Arturo Martín Jauretche (Lincoln, provincia de Buenos Aires, 13 de noviembre de 1901 – Buenos Aires, 25 de mayo de 1974) fue un pensador, escritor y político argentino.
Figura relevante de la Unión Cívica Radical y del peronismo a partir del llamado Día de la Lealtad en el 17 de octubre de 1945.
En 1928, cuando Yrigoyen asumió su segundo mandato tras el interludio del gobierno de Marcelo T. de Alvear, fue nombrado funcionario, aunque sólo brevemente; dos años más tarde, el ejército promovería el primer golpe de estado de la época constitucional en Argentina, dando inicio a la llamada Década Infame. Jauretche combatió con las armas a los insurrectos, y luego desarrolló una intensa actividad política contra estos. En 1933, en Corrientes, tomó parte en el alzamiento de los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar, quienes no habían participado de la revolución del 6 de septiembre de 1930. Convertido en yrigoyenista, tras el golpe de estado de 1930, participó del levantamiento de 1933 en Paso de los Libres –al que le dedicó un largo poema.
El conflicto de Jauretche con la línea dirigente del radicalismo, encabezada por Alvear, no tardó en profundizarse; cuando este último decidió en 1939 levantar la decisión de no presentarse a elecciones para mostrar el desacuerdo del partido con el régimen imperante, un importante grupo de la izquierda del radicalismo decidió formar una agrupación disidente. Junto con Homero Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra y otros fundó FORJA (acrónimo de Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que desarrollaría los lineamientos del nacionalismo democrático, opuesto a la vez al nacionalismo conservador de los sectores reaccionarios y a la política liberal del gobierno de Agustín P. Justo.
Hacia 1940 Jauretche rompió con Dellepiane y del Mazo, que se reincorporaron a la línea oficial de la UCR. FORJA se radicalizó así, dando lugar a elementos más nacionalistas. Raúl Scalabrini Ortiz, siempre próximo al ideario del movimiento, se afilió a él, formando junto con Jauretche la dupla dirigente. Se apartaría nuevamente hacia 1943, dejando a Jauretche en solitario al frente. Su oposición al gobierno de Ramón Castillo fue vehemente, y aunque se mostró escéptico ante las intenciones de los militares que lo derrocaron, su firme posición de neutralidad frente a la Segunda Guerra Mundial hizo que saludara al gobierno de Pedro Pablo Ramírez con simpatía, y cuando el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) derrocó a su vez a Ramírez por ceder a las presiones estadounidenses y romper relaciones con el Eje.
Jauretche se mostró próximo al ascendente coronel Juan Domingo Perón, Secretario de Trabajo y Previsión. Aunque siempre crítico, adhirió al peronismo desde el 17 de octubre de 1945. Apoyado por Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires, y próximo al programa económico de Miguel Miranda, que promovía un proyecto de industrialización acelerada fomentado por el estado, con la idea de emplear los excelentes réditos del modelo agroexportador durante la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial para transformar el perfil productivo del país, fue nombrado presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1946, cargo desde el cual desarrolló una política crediticia generosa con los proyectos de industrialización y que ocuparía hasta 1951. A partir de ese momento se desempeño como Embajador itinerante del gobierno argentino, visitando Uruguay, Perú, Ecuador y Centroamérica.
Nunca descuidó la labor literaria y la investigación histórica.
Existe una Universidad Nacional que lleva su nombre.
"Lo que movilizó las masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del '45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos sanitarios. No eran resentidos. Eran criollos alegres porque podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos fonográficos, veranear, concurrir a los restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida "occidentales" que hasta entonces les habían sido negadas."
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