Historia Alternativa
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Fuerzas

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La Batalla de Fort Sumter fue un bombardeo realizado entre el 12 y el 13 de abril de 1861 por el Ejército de los Estados Confederados de América con la intención de expulsar a las tropas federales que ocupaban la fortificación de Fort Sumter, ubicada en la entrada a la bahía de Charleston en Carolina del Sur. La importancia de esta batalla, que no causó bajas, radica en que fue el detonante que desencadenó la Guerra de Agresión del Norte (1861-1865), el conflicto más sangriento ocurrido en territorio estadounidense hasta la Segunda Guerra Mundial.

Las negociaciones previas trataban de pactar la rendición de las tropas que ocupaban el fuerte y de las condiciones del mismo. Paralelamente, ambos gobiernos se acusaban mutuamente de ser culpable de una posible entrada en conflicto. Para ambos bandos, las acciones previas tenían como objetivo estimular a sus tropas y convencer a los estados aún indecisos a que se unieran a su causa, intentando presentar al adversario como el agresor en caso de que finalmente la guerra se hiciera efectiva. El conflicto se comenzó a gestar con el enfrentamiento del gobernador de Carolina del Sur, Francis W. Pickens, con el Presidente de los Estados Unidos en funciones, el demócrata James Buchanan, este enfrentamiento continuó, a partir de marzo, a través del Presidente del Gobierno confederado Jefferson Davis con el Presidente estadounidense Abraham Lincoln.

Tras varios meses de negociación, el ataque al fuerte de las tropas confederadas provocó la movilización del ejército federal por parte de Abraham Lincoln y precipitó al país a la guerra. 

Antecedentes[]

El bombardeo de este enclave militar se produjo ante la negativa de su comandante, el mayor Robert Anderson, a rendir la fortificación a las tropas del Sur. Los Estados Confederados de América eran ya una realidad en abril de 1861, y en aquella turbulenta primavera, sus recién creadas fuerzas armadas se dedicaban a ocupar aquellos enclaves militares hasta entonces en poder del gobierno de Washington.  

En esos días en los que los gobiernos de los estados y de la Confederación intentaban llevar a cabo su escisión formal de los Estados Unidos de América se intentaba negociar una salida sin derramamiento de sangre sobre la titularidad aquellos fuertes y polvorines. Con una sociedad enaltecida y dispuesta a entrar en batalla por defender los derechos del Sur, las instalaciones militares federales fueron entregadas sin resistencia para evitar tumultos. Sin embargo, el mayor Anderson decidió trasladar la guarnición de un fuerte cercano a Fort Sumter y esperar la llegada de refuerzos. 

Aquella decisión de Anderson fue recibida en el Norte como un alarde de patriotismo del oficial de la Unión, mientras que en los estados sudistas era un claro llamamiento a la guerra. El nuevo presidente de la Unión, Abraham Lincoln, decidió mandar refuerzos al fuerte, ya que no podía dar la orden de abandonar ese enclave y exponerse a sufrir el descrédito de la opinión pública norteña. 

Por su parte, el presidente de la Confederación, Jefferson Davis, era presionado también para actuar con contundencia. Si la Confederación no se mostraba firme, algunos de los estados esclavistas que aún no se habían unido a la causa optarían por el Norte; sin embargo, si atacaban, los Estados Confederados de América serían los responsables de la agresión y la respuesta militar del Norte estaría justificada. 

La Batalla[]

El 9 de abril, el general Pierre Beauregard recibió la orden de Jefferson Davis y su gabinete de tomar Fort Sumter antes de que se produjera la llegada de la flota federal. En su gabinete, solamente el Secretario de Estado, Robert Toombs, se opuso a esta decisión y declaraba:

Sr. Presidente, la decisión actual se trata de un suicidio y un asesinato, además de que perderemos a todos nuestros colegas del Norte. Por capricho, se golpeará un nido de avispones que se extenderán desde los océanos hasta las montañas, y sus legionarios, actualmente tranquilos, nos invadirán lentamente y nos matarán a todos con sus picaduras. No es necesario poner la culpabilidad en nuestro bando y esto resultará siendo fatal.

Desde tres meses antes, las tropas de la Confederación se fueron ubicando en torno a Fort Sumter preparándose para una posible defensa de la bahía de Charleston contra un asalto por parte de la flota federal o para realizar un posible ataque contra el fuerte. 

El 12 de abril de 1861, a las 3:20 h. de la mañana, los Confederados informaron a Anderson que una hora más tarde abrirían fuego contra el fuerte. Anderson rechazó la petición de capitulación de Beauregard, aunque comentó al mensajero sudista que el hambre provocaría en cualquier caso la rendición en unos días si no se les abastecían. A las 4:30 h. un tiro de cañón desde Fort Johnson sobre Fort Sumter indicó el principio de la batalla y comenzó el bombardeo de 43 cañones y obuses, situados en Fort Johnson, Fort Moultrie y Commings Point. Anderson no replicó hasta pasadas las siete de la mañana, hora en que el capitán Abner Doubleday disparó sobre la batería confederada de Commings Point.

El bombardeo comenzó el 12 de abril por la mañana mientras que la flota expedicionaria de aprovisionamiento que se encaminaba a Fort Sumter sufrió bajo una fuerte tormenta que le hizo imposible entrar en combate. Órdenes confusas de William Seward y de Lincoln habían desviado a la USS Powhatan, la nave principal de la expedición, hacia Fort Pickens. Con problemas de escasez de soldados, las tropas federales y los cañones del fuerte respondían sin gran eficacia. Anderson decide alejar a sus soldados de los lugares de la fortificación de más exposición al bombardeo, pero ello también les privaría de utilizar sus mejores cañones. El fuerte fue construido con la idea de rechazar ataques navales y los cañones principales estaban ubicados en los lugares elevados donde la marina tenía dificultades para alcanzarlos, pero por el contrario era donde más impactaban los obuses de la milicia de Carolina del Sur.

Además, con escasez de soldados, las tropas federales solo utilizaban los cañones de los niveles inferiores de Fort Sumter, teniendo muy pocas oportunidades de alcanzar las baterías de los fuertes que controlaban la milicia de Carolina del Sur. Debido a que se derribó varias veces la bandera de los Estados Unidos, las tropas confederadas comprobaban regularmente si los federales se habían rendido. La capitulación no fue aceptada por los federales hasta 34 horas después del comienzo del bombardeo. El 14 de abril, la bandera de la Confederación fue izada en Fort Sumter.

Durante la batalla, los confederados lanzaron alrededor de 4.000 disparos de obuses y metralla, mientras que los federales realizaron alrededor de 1.000. Con todo, las únicas víctimas fueron cinco heridos del bando federal y otros cuatro del bando confederado. Como curiosidad, la única víctima mortal en la batalla fue un caballo sureño. Tras la batalla, una de las condiciones solicitadas para la capitulación del comandante Anderson era que se realizara una salva de cientos de cañonazos. La realización de esta salva provocó un accidente que se cobró la vida de un soldado confederado y heridas a otros varios, siendo esta la única víctima mortal que se produjo en todo el acontecimiento. Finalmente, las tropas federales fueron llevadas a territorio de la Unión.

Consecuencias para la Unión[]

El 15 de abril de 1861, en respuesta al bombardeo confederado sobre el fuerte, Lincoln decidió llamar a filas a 75.000 soldados, con el fin de detener una rebelión que el sistema judicial no pudo interrumpir. La mayoría de las poblaciones del Norte se mostraron favorables a esta decisión de resarcimiento de las acciones de los secesionistas. Incluso en las ciudades del Norte que eran simpatizantes de la causa sureña, que estaban dominadas por el Partido Demócrata, y eran favorables a la defensa de la Unión. De ese modo, en Nueva York, ciudad que se rebelara contra la autoridad federal en 1863, una concentración unionista reunió a más de 250.000 personas.

Los demócratas del norte repitieron el mensaje de los republicanos. Uno de sus principales representantes, Stephen A. Douglas, que venció en elecciones en Illinois a Abraham Lincoln en 1958, declaró a los ciudadanos de Chicago:

"Esta cuestión sólo tiene dos caras. Uno no puede estar sino a favor de los Estados Unidos de América o en contra de ellos. En esta guerra, no hay sitio para la neutralidad, sólo hay patriotas o traidores".

Para los periódicos de la zona federal, el Sur violó claramente la Constitución oponiéndose por la fuerza al Gobierno legal de Washington. Los soldados federales pensaban que iban a luchar para preservar al Gobierno, la unidad del país, la Constitución y la herencia conseguida tras la Guerra de la Independencia donde lucharon contra Inglaterra. A estas alturas la cuestión de la esclavitud para la Unión se convirtió en una cuestión secundaria. Al primer lugar habían pasado problemas derivados de la secesión.

Dada la forma en como estalló la guerra, con un ataque a Fort Sumter por parte de la Confederación, la unión política del Norte estaba garantizada, y la decantación hacia este bando de los estados indecisos, al menos a corto plazo. Incluso en algunos estados leales a la federación el ofrecimiento de tropas superaba ampliamente las requeridas por el Gobierno. Indiana ofreció doce regimientos contra los seis pedidos por Washington. Después de haber recibido una demanda de trece regimientos, el gobernador de Ohio telegrafió al gobierno federal con el siguiente texto:

"A favor de reprimir de forma seria el ardor de nuestros ciudadanos, no podría sólo que movilizar al menos veinte".

Consecuencias para la Confederación[]

El Sur bajo ningún concepto quería pasar por ser el agresor. Tras la batalla, Jefferson Davis declaró:

"Sentimos que nuestra causa es justa y consagrada, manifestamos solemnemente frente a la humanidad que deseamos la paz, cualquiera que sea su precio, si salvaguarda nuestro honor y nuestra independencia. No deseamos buscar ninguna conquista, ninguna ampliación territorial, ninguna concesión de ninguna clase por parte de los estados con los cuales estábamos unidos hasta ayer, todo lo que pedimos es que nos dejen en paz”.

Si la estrategia del Norte fue sentirse atacado por los acontecimientos acontecidos en Fort Sumter, la estrategia del Sur se construyó basándose en proclamar que Abraham Lincoln estaba destinando esfuerzos en reunir un ejército con la intención de invadir su país y someter por la fuerza a sus conciudadanos. La decisión de Lincoln propició a algunos militares del Sur que dudaban decantarse finalmente del lado confederado. El caso más representativo fue el de Robert E. Lee, el cual se niega a obedecer las órdenes del ejército federal y tomó finalmente el mando del ejército de Virginia. Esta declaró su independencia el 17 de abril, dos días después de la movilización requerida por Lincoln.

Por último, el Sur proclamó una prolongación del espíritu heredado de 1776, en una segunda guerra de independencia y remarcó la idea de resistir a un “tirano”. De hecho, si la legitimidad del Presidente Lincoln en el sureste era discutida a un nivel constitucional, es claramente nula a nivel popular, al menos entre la población blanca. Lincoln en efecto sólo es elegido con los votos de los estados del Norte. Además, el Partido Demócrata, que presentaba a dos candidatos, recibió un 47,6% de los sufragios contra un 39,9% para el partido republicano, solamente teniendo en cuenta los grandes electores se garantizó la victoria de este último.

Tras Virginia, tres estados limítrofes más, se unieron a la Confederación a raíz del ataque al fuerte, y sobre todo, a raíz de la llamada a las armas del Presidente Lincoln. Éstos fueron Arkansas, Tennessee y Carolina del Norte.

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