La Guerra de Expansión Leonesa o Gran Guerra Íbera es un conflicto militar producidos por el Reino de León a través de los cuales viva expandir sus fronteras sobre los territorios de Castilla y Portugal con la ayuda de los reinos de Andalucía y Aragón
Antecedentes[]
León había quedado subyugado bajo la corona castellana en 1230, cuando Fernando III, conocido como el Santo, reclamó la corona a la muerte de su padre Alfonso IX y que obtuvo a través de la Concordia de Benavente firmada por su madre Berenguela de Castilla y la primera mujer del difunto monarca, Teresa de Portugal.
Alfonso IX de León. Un rey icónico durante la historia de León.
Durante muchos siglos ambas coronas formaron un reino en conjunto, hasta la Crisis de las Españas, cuando bajo el mando de Juan Francisco Alfonso Pimentel y Ponce de León diversas comunidades del histórico Reino de León se alzaron en contra del monarca español Felipe IV.
En 1652 muere Francisco I de León, y pasa la corona a su hijo Antonio, que fallece el 12 de Enero de 1677, pasando el reino de León a manos de Francisco II, que buscaría la expansión de las fronteras leonesas para recuperar la gloria pasada del reino.
Por el otro lado Castilla se encontraba devastada. Durante la Crisis de las Españas sufrió una dura despoblación y la bancarrota era total, no teniendo dinero ni los nobles del país; que sacaban el máximo dinero que podían a través de la venta de tierras al clero. El monarca Felipe sufrió de constantes complots, que acabaron con su vida en un atentado ocurrido el 13 de Septiembre de 1661. Aún así, su mujer, Mariana de Austria se encontraba embarazada por lo que fue declarada regente antes de que su propio hijo naciera.
El 17 de Noviembre nació Carlos y ese mismo día fue proclamado rey de Castilla bajo la regencia de su madre, que duraría hasta 1675.
Con Carlos II las cosas parecían mejorar en Castilla, y aunque era difícil poco a poco las arcas del reino fueron obteniendo sus primeros ingresos desde 1641. Ésto estuvo mal visto por los reinos enemigos de Castilla, que veían dicha recuperación económica como una futura amenaza de reconquista, por lo que León, Andalucía y Aragón formaron una alianza en su contra.
Inicio de la Guerra[]
Felipe I de Orleans, Rey de Navarra.
El 19 de Marzo de 1679, el monarca leones Francisco II declaró la guerra al Reino de Castilla con la conquista de Badajoz como Casus Belli; aunque en realidad detrás de este ataque se encontraba el miedo a un renacimiento de Castilla con el que se conquistasen los reinos iberos recientemente nacidos.
Andalucía y Aragón no tardaron en unirse a la guerra y ambos mandaron sus tropas directas a la ocupación de Madrid y Toledo, las ciudades más importantes del reino. Mientras que por su parte, León avanzó sobre el puerto de Santander, poniéndolo bajo asedio el 18 de Julio y tomó la ciudad fronteriza de Badajoz el 20 de Abril tras la Batalla del Guadiana; que fue una costosa victoria para los leoneses.
También intervino Navarra, que envió su pequeño ejército hacia Logroño, tomando la ciudad por sorpresa. El rey de Navarra Felipe I entró de esta manera a la alianza de León, Andalucía y Aragón a pesar de las trabas que ponía el último de ellos, quien acusaba a los navarros de ser vasallos directos de Francia.
Resistencia Castellana[]
Aunque el reino vivía bajo la más dura crisis, los campesinos del país se movilizaron en milicias creadas por sí mismos para la defensa, no de Castilla, sino de sus villas y ciudades, que se veían amenazadas frente a los saqueos de las tropas enemigas; de esta manera, aunque el ejército castellano se mantenía bajo mínimos, hombres y mujeres del más bajo pueblo llano se prepararon en sus casas para ofrecer la más dura resistencia que pudiesen dar ante los invasores.
Los más duros fueron los casos de Soria y Ávila, contra aragoneses y leoneses respectivamente. Dichas comunidades se alzaron e incluso vencieron en algunas puntuales batallas al modo de guerra de guerrillas; aún así esto no fue suficiente para detener el avance enemigo y las ciudades cayeron. En el caso de Ávila, en Diciembre el propio monarca Francisco II de León mandó quemar hasta los cimientos la ciudad con todos sus habitantes dentro, ocurriendo así un gran genocidio de abulenses que todavía se recuerda en la actualidad como el evento más duro de la historia de la ciudad.
Intervención Portuguesa[]
La caída de la capital castellana se dió el 22 de Noviembre de 1679, pero el rey Carlos II de Castilla fue acogido en Portugal, gracias a Alfonso IV que le aseguró su total protección a cambio de la entrega de ciertas compensaciones económicas.
Inmediatamente el rey luso recibió una misiva de su aliado Alonso I de Andalucía exigiéndole que entregase al monarca castellano; la respuesta fue un no rotundo, que fue considerado como un insulto diplomático a lo que se respondió con una declaración de guerra por parte de la alianza. Esta decisión fue elegida principalmente por causa de la persistencia del monarca leonés, que vió una perfecta posibilidad de expansión la cual fue aprovechada.
Desarrollo de la Guerra[]
Con Castilla reducida a un puñado de pueblos ocupados por milicias, León y Andalucía giraron sus ejércitos hacia Portugal, entrando uno por Galicia y el otro por el Algarve, cerrando así de norte a sur la nación lusa; que fue cayendo paulatinamente ante las fuerzas enemigas por la falta de un ejército continental efectivo.
Aún así, América era otro mundo y es que Brasil, con un ejército formado por colonos, avanzó hacia el oeste, combatiendo a los andaluces en la Provincia de Venezuela, que pronto sería arrasada por las tropas portuguesas. En mar, las fuerzas lusas eran invencibles y tuvieron una gran serie de victorias sobre los andaluces en el Estrecho de Gibraltar y el Océano Atlántico, atacando todas las plazas fuertes andaluzas del norte de África; las Islas Canarias fueron ocupadas y saqueadas por tropas portuguesas.
Fin de la Guerra[]
El 15 de Noviembre de 1681 cayó Lisboa tras varios meses de asedio, y en la ciudad quedaron capturados Alfonso IV de Portugal y Carlos III de Castilla; siendo enviados a León para redactar el tratado de paz.
Al poco tiempo se firmó el Tratado de León, a través del cual ocurrían los siguientes cambios territoriales:
- Las regiones castellanas de Badajoz y Cantabria; junto con las portuguesas Galicia y Bragança serán entregadas al Reino de León.
- El Algarve, Baixo Alentejo, la Isla de Madeira serán entregados al Reino de Andalucía. Las plazas fuertes de África portuguesas también serán entregadas a los andaluces, que las mantendrán bajo su posesión hasta el 1800, cuando deberán de ser devueltas bajo las condiciones del tratado.
- Los territorios de Soria, Guadalajara, Cuenca y Albacete serán entregadas a la Corona de Aragón.
- La provincia de La Rioja será otorgada al Reino de Navarra como compensación a su intervención en la guerra.
Mapa Iberia - 1681
Consecuencias en América[]
La guerra en Iberia tuvo grandes repercusiones en América ya que, aunque no hubo enfrentamiento armado entre Nueva Granada y el Perú, éste último obtuvo de manera indirecta la independencia de Castilla tras el Tratado de León en 1681.
Con la périda de su flota y la imposibilidad de Castilla de mandar recursos a América, México mando una pequeña comitiva militar a tomar La Florida, que aceptó la soberanía mexicana, mientras que en Perú se creó una monarquía electiva.
La primera votación a monarca estuvo disputada entre Miguel Núñez de Sanabria y Gil de Cabrera y Dávalos; pero gracias a la intervención del clero jesuita a favor de Núñez éste recibió la corona, pasando a ser Miguel I del Perú; quién reinó hasta el 28 de julio de 1729 e hizo grandes reformas sociales y económicas en el país y ganandose el título de "padre de la nación".