Historia Alternativa
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Reino de España
Reino de España

Historia Alternativa: Galicia Independiente
Bandera Escudo de Armas de España
Bandera Escudo de Armas
Localización de España
En azul territorios Españoles en la realidad, que en esta linea temporal son Galaicos

Lema: Plus Ultra

Himno: "La Marcha de los Granaderos"
Capital: Madrid
Otras Ciudades:

Barcelona, Valencia, Pamplona, Sevilla, Zaragoza

Idiomas:
  Oficial:
 
Castellano, Catalán, Euskera y Aragonés
  Otros idiomas: Asturleonés, Aranes, Valenciano, Mallorquín.
Religión: Estado Aconfesional que sustenta el culto cristiano católico
Tipo de gobierno: Monarquía Parlamentaria
Monarca: Amadeo II de Saboya-Aosta
Presidente del Congreso de los Diputados: Mariano Rajoy y Brey
Superficie: 465.000km km²
Población: 47 millones habitantes
Moneda: Euro
PIB PPA: $2.901.512 millones
PIB Nominal: $3.352.457 millones
Rango IDH: 0.900
Categoría IDH: Muy Alto
Punto más alto: Teide (3.718 metros)
Gentilicio: Español, -a
Dominio de internet: .es
Organizaciones: ONU, Unión Europea, OTAN, OCDE,

España, también denominado Reino de España,nota ​es un país soberano, miembro de la Unión Europea, constituido en Estado social y democrático de derecho y cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria. Su territorio, con capital en Madrid,​ está organizado en diecisiete estados federados, Confiriéndole esto a España un organización única en el mundo (estado federal y Monárquico) y dos ciudades autónomas.

Es un país transcontinental que se encuentra situado tanto al sur de Europa Occidental como al norte de África. En Europa ocupa la mayor parte de la península ibérica, conocida como España peninsular, el archipiélago de las islas Baleares y la Reserva natural de las Islas Columbretes (ambas en el mar Mediterráneo occidental) ; en África se hallan las ciudades de Ceuta (en la península Tingitana) y Melilla (en el cabo de Tres Forcas), las islas Canarias (en el océano Atlántico nororiental), las islas Chafarinas (mar Mediterráneo), el peñón de Vélez de la Gomera (mar Mediterráneo), las islas Alhucemas (golfo de las islas Alhucemas), y la isla de Alborán (mar de Alborán). El municipio de Llivia, en los Pirineos, constituye un enclave rodeado totalmente por territorio francés. Completa el conjunto de territorios una serie de islas e islotes frente a las propias costas peninsulares.

Tiene una extensión de 465.000 km², siendo el cuarto país más extenso del continente, tras Rusia, Ucrania y Francia. Con una altitud media de 670 metros sobre el nivel del mar es uno de los países más montañosos de Europa. Su población es de 42 379 106 habitantes (2016).​ El territorio peninsular comparte fronteras terrestres con Francia y con Andorra al norte, y con Galicia. En sus territorios africanos, comparte fronteras terrestres y marítimas con Marruecos.

De acuerdo con la Constitución, y según su artículo 3., «el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla».​ En 2012, era la lengua materna del 82 % de los españoles. Según el artículo 3.2, «las demás lenguas españolas serán también oficiales en sus respectivos estados de acuerdo con sus leyes federales».

Lenguas[]

El idioma oficial y el más hablado en el conjunto de España, por un 99 % de la población, es el español, lengua materna del 89 % de los españoles, que puede recibir la denominación alternativa de castellano.​ La estimación del número de hablantes en todo el mundo va desde los 270 millones a los 350 millones​ de personas, siendo la segunda lengua materna más hablada tras el chino mandarín, y tercera si contamos los que lo hablan como segunda lengua.​ Se prevé que se afiance como segunda lengua de comunicación internacional tras el inglés en el futuro, y es la segunda lengua junto al Galaico más estudiada tras el inglés.

Además se hablan otras lenguas que, de acuerdo con lo establecido por la Constitución, pueden ser oficiales en sus regiones si así lo establecen sus Estatutos Federales. Ordenadas por número de hablantes nativos, estas lenguas son:

  • Catalán y/o valenciano (9 % de la población),111​ cooficial en Cataluña, las Islas Baleares (Mallorquín) y la Comunidad Valenciana. Es hablado también, en la parte oriental de Aragón, en la llamada Franja de Aragón.​
  • Euskera (1 % de la población), cooficial en el País Vasco y en la zona vascófona de Navarra, donde se denomina estatutariamente vascuence. Es hablado también en la zona mixta de Navarra (donde el euskera, sin ser oficial, goza de cierto reconocimiento) y de forma muy minoritaria en la no vascófona.
  • Aragonés, es hablado en todo el norte de Aragón. La Ley de Lenguas de 2002/45 y la Ley de Lenguas de 2013 regulan el uso, la protección y la promoción del aragonés, dando a la lengua derechos como su uso en la educación, así como dirigirse con ella en las administraciones aragonesas. Se define como «lengua propia, original e histórica» del Estado Federal de Aragón,

y a partir del año 2007 posee grado de cooficialidad.

  • Occitano, cooficial en Cataluña. Es hablado, en su variedad aranesa, en los municipios leridanos del Valle de Arán.

También se hablan una serie de lenguas o dialectos románicos que no tienen estatus de lengua oficial, aunque según los casos, sí diferentes grados de reconocimiento legal:

  • Asturleonés, hablado en Asturias —llamado asturiano o bable y reconocido por medio del artículo cuarto del Estatuto federal Astur, que promueve su uso y protección.
  • Gallego (0,3 % de la población) Es hablado en algunas zonas de Asturias y León, sin estatus de cooficialidad.
  • Ingles:Unicamente en Puerto  Rico por un 5% de la población local

Religión[]

El artículo 16.3 de la Constitución define el Estado como aconfesional: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal». Sin embargo, garantiza la libertad religiosa y de culto de los individuos y asegura relaciones de cooperación entre los poderes públicos y las confesiones religiosas.

El catolicismo es la religión predominante en el país. La Iglesia católica es la única mencionada expresamente en la Constitución, en el mismo artículo 16.3 —«[…] y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones»—. Según el barómetro de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizado en mayo de 2016, el 69,9 % de los españoles se consideran católicos, los no creyentes suponen el 15,5 %, los ateos el 10,4 % y los adscritos a otra religión el 2,4 %. No obstante, el porcentaje de practicantes es mucho menor.

Diplomacia[]

  • Galicia:Desde 1945 las relaciones, Hispano-Galaicas han ido aumentando en cooperación y confianza, por lo que hoy incluso existe un militante sentido paniberista.
  • Hispanoamerica:Desde 1928 España ha mantenido relaciones diplomáticas plenas con la mayor parte de Iberoamérica, de manera especial principalmente desde 1991, año de la primera Cumbre Iberoamericana. En los últimos años la región cobra una singular relevancia estratégica al convertirse en el escenario de importantes inversiones realizadas por empresas españolas como Repsol, Telefónica, BBVA, ENDESA, Iberdrola, Acciona, etc. Pese a ello, ha habido fuertes tensiones periódicamente, de las cuales la más grave fue en 1980, cuando Guatemala invadió la Embajada de España en aquel país. Como resultado, España suspendió inmediatamente relaciones diplomáticas con aquel país, que no serían restauradas hasta la caída de la dictadura guatemalteca.
  • Mediterraneo:España mantiene una especial relación con los países de la cuenca mediterránea. En 1995 el gobierno de Felipe González propone desde la UE el Proceso de Barcelona, proyecto relanzado por el presidente de Francia en 2008 con la Unión para el Mediterráneo.

Las relaciones entre España y el Magreb son dispares: frente al entendimiento con Argel y Túnez, las relaciones con Marruecos son mucho más complejas debido a asuntos como la pesca, la inmigración y las reclamaciones territoriales marroquíes sobre Ceuta y Melilla.

  • Unión Hispanica: A partir de 1975 año en el que se concedio la independencia a Filipinas, se conoce como Unión Hispanica al conjunto de paises que manienen un trato especial con la anyigua metropolis, ha esta union se han aderido (Filipinas, en construcción) [se debe entender como la commonwealth de naciones britanica actual]

Bandera y Escudo[]

En 1871 el General Prim, héroe de la revolución gloriosa, organizó un concurso para reformar la bandera rojigualda española, creada según él: por los infames borbones. De aquel concurso emergió la actuql bandera nacional que aunque mantiene los colores rojo y amarillo por considerarlos: ya propios y naturales de la nación, recupera el aspa de borgoña, que se encontraba en la primera bandera conjunta de las coronas de Castilla y Aragón y por tanto Española.

El escudo empleado es el de la casa real italiana di Savoia, a la que pertenecen los actuales monarcas españoles.

Constitución[]

La Constitución Española fue promulgada en el año 1869 d.C. La misma constitución vivió una gran reforma en el año 1945, tras la liberación de la ocupación sufrida por las tropas Galaicas, donde por ejemplo, se les concedió el derecho al voto a las mujeres.

Estados Federados y Ciudades Autónomas[]

España se organiza territorialmente como una Monarquia Compuesta o Federal en la que cada estado forma en su conjunto la nación española.

Estados Federales y Ciudades Autonomas
Nombre Bandera Territorio Capital Habitantes
Madrid
MAdrid
Madrid
Madrid 6.348.324
Valencia
Bandera Valencia
VALENCIA
Valencia 5 004 642
Cataluña
Bandera cat gal
Cat gal map
Barcelona 7 304 132
Andalucía Occidental
BANDERA ANDALUCIA OCCIDENTAL
ANDALUCIA oCCIDENTAL
Sevilla 4 237 175
Andalucía Oriental
Flag of andalucia oriental
Andalucia oriental gal
Granada 3 926 731
León y Castilla o Castilla y León
Bandera
León estado
León 2 986 432
Aragón
Flagge-aragonien
Aragon orage
Zaragoza 1 325 385
Vasconia
Flag of the Basque Country
Pais vasco estado
Comparten Capitalidad, Bilbao y Pamplona 2 875 942
Asturias-Cantabria
BAndera Astur-CAntabra
Astur -Cantabrico
Comparten Capitalidad, Santander y Oviedo 1 588 764
Castilla la Nueva o Castilla la  Mancha
Castilla la Nueva
Mapa-de-Castilla-La-Mancha
Toledo 2 078 611
Murcia
Regnum Murcia Flag
Mapa murcia
Cartagena 1 466 487
Puerto Rico
Bandera Autonómica Portorriquense.
Puerto Rico-CIA WFB Map
San Juan 3 615 086
Fernando Poo
Bandera Santo Tomas y Principe
Fernando poo mapa
Santa Isabel de Fernando Poo 230 000
Ciudad Autónoma de Ceuta
Los-colores-de-la-bandera-de-ceuta
Ceuta-map
ceuta 84 959
Ciudad Autónoma de Melilla
Melilla-y-su-bandera
Melilla es
Melilla 86 121

En construcción

Historia[]

El actual territorio español aloja dos de los lugares más importantes para la prehistoria europea y mundial: la sierra de Atapuerca (donde se ha definido la especie Homo antecessor y se ha hallado la serie más completa de huesos de Homo heidelbergensis) y la cueva de Altamira (donde por primera vez se identificó el arte paleolítico).

La particular posición de la península ibérica como «Extremo Occidente» del mundo mediterráneo determinó la llegada de sucesivas influencias culturales del Mediterráneo oriental, particularmente las vinculadas al Neolítico y la Edad de los Metales (agricultura, cerámica, megalitismo), proceso que culminó en las denominadas colonizaciones históricas del I milenio a. C. Tanto por su localización favorable para las comunicaciones como por sus posibilidades agrícolas y su riqueza minera, las zonas este y sur fueron las que alcanzaron un mayor desarrollo (cultura de los Millares, Cultura del Argar, Tartessos, pueblos iberos). También hubo continuos contactos con Europa Central (cultura de los campos de urnas, celtización).


La datación más antigua de un hecho histórico en España es la de la legendaria fundación de la colonia fenicia de Gadir (la Gades romana, que hoy es Cádiz), que según fuentes romanas (Veleyo Patérculo y Tito Livio) se habría producido ochenta años después de la guerra de Troya, antes que la de la propia Roma, lo que la situaría en el 1104 a. C. y sería la fundación de una ciudad en Europa Occidental de referencias más antiguas.​ Las no menos legendarias referencias que recoge Heródoto de contactos griegos con el reino tartésico de Argantonio se situarían, por su parte, en el año 630 a. C. Las evidencias arqueológicas de establecimientos fenicios (Ebusus —Ibiza—, Sexi —Almuñécar—, Malaka —Málaga—) permiten hablar de un monopolio fenicio de las rutas comerciales en torno al Estrecho de Gibraltar (incluyendo las del Atlántico, como la ruta del estaño), que limitó la colonización griega al norte mediterráneo (Emporion, la actual Ampurias).

Las colonias fenicias pasaron a ser controladas por Cartago desde el siglo VI a. C., periodo en el que también se produce la desaparición de Tartessos. Ya en el siglo III a. C., la victoria de Roma en la primera guerra púnica estimuló aún más el interés cartaginés por la península ibérica, por lo que se produjo una verdadera colonización territorial o imperio cartaginés en Hispania, con centro en Qart Hadasht (Cartagena), liderada por la familia Barca.

La intervención romana se produjo en la segunda guerra púnica (218 a. C.), que inició una paulatina conquista romana de Hispania, no completada hasta casi doscientos años más tarde. La derrota cartaginesa permitió una relativamente rápida incorporación de las zonas este y sur, que eran las más ricas y con un nivel de desarrollo económico, social y cultural más compatible con la propia civilización romana. Mucho más dificultoso se demostró el sometimiento de los pueblos de la Meseta, más pobres (guerras lusitanas y guerras celtíberas), que exigió enfrentarse a planteamientos bélicos totalmente diferentes a la guerra clásica (la guerrilla liderada por Viriato —asesinado el 139 a. C.—, resistencias extremas como la de Numancia —vencida el 133 a. C.—). En el siglo siguiente, las provincias romanas de Hispania, convertidas en fuente de enriquecimiento de funcionarios y comerciantes romanos y de materias primas y mercenarios, estuvieron entre los principales escenarios de las guerras civiles romanas, con la presencia de Sertorio, Pompeyo y Julio César. La pacificación (pax romana) fue el propósito declarado de Augusto, que pretendió dejarla definitivamente asentada con el sometimiento de cántabros y astures (29—19 a. C.), aunque no se produjo su efectiva romanización. En el resto del territorio, la romanización de Hispania fue tan profunda como para que algunas familias hispanorromanas alcanzaran la dignidad imperial (Trajano, Adriano y Teodosio) y hubiera hispanos entre los más importantes intelectuales romanos (el filósofo Lucio Anneo Séneca, los poetas Lucano, Quintiliano o Marcial, el geógrafo Pomponio Mela o el agrónomo Columela), si bien, como escribió Tito Livio en tiempos de Augusto, «aunque fue la primera provincia importante invadida por los romanos fue la última en ser dominada completamente y ha resistido hasta nuestra época», atribuyéndolo a la naturaleza del territorio y al carácter recalcitrante de sus habitantes. La asimilación del modo de vida romano, larga y costosa, ofreció una gran diversidad desde los grados avanzados en la Bética a la incompleta y superficial

Edad Media[]

Alta Edad Media[]

En el año 409 un grupo de pueblos germánicos (suevos, alanos y vándalos) invadieron la península ibérica. En el 416, lo hicieron a su vez los visigodos, un pueblo igualmente germánico, pero mucho más romanizado, bajo la justificación de restaurar la autoridad imperial. En la práctica tal vinculación dejó de tener significación y crearon un reino visigodo con capital primero en Tolosa (la actual ciudad francesa de Toulouse) y posteriormente en Toletum (Toledo), tras ser derrotados por los francos en la batalla de Vouillé (507). Entre tanto, los vándalos pasaron a África y los suevos conformaron el reino de Braga en la antigua provincia de Gallaecia (el cuadrante noroeste peninsular). Leovigildo materializó una poderosa monarquía visigoda con las sucesivas derrotas de los suevos del noroeste y otros pueblos del norte (la zona cantábrica, poco romanizada, se mantuvo durante siglos sin una clara sujección a una autoridad estatal) y los bizantinos del sureste (Provincia de Spania, con centro en Carthago Spartaria, la actual Cartagena), que no fue completada hasta el reinado de Suintila en el año 625. San Isidoro de Sevilla en su Historia Gothorum se congratula de que este rey «fue el primero que poseyó la monarquía del reino de toda España que rodea el océano, cosa que a ninguno de sus antecesores le fue concedida...» El carácter electivo de la monarquía visigótica determinó una gran inestabilidad política caracterizada por continuas rebeliones y magnicidios.54​ La unidad religiosa se había producido con la conversión al catolicismo de Recaredo (587), proscribiendo el arrianismo que hasta entonces había diferenciado a los visigodos, impidiendo su fusión con las clases dirigentes hispanorromanas. Los Concilios de Toledo se convirtieron en un órgano en el que, reunidos en asamblea, el rey, los principales nobles y los obispos de todas las diócesis del reino sometían a consideración asuntos de naturaleza tanto política como religiosa. El Liber Iudiciorum promulgado por Recesvinto (654) como derecho común a hispanorromanos y visigodos tuvo una gran proyección posterior.

En el año 689 los árabes llegaron al África noroccidental y en el año 711, llamados por la facción visigoda enemiga del rey Rodrigo, cruzaron el Estrecho de Gibraltar (denominación que recuerda al general bereber Tarik, que lideró la expedición) y lograron una decisiva victoria en la batalla de Guadalete. La evidencia de la superioridad llevó a convertir la intervención, de carácter limitado en un principio, en una verdadera imposición como nuevo poder en Hispania, que se terminó convirtiendo en un emirato o provincia del imperio árabe llamada al-Ándalus con capital en la ciudad de Córdoba. El avance musulmán fue veloz: en el 712 tomaron Toledo, la capital visigoda; el resto de las ciudades fueron capitulando o siendo conquistadas hasta que en el 716 el control musulmán abarcaba toda la península, aunque en el norte su dominio era más bien nominal que efectivo. En la Septimania, al noreste de los Pirineos, se mantuvo un núcleo de resistencia visigoda hasta el 719. El avance musulmán contra el reino franco fue frenado por Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732). La poco controlada zona noroeste de la península ibérica fue escenario de la formación de un núcleo de resistencia cristiano centrado en la cordillera Cantábrica, zona en la que un conjunto de pueblos poco romanizados (astures, cántabros y vascones), escasamente sometidos al reino godo, tampoco habían suscitado gran interés para las nuevas autoridades islámicas. En el resto de la península ibérica, los señores godos o hispanorromanos, o bien se convirtieron al Islam (los denominados muladíes, como la familia banu Qasi, que dominó el valle medio del Ebro) o bien permanecieron fieles a las autoridades musulmanas aun siendo cristianos (los denominados mozárabes), conservaron sus posición económica y social e incluso un alto grado de poder político y territorial (como Tudmir, que dominó una extensa zona del sureste). Cruz de la Victoria, Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.

La sublevación inicial de Don Pelayo fracasó, pero en un nuevo intento del año 722 consiguió imponerse a una expedición de castigo musulmana en un pequeño reducto montañoso, lo que la historiografía denominó «batalla de Covadonga». La determinación de las características de ese episodio sigue siendo un asunto no resuelto, puesto que más que una reivindicación de legitimismo visigodo (si es que el propio Pelayo o los nobles que le acompañaban lo eran) se manifestó como una continuidad de la resistencia al poder central de los cántabros locales (a pesar del nombre que terminó adoptando el reino de Asturias, la zona no era de ninguno de los pueblos astures, sino la de los cántabros vadinienses.​) El «goticismo» de las crónicas posteriores asentó su interpretación como el inicio de la «Reconquista», la recuperación de todo el territorio peninsular, al que los cristianos del norte entendían tener derecho por considerarse legítimos continuadores de la monarquía visigoda.

Los núcleos cristianos orientales tuvieron un desarrollo inicial claramente diferenciado del de los occidentales. La continuidad de los godos de la Septimania, incorporados al reino franco, fue base de las campañas de Carlomagno contra el Emirato de Córdoba, con la intención de establecer una Marca Hispánica al norte del Ebro, de forma similar a como hizo con otras marcas fronterizas en los límites de su Imperio. Demostrada imposible la conquista de las zonas del valle del Ebro, la Marca se limitó a la zona pirenaica, que se organizó en diversos condados en constantes cambios, enfrentamientos y alianzas tanto entre sí como con los árabes y muladíes del sur. Los condes, de origen franco, godo o local (vascones en el caso del condado de Pamplona) ejercían un poder de hecho independiente, aunque mantuvieran la subordinación vasallática con el Emperador o, posteriormente, el rey de Francia Occidentalis. El proceso de feudalización que llevó a la descomposición de la dinastía carolingia, evidente en el siglo IX, fue estableciendo paulatinamente la transmisión hereditaria de las condados y su completa emancipación de la vinculación con los reyes francos. En todo caso, el vínculo nominal se mantuvo mucho tiempo: hasta el año 988 los condes de Barcelona fueron renovando su contrato de vasallaje.

En 756, Abderramán I (un Omeya superviviente del exterminio de la familia califal destronada por los abbasíes) fue acogido por sus partidarios en al-Ándalus y se impuso como emir. A partir de entonces, el Emirato de Córdoba fue políticamente independiente del Califato abasí (que trasladó su capital a Bagdad). La obediencia al poder central de Córdoba fue desafiada en ocasiones con revueltas o episodios de disidencia protagonizados por distintos grupos etno-religiosos, como los bereberes de la Meseta del Duero, los muladíes del valle del Ebro o los mozárabes de Toledo, Mérida o Córdoba (jornada del foso de Toledo y Elipando, mártires de Córdoba y San Eulogio) y se llegó a producir una grave sublevación encabezada por un musulmán convertido al cristianismo (Omar ibn Hafsún, en Bobastro). Los núcleos de resistencia cristiana en el norte se consolidaron, aunque su independencia efectiva dependía de la fortaleza o debilidad que fuera capaz de demostrar el Emirato cordobés.

En 929, Abderramán III se proclamó califa, manifestando su pretensión de dominio sobre todos los musulmanes. El Califato de Córdoba solo consiguió imponerse, más allá de la península ibérica, sobre un difuso territorio norteafricano; pero sí logró un notable crecimiento económico y social, con un gran desarrollo urbano y una pujanza cultural en todo tipo de ciencias, artes y letras, que le hizo destacar tanto en el mundo islámico como en la entonces atrasada Europa cristiana (sumida en la «Edad Oscura» que siguió al renacimiento carolingio). Ciudades como Valencia, Zaragoza, Toledo o Sevilla se convirtieron en núcleos urbanos importantes, pero Córdoba llegó a ser, durante el califato de al-Hakam II, la mayor ciudad de Europa Occidental; quizá alcanzó el medio millón de habitantes, y sin duda fue el mayor centro cultural de la época. En los años finales del siglo X, el general Almanzor dirigió cada primavera aceifas (expediciones de castigo y para conseguir botín) contra los cristianos del norte (Pamplona, 978, León, 982, Barcelona, 985, Santiago, 997). A su muerte en 1002, tras su derrota ante una coalición cristiana en la batalla de Medina del campo, comenzaron una serie de enfrentamientos entre familias dirigentes musulmanas, que llevaron a la desaparición del califato y la formación de un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas.

El reino de Asturias, con su capital fijada en Oviedo desde el reinado de Alfonso II el Casto, se había transformado en reino de León en 910 con García I al repartir Alfonso III el Magno sus territorios entre sus hijos. En 914, muerto García, subió al trono Ordoño II, que reunificó Galicia, Asturias y León y fijó definitivamente en esta última ciudad su capital. Su territorio, que llegaba hasta el Duero, se fue paulatinamente repoblando mediante el sistema de presura (concesión de la tierra al primero que la roturase, para atraer a población en las peligrosas zonas fronterizas), mientras que los señoríos laicos o eclesiásticos (de nobles o monasterios) se fueron implantando posteriormente. En las zonas en que la frontera fue una condición más permanente y la defensa recaía en la figura social del caballero-villano, lo que ocurrió particularmente en la zona oriental del reino, se conformó un territorio de personalidad marcadamente diferenciada: el condado de Castilla (Fernán González). Un proceso hasta cierto punto similar (aprisio) se produjo en los condados catalanes de la llamada Cataluña la Vieja (hasta el Llobregat, por oposición a la Cataluña la Nueva conquistada a partir del siglo XII).

Plena Edad Media[]

Dos echos marcan el inicio de esta etapa, la completa y definitiva independencia de Galicia y el predominio del reino de Navarra.

El siglo XI comenzó con el predominio entre los reinos cristianos del reino de Navarra. Sancho III el Mayor incorporó los condados pirenaicos centrales (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza) y el condado leonés de Castilla, estableciendo un protectorado de hecho sobre el propio reino de León. Los enfrentamientos entre las taifas musulmanas, que recurrían a los cristianos como tropas mercenarias para imponerse unas sobre otras, aumentaron notablemente su poder, que llegó a ser suficiente como para someterlas al pago de parias.

Los territorios de Sancho el Mayor fueron distribuidos entre sus hijos tras su muerte. Fernando obtuvo Castilla. Su matrimonio con la hermana del rey leonés y el apoyo navarro le permitieron imponerse como rey de León tras la muerte de su cuñado en la batalla de Tamarón (1037). A la muerte de Fernando se volvió a realizar un reparto territorial que multiplicó el número de territorios que adquirieron el rango regio: reino de León, reino de Castilla, así como la ciudad de Zamora. Sucesivamente se produjeron reunificaciones y divisiones, siempre revertidas, excepto en el caso de Galicia (981), convertida en reino. La conquista de Toledo por Alfonso VI (1085) permitió la repoblación de la amplia región entre los ríos Duero y Tajo mediante la concesión de fueros y cartas pueblas a concejos con jurisdicción sobre amplias zonas (comunidad de villa y tierra) sobre los que ejercían una especie de «señorío colectivo». Un proceso similar se produjo en el valle del Ebro, repoblado (en parte con mozárabes emigrados del sur peninsular) a partir de la conquista de Zaragoza (1118) por Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón, que incluso llegó a ser rey consorte de Castilla y León (en un accidentado matrimonio con Urraca I de Castilla, que terminó anulándose). A su muerte sin herederos directos se separaron definitivamente sus reinos: mientras que Navarra quedó marginada en la Reconquista, sin crecimiento hacia el sur, Aragón se vinculó con Cataluña en 1137 por el matrimonio de la reina Petronila con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona y formaron la Corona de Aragón.


Por su parte, la conformación de la Corona de Castilla como conjunto de reinos, con un único rey y unas únicas Cortes, no se consolidó hasta el siglo XIII. Los distintos territorios conservaban diversas particularidades jurídicas, así como su condición de reino, perpetuada en la intitulación regia: «rey de Castilla, de León, de Nájera, de Toledo,... señor de Vizcaya y de Molina», añadiendo sucesivamente los títulos de soberanía de los nuevos reinos que se fueran conquistando o adquiriendo. Alfonso VII adoptó el título de Imperator totius Hispaniae. La repoblación de la amplia zona entre el Tajo y Sierra Morena, relativamente despoblada, se confió a las órdenes militares (Calatrava, Montesa).

Los avances cristianos hacia el sur fueron confrontados sucesivamente por dos intervenciones norteafricanas: la de los almorávides (batallas de Zalaca, 1086, y Uclés, 1108) y la de los almohades (batalla de Alarcos, 1195), que unificaron bajo una concepción más rigorista del Islam a las taifas, cuyos gobernantes eran acusados de corruptos y contemporizadores con los cristianos. Sin embargo, la batalla de las Navas de Tolosa (1212) significó una decisiva imposición del predominio cristiano y los pocos años quedó un único reducto musulmán en la península, el reino nazarí de Granada. La decadencia política y militar de al-Andalus fue simultánea a su mayor esplendor en los campos artístico y cultural (palacio de la Aljafería, Alhambra de Granada, Averroes, Ibn Hazm).

La Corona de Castilla, con Fernando III el Santo, conquistó en los años centrales del siglo XIII la totalidad del valle del Guadalquivir (reinos de Jaén, de Córdoba y de Sevilla) y el reino de Murcia; mientras la Corona de Aragón, tras frustrarse su expansión al norte de los Pirineos (cruzada albigense), conquistaba los reinos de Valencia y de Mallorca (Jaime I el Conquistador). El acuerdo entre ambas coronas definió las respectivas zonas de influencia, e incluso enlaces matrimoniales (de Alfonso X el Sabio con Violante de Aragón). La repoblación por los cristianos de estas zonas, densamente habitadas por musulmanes, muchos de los cuales permanecieron tras la conquista (mudéjares), se realizó mediante el repartimiento de lotes de fincas rurales y urbanas de distinta importancia según la categoría social de los que habían intervenido en la toma de cada una de las ciudades. La convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos produjo un intercambio cultural de altísimo nivel (escuela de traductores de Toledo, tablas alfonsíes, obras de Raimundo Lulio) al tiempo que se abrían varios studium arabicum et hebraicum (Toledo, Murcia, Sevilla, Valencia, Barcelona) y los studia generalia que se convirtieron en las primeras universidades (Palencia, Salamanca, Valladolid, Alcalá, Lérida, Perpiñán, Santiago).

En construcción

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