEUU, cediéndole la franja de terreno de la Florida occidental que deseaban al fijarse la frontera en el paralelo 31 N, y otorgándoles la libertad de navegación por el Mississippi. En nuestra historia alternativa, Floridablanca no se dejará amedrentar por las bravuconadas de los “halcones” estadounidenses, y este tratado no se firmará y España seguirá ocupando al menos por el momento ese territorio y seguirá controlando la navegación en el Mississippi. Y es que Floridablanca tenía muy claro los perjuicios que causaría la falta de firmeza cediendo a las pretensiones norteamericanas, lo cual sería percibido en ese país como una muestra de debilidad. De ello puede dar fe, el memorando que presentó a la junta de primeros funcionarios con ocasión de la crisis de Nutka donde se exponía la situación internacional y la posibilidad de tener que buscar nuevas alianzas, al dar por rota la alianza con la Francia revolucionaria. He aquí lo que decía con respecto a los EEUU. “Los Estados Unidos de América podrían ser nuestros aliados útiles que incomodaría al comercio y navegación inglesa, y podrían turbar la pesca de Terranova, y las posesiones del Canadá y nueva Escocia pertenecientes a Gran Bretaña. Los hemos sondeado, y no ponen mala cara, pero querrán la navegación del Mississippi, que les abra la puerta al seno Mexicano y su contrabando, y tal vez pedirán la observancia de los límites que capitularon injustamente con Inglaterra por lo tocante a la Florida, usurpándonos gran parte de esta."

Florida occidental 1795

Florida occidental 1795

Pero, ¿estaban justificados los miedos de Godoy?,¿Floridablanca habría actuado de forma temeraria no cediendo ante los estadounidenses? ¿realmente España habría sido derrotada por los EEUU

Estos temores parecen totalmente injustificados si tenemos en cuenta, el potencial de ambas naciones en esa época. Si nos centramos tan solo en el Virreinato de N. España, este contaba entonces con una población de 6 millones de habitantes, por los 5 millones de habitantes de los EEUU. En cuanto al ejercito, los EEUU con motivo de la guerra con los británicos de 1812 contaban con un ejército regular de unos 7000 hombres, mientras que tan solo el ejercito fijo realista que luchaba contra los insurgentes de Nueva España en 1810 alcanzaba los 8.000 hombres. Además la frontera del Mississippi se encontraba bien resguardada por el Regimiento Fijo de Luisiana que contaba en 1790 con unos 1000 efectivos y se controlaban una serie de puestos fortificados a lo largo de la frontera y también lo más importante, en la Florida Occidental pretendida por los estadounidense. En cuanto a la flota España contaba con la segunda armada del mundo, mientras que los EEUU en esa época apenas contaban con unas cuantas fragatas. Ya en 1780 con ocasión de la guerra de independencia de los EEUU, los británicos pretendieron hacerse con el control de la Alta Luisiana y atacaron San Luis, con un ejército de unos 500 regulares apoyados por unos 1000 indios Sioux. El comandante español Leyba, resistió el envite con 300 hombres entre regulares y milicianos. Poco después el contraataque español no se hizo esperar y el 2 de enero de 1781 partió de San Luis una fuerza de unos 250 hombres que penetró profundamente en las líneas británicas y atacó el fuerte de Fort Saint Joseph, actual ciudad de Niles, junto al lago Michigan. Después de capturar el fuerte lo que se hizo sin que los británicos ofrecieron gran resistencia, los españoles repartieron el botín entre los indios aliados, y quemaron los almacenes junto los suministros y mercancías que se encontraban allí, e iniciaron el regreso a San Luis.

No, no había razones para que España cediera ante los EEUU, y si lo que Godoy temía era que estos se aliaran con Francia, lo mismo podría haber hecho España volviendo a aliarse con Inglaterra y el resto de integrantes de la primera coalición.

Sin duda el experimentado Floridablanca habría sabido sopesar mucho mejor la situación, que no el bisoño Godoy que lo único que sabía hacer era dar bandazos de un lado para el otro, eso si mientras atendía a las necesidades de la Reina.

NO SE FIRMAN LOS TRATADOS DE SAN ILDEFONSO NI EL DE 1796 NI EL DE 1800.

Como hemos dicho Floridablanca, no firmara los tratados de San Ildefonso. Quizás dado la importancia que este hecho tuvo en la historia real para nuestro país, habría que hacer una reflexión sobre éste tema.

Godoy no sólo se limitó a firmar la paz de Basilea en 1795 por separado, lo cual le valió de inmediato los recelos y la hostilidad de Inglaterra, aunque esta medida podría estar justificada por el agotamiento del ejército y las finanzas de España, sino que al año siguiente se pasó al bando contrario aliándose con Francia.

Pero, que es lo que llevó a Godoy a dar un vuelco tan espectacular llevando a unir a una de las monarquías más tradicionales de Europa con el régimen revolucionario francés. Régimen que había derrocado a los “parientes” de la familia real Española, la rama francesa de la dinastía Borbón y ejecutado a Luis XVI, primo del rey.

Muchos son los historiadores que lo achacan a la ambición, y oportunismo de Godoy así como un gran dosis de instinto de supervivencia o por llamarlo de otro modo cobardía. Es cierto que Inglaterra estaba recelosa de España, pero ¿realmente los ingleses habrían atacado a España, arriesgándose a que la flota de nuestro país se uniera a la francesa? ¿realmente querían que se reeditara la alianza que la derrotó en la última guerra?

Lo cierto, es que esa alianza interesaba mucho más a Francia que a España. Con ella Francia podía utilizar la gran flota española, estimada en torno a los 308 buques de guerra de muy diverso porte, para dominar el Mediterráneo, proteger el comercio con el Caribe, defender las Antillas y expulsar a los ingleses de Portugal.

Para Godoy y la familia Real el acercamiento a Francia respondía a otras razones. En ese momento la república controlaba Italia, y los estados de Parma y Nápoles dominados por las ramas menores de los borbones españoles, estaban amenazados.

Godoy, (a quien los agentes franceses no dejaban lo tenían camelado) y la Reina, (recordemos que ella misma provenía de Parma) que era quien realmente gobernaba, ya que Carlos IV, el rey bobalicón, quien muy probablemente sufría algún tipo de retraso mental, influyeron en el Rey para que firmara el tratado de San Ildefonso.

La firma del tratado levantó una ola de indignación en Europa en contra de España, el embajador en Roma, se maravillaba de que no quemaran su palacio con él dentro y lo cierto, es que un cambio tan drástico en la orientación de la política exterior no dejó de suscitar la oposición en la propia corte hacia Godoy y en amplios sectores de la población donde el sentimiento antifrancés estaba muy extendido.

Lo cierto es que la entrada en guerra contra Inglaterra supondría unos graves perjuicios para la economía española y no solo porque poner en situación operativa la escuadra española supondría para la hacienda real unos gastos extraordinarios, sino porque el comercio con américa se vería seriamente afectado, sino paralizado totalmente y Godoy lo sabía ya que el Secretario de Hacienda, Gardoqui le había hecho llegar informes en éste sentido. Pero con el comienzo de la guerra se iniciaba un proceso de sometimiento a los designios franceses y a las pautas que marcaron hasta 1808, primero el Directorio, después el Consulado y finalmente el Imperio. El propio Gardoqui, fue destituido de la dirección de la Hacienda a instancia francesa y enviado como embajador a Turín, un puesto políticamente insignificante.

La guerra contra Inglaterra, trajo la derrota naval de San Vicente, en la que España perdió 4 navíos, dos de ellos de primera clase, que fueron apresados por los británicos, el San José de 112 cañones, Salvador del Mundo 112 cañones, San Nicolás 80 cañones y San Antonio 74 cañones. En esta batalla, en la que España se enfrentó con una flota formada por 27 navíos de línea a una flota Británica bastante inferior integrada por 15 navíos de línea, el comportamiento de los comandantes españoles dejo mucho que desear, (solo entraron en batalla 7 navíos de los 27 que formaban la flota, huyendo el resto), y muchos de ellos resultaron degradados o suspendidos en el consejo de guerra que se realizó.

En éste fueron especialmente duras las críticas al comandante de la escuadra D. José de Córdova. Si éste hubiera mostrado más decisión y hubiera atacado a los navíos británicos, varios de ellos destrozados y a remolque como el Captain de Nelson, habría podido evitar que se llevaran cuatro presas y, quizás, hasta habrían apresado alguno, dado que los ingleses estaban dañados y casi sin municiones, mientras que en la escuadra española, salvo los siete barcos que combatieron, los restantes estaban intactos.

Parece que la ineptitud, la desidia, la negligencia y el nepotismo, se habían instalado en la administración y ejército español, cosa propia de los regímenes corruptos como era en ese momento el de España con Godoy a la cabeza, donde los cargos, ascensos y las prerrogativas se consiguen gracias a ser familiar de.. o ser amigo de... al enchufismo vamos, y donde el mérito y la capacidad personal, si no tienes los padrinos adecuados, tienen muy poco valor.

Pero la guerra no solo trajo consigo esta derrota, también se perdió Menorca y Trinidad esta última definitivamente. Trinidad unos años mas tarde serviría de base para las operaciones de Miranda y Bolívar en su guerra por la independencia de Venezuela.

Y también trajo el embargo comercial decretado por Gran Bretaña contra España, que afectó gravemente a las finanzas españolas.

Aunque también los Británicos sufrieron derrotas, como la de Tenerife, la de Puerto Rico o Cádiz, lo cierto es que después de San Vicente, España en el mar, se mantuvo a la defensiva y toda la iniciativa recayó en los Británicos.

Pero las penalidades para España no terminaron aquí, y las bajadas de pantalones de Godoy ante los franceses continuaron. En 1800, Napoleón era el dueño de Italia, y se le ocurrió destronar a los Borbón-Parma, rama secundaria de los borbones españoles como anteriormente ya habíamos dicho, de los ducados de Parma, Piacenza y Gascalla, cosa que era inaceptable para la Reina María Luisa, quien deseaba favorecer los derechos de su familia. Además una de sus hijas, la infanta española del mismo nombre, Maria Luisa, estaba casada con el heredero de estos ducados Luis Francisco Filiberto de Borbón-Parma. Así, Godoy y la corte española, solicitaron a Napoleón que otorgará el Gran Ducado de Toscana a Luis Francisco (aún a costa de destronar a su padre, que mas tarde sería compensado por el electorado de Salzburgo).

Napoleón, no dejo escapar la oportunidad y accedió a la petición, pero a cambio de revisar la alianza con España y fue aquí cuando se firmó el tratado de San Ildefonso de 1800, en virtud del cual España cedía a Francia la Luisiana, un territorio de 2.000.000 de Km2, de soberanía española, a cambio de la cesión del Gran Ducado de Toscana para el yerno de los Reyes. Es decir éste territorio ni siquiera iba a pasar a formar parte de España, sino que serviría para entronizar a Francisco Filiberto y a la infanta María Luisa. Pero no terminaron aquí las tribulaciones para España ya que Napoleón consiguió que se le cediera nada menos que 6 navíos de 78 cañones, los más modernos con los que contaba España.

Algunos sectores de la corte y administración española, se mostraron favorables a la cesión de la Luisiana a Francia, con la idea de que la fortaleza militar de esta, haría que la Luisiana se convirtiera en un tapón entre las posesiones hispanas y los Estados Unidos, pero esta ilusión se vino al traste cuando a penas 3 años mas tarde, cuando Napoleón vendió por 15 millones de dólares, este territorio a los EEUU, incumpliendo la palabra que los franceses habían dado a los españoles, aunque olga decir que en el tratado no se hace mención a nada de esto, demostrando la ingenuidad o la incapacidad del representante Español el Secretario de Estado Mariano de Urquijo.

Como se temían los españoles, la adquisición por parte de los EEUU de la Luisiana, renovó sus ambiciones hacia las posesiones españolas. Éstos no se contentaron con éste territorio y pronto surgieron las disputas sobre los límites, ya que ellos consideraban que grandes partes de Texas, el Colorado, Mobile y otras zonas próximas al delta del Mississippi así como el mismo Oregón pertenecían a éste territorio. En 1821, mientras España afrontaba el periodo más cruento de la guerra de independencia de las territorios americanos, se tuvo que firmar el Tratado de Adams-Onís, en el que España cedía a los EEUU la Florida, a cambio de “intentar” preservar ciertos territorios y fijar los límites entre los EEUU y el Virreinato de la Nueva España, en la que España consiguió que se reconocieran partes del Colorado y Texas como zonas integrantes de N. España, pero a cambió además de Florida se renunciaba al territorio de Oregón que pasaba de facto al control de los EEUU.

Finalmente esta primera guerra con Gran Bretaña terminó con la firma de la paz de Amiens en 1802, y en ella a cambio de que Napoleón se retirara de Nápoles y de los estados pontificios, al menos, España consiguió que se le devolviera Menorca que había vuelto a ser tomada por los Británicos.

Luisisna purchase

Obsérvese en fondo verde el espacio que ocupaba Luisiana en contraste con los actuales estados de los Estados Unidos.

Tratado Adans-Onis

Tratado Adams-Onís

Tras la paz de Amiens, Godoy pareció escarmentar e intento que España permaneciera neutral, pero no se abandonaba a Napoleón, tan fácilmente. Este declaró la guerra nuevamente a Inglaterra al año siguiente y presiono a Godoy para ratificar la alianza y el cumplimiento del tratado de San Ildefonso. Godoy no quiso entrar en guerra, y Napoleón a cambio de la neutralidad española exigió que se compensará a Francia con nada más y nada menos que con 6 millones de reales anuales. Godoy con tal de poder mantener la neutralidad pero al mismo tiempo tener satisfecho a Napoleón y a los agentes franceses que operaban en la corte de Madrid y que sabía que podrían obtener de Carlos IV, su destitución, accedió a facilitar los fondos a Francia.

Para Inglaterra después de la paz de Amiens las cosas ya no serían lo mismo con respecto a España. La neutralidad española era muy relativa para Inglaterra, España era percibida como enemiga y los ingleses tenían la convicción de que cuando apenas se recuperara volvería a aliarse con Francia para atacar, y es que no era lo mismo ser neutral después de haber mantenido una guerra contra los revolucionarios franceses y ser aliada de Inglaterra (situación de España tras la guerra contra la Convección) que serlo después de haberse aliado con el régimen revolucionario francés y con Napoleón y haber sido la enemiga de Inglaterra.

Solo faltaba que Godoy financiara a los franceses. Inglaterra fue hostil a España y no sólo se limitó a eso. El 5 de octubre de 1804, cuando una flota española formada por 4 fragatas trasladaba un tesoro desde Montevideo a Cádiz, fue atacada, sin previa declaración de guerra, en un acto más propio de la piratería que a una acción de guerra, (cosa a la que ya nos tenían acostumbrados los Ingleses y que no deberían sorprender a nadie), por una escuadra británica al mando del comodoro Graham Moore. Los ingleses consiguieron apresar 3 fragatas después de hacer volar por los aires a la Mercedes, llevándolas a Gibraltar y obteniendo un cuantioso botín de unos 3 millones de pesos. Los españoles a consecuencia del ataque tuvieron 269 muertos y 80 heridos.

España después de este acto execrable, no tuvo más remedio que declarar la guerra a Gran Bretaña, lo que hizo el 14 de diciembre de 1804.

Esta nueva guerra, trajo consigo la batalla de Trafalgar, donde España perdió lo mejor de su flota, y aunque no significo la destrucción total de la armada española, pues todavía conservo 45 navíos de 3 puentes que acabaron pudriéndose en los puertos españoles debido a la ocupación francesa, lo cierto es que nuestra armada nunca se volvió a recuperar, trajo también la ruina económica ya que el hecho de que la flota fuera fuertemente debilitada dificultó el tráfico comercial y militar así como el control de las colonias españolas en América, con lo que a la situación de la invasión de Napoleón, se facilitó el éxito de los independentistas americanos.

Aunque la guerra también trajo derrotas para los ingleses. En 1806 y 1807 cuando los ingleses intentaron apoderarse del Virreynato del Rio de la Plata, consiguiendo tomar primero Buenos Aires y después Montevideo, fueron rechazados por las fuerzas y la población de ese Virreinato comandado por el propio Virrey Santiago Liniers.

En nuestra historia alternativa, con Floridablanca en el poder, poco amigo de los revolucionarios franceses y con mucha más clarividencia y experiencia en las relaciones internacionales, España se ahorrará estas dos guerras y permanecerá neutral, por lo menos por el momento.

El episodio de la invasiones inglesas del Rio de la Planta merece que profundicemos un poco más en él.

Cuando el 25 de junio de 1806, un ejército británico formado por unos 1600 efectivos al mando del General Beresford, entre ellos el Regimiento 71 de Highlanders, desembarcó en las proximidades de Buenos Aires después de vencer en una escaramuza a las escasas fuerzas que salieron a su encontró, se dirigió a la ciudad y realizó una oferta de rendición que en seguida fue aceptada por el Virrey Rafael de Sobremonte, III marqués de Sobremonte.

El marqués salió de Buenos Aires, el día 26 en dirección a Córdoba donde instaló provisionalmente, no sin antes tener que entregar los caudales de la ciudad a Beresford.

Sobremonte instaló la capital del Virreinato provisionalmente en esta ciudad.

La metrópoli, por su parte, se mostró impotente. Después de Trafalgar los británicos eran los dueños absolutos del mar y Godoy no se atrevió a embarcar a un ejército para socorrer Buenos Aires, así que el Virreinato tuvo que defenderse con sus propios medios.

El primer Decreto de Beresford fue la reducir los aranceles a los productos Británicos y rápidamente los aún pequeños grupos de independentistas vieron que los ingleses no tenían otras intenciones que la de convertir la Plata en otra colonia británica, así los porteños empezaron a organizarse para preparar una rebelión.

Ante la inactividad del Virrey que era incapaz de hacer nada para intentar reconquistar Buenos Aires, el entonces Jefe de la estación naval de Buenos Aires, Santiago de Liniers, que se encontraba estacionado en Barragán, se dirigió a Montevideo donde organizó un ejército de unos 1000 hombres y avanzó sobre Buenos Aires, uniéndose en su avance cientos de hombres. El 12 de Agosto Liniers, penetró en la ciudad desatando una batalla campal en distintas calles, en la que colaboraron cientos de voluntarios porteños, consiguiendo finalmente acorralar a los británicos en el fuerte de la ciudad, primero tomaron la Iglesia de la Merced, ubicada a pocos metros de la Plaza Mayor, y desde el atrio del tempo se lanzó una ofensiva al Fuerte y ante el impetuoso ataque Beresford se rindió.

Una vez reconquistada la ciudad, Liniers fue considerado un héroe por la población del Virreinato del Rio de la Plata, y un cabildo abierto, nombró a Liniers Capitán General, sustituyendo al Virrey Sobremonte en lo Sobremonte en lo referente a la actividad militar.

Sobremonte se dirigió a Montevideo, donde pretendió dirigir las defensas de la ciudad, ante la amenaza de una segunda invasión inglesa ya que Beresford había pedido refuerzos y la flota inglesa aún se encontraba frente esta ciudad.

Liniers por su parte empezó a organizar la defensa y consiguió formar un ejército de casi 8000 hombres.

En 1807 los ingleses volvieron a atacar el Rio de la Plata, en esta ocasión con un ejército mucho mayor, tomando Montevideo, donde el Virrey Sobremonte fracaso estrepitosamente en repelerlos.

En un acto inédito, el cabildo de Buenos Aires, decidió deponer al incompetente Sobremonte y eligió a Liniers como Virrey del Río de la Plata.

En julio un ejército Inglés de más de 10.000 hombres, desembarcó en Quilmes y avanzó sobre Buenos Aires. Liniers pudo organizar las defensas y cuando el 5 de julio los ingleses lanzaron su ataque y avanzaron por las calles de la ciudad fueron repelidos, sufriendo más de 4000 bajas.

Los ingleses fueron conminados a rendirse, cosa que hicieron, siendo obligados también a abandonar Montevideo.

La destitución del Virrey Sobremonte, por el Cabildo de Buenos Aires y el nombramiento de Liniers, significó que por primera vez una institución americana designaba a la máxima autoridad Virreinal, poniendo en entredicho a la Corona, que desde luego no acertó con el nombramiento de Sobremonte, mostrando las consecuencias de realizar los nombramientos por nepotismo, apartando de los puestos de máxima responsabilidad a los más capaces.

Al menos la corona tuvo el buen juicio de ratificar el nombramiento de Liniers, confirmándolo como Virrey del Río de la Plata. El hecho de que la metrópoli no pudiera aportar refuerzos y que la defensa del Virreinato se hiciera principalmente con sus propios recursos y población, hizo cobrar a los grupos independentistas conciencia de sus propias fuerzas, viendo algunos historiadores en las invasiones inglesas los antecedentes inmediatos de la revolución de mayo que inicio el proceso de independencia de Argentina.

No acabaron aquí las vicisitudes de Liniers, este notable personaje siguió actuando de forma ejemplar, mostrando su lealtad a España. Las abdicaciones de Bayona, no alteraron su resolución de proclamar rey a Fernando VII; a los pocos días de proclamarlo ante la Audiencia, recibió un emisario de Napoleón, pero Liniers no quiso recibirlo por si sólo y reunió al Ayuntamiento y a la Audiencia, ante cuyas corporaciones admitió al emisario de la República Francesa, éste le instó a que proclamase a José Bonaparte, como Rey de España; al propio tiempo le enviaba el Gran Cordón de la Legión de Honor, como premio de sus campañas contra los británicos.

Liniers, que era de origen francés, lo que levantó no pocas suspicacias, rechazó la propuestas y la condecoración, por proceder de un soberano enemigo de su patria, reiterando a Fernando VII, ordenando seguidamente que todo el virreinato jurase por rey a Fernando VII.

Liniers se mostraba agotado y solicitó en numerosas ocasiones ser relevado del cargo de Virrey, cosa que finalmente le fue concedido por la Junta Central Suprema que lo sustituyó por ,no sin antes concederle el título de Conde de Buenos Aires, con una renta de 100.000 reales anuales.

El 25 de mayo de 1810 se produjo la sublevación de Buenos Aires y la destitución del Virrey.

El Virrey Hidalgo de Cisneros, envió a Liniers un comunicado, en el que le pedía interviniesen, por su gran prestigio, para restablecer el dominio de España.

Liniers que se encontraba en Córdoba, se unió a un grupo que intentaba oponerse a la primera Junta surgida de la revolución de mayo, y al reunirse con ellos y ser informado de lo acontecido en Buenos Aires, comentó: ”... la conducta de los de Buenos Aires con la Madre Patria, en la que se haya debido el atroz usurpador Bonaparte, es igual a la de un hijo que viendo a su padre enfermo, pero de un mal del que probablemente se salvaría, lo asesina en la cama para heredarlo.”

Liniers llegó a organizar en Córdoba un ejército que contaba con unos 1500 efectivos, pero cuando se tuvo conocimiento de que un ejército revolucionario se acercaba a Córdoba, sus soldados desertaron en masa sumándose a la rebelión.

Liniers junto otros líderes contrarrevolucionarios huyeron hacia el norte pero fueron alcanzados por un destacamento de cien hombres, al mando de Antonio Balcarce. Después de sufrir muy malos tratos , fueron conducidos al llamado Monte de los Papagayos, donde fue fusilado.

Santiago Liniers, con gran serenidad, ante el piquete de ejecución, dijo: <<que moría con la satisfacción de haber sido fiel hasta el último instante a su Rey y a la nación española”.

Gloria eterna para este héroe de España.

Liniers

Santiago de Liniers

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