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María Clementina de Sucre y Orleans
Historia Alternativa: Reino de Quito
María Clementina de Sucre y Orleans (Reino de Quito)

17 de diciembre de 1883 - 30 de agosto de 1900

Duquesa de Esmeraldas
30 de agosto de 1900 - 3 de marzo de 1962

30 de agosto de 1900 - 2 de diciembre de 1936

2 de diciembre de 1936 - 28 de mayo de 1948
Predecesor Anastasia I de Rusia
Sucesor Nadezhda de Bulgaria

Princesa de México
28 de mayo de 1948 - 3 de marzo de 1962

Información personal
Nacimiento 17 de diciembre de 1883
Carondelet, Quitburgo, Quito
Fallecimiento 3 de marzo de 1962 (78 años)
Chapultepec, México D.I., México
Familia
Padres Leopoldo I de Quito
Blanca de Orleans
Cónyuge Emiliano II de México
Hijos véase Descendencia
Educación
Información profesional

María Clementina de Sucre-Quito y Orléans (17 de diciembre de 1883, Quitburgo - 3 de marzo de 1962, Ciudad de México) fue una princesa de Sucre por nacimiento y, por su matrimonio con Emiliano II, emperatriz consorte de México entre 1936 y 1948. Ostentó además los títulos de Duquesa de Esmeraldas tras su matrimonio, y el de Princesa de México tras quedar viuda.

Vida privada[]

Fue la segunda hija y primera mujer del matrimonio conformado por los entonces príncipes de Quito, Leopoldo de Sucre-Quito y Blanca de Orleans. Nació el 17 de diciembre de 1883 en el Palacio de Carondelet, en la ciudad de Quitburgo, donde residían sus padres en calidad de príncipes herederos del trono imperial de Quito. Fue bautizada el 11 de enero en una ceremonia privada celebrada en la iglesia del Palacio de El Ejido.

Al igual que su hermano mayor, Antonio, fue educada por profesores particulares en el Palacio hasta los 13 años, cuando fue enviada a un colegio para señoritas en Londres, estando a cargo de la familia de su madre. Regresó a Quito a finales de 1899, donde se preparó para su matrimonio con el segundo hijo del emperador mexicano, Emiliano de Iturbide-Habsburgo, con quien había estado prometida hacía un año por acuerdo entre los padres de ambos jóvenes.

A finales del mes de junio de 1900, a María Clementina le fue retirado el título de Princesa de Sucre, aunque al no ser la prometida de un futuro monarca, pudo conservar el de Gran Duquesa de Quito y su derecho en la línea de sucesión al trono quiteño. Además, siguiendo la tradición de los hijos de un monarca tras sus respectivos matrimonios, su padre le confirió el título de Duquesa de Esmeraldas, que entraría en vigor automáticamente el día de su boda.

En julio del mismo año la Princesa llega a la ciudad de México, hospedándose en unos apartamento acondicionados para ella en el Palacio Nacional, del centro de la ciudad de México. Allí, acompañada de un cortejo de 6 personas que viajaron con ella, conoció a su futuro esposo por primera vez.

Matrimonio[]

María Clementina y Emiliano contrajeron matrimonio el 30 de agosto de 1900, en una ceremonia oficiada por el arzobispo de la ciudad en la Catedral Metropolitana, convirtiéndose automáticamente en Princesa consorte de Iturbide y en la mencionada Duquesa de Esmeraldas. La celebración se llevó a cabo en los salones del Palacio Nacional, contando con la presencia de la totalidad de la familia imperial mexicana, así como de la emperatriz Blanca, madre de la novia, sus hermanos y una delegación diplomática del Parlamento de Quito.

La nueva pareja se instaló en el Palacio de Iturbide, donde daría a luz a sus siete hijos. Los azares del destino convertirían a Emiliano, hasta entonces tercero en la línea de sucesión, en emperador de México tras la muerte prematura de su hermano Maximiliano II en 1930 y la posterior abdicación de su sobrino Emiliano I en 1936; con ello María Clementina se convertía en emperatriz consorte de los mexicanos.

Descendencia[]

Del matrimonio entre María Clementina y Emiliano nacieron siete hijos:


Relaciones familiares[]

María Clementina fue una mujer de carácter fuerte, fruto de su educación en la corte inglesa desde los 13 años. La relación con su familia quiteña se enfrió tras su matrimonio, pues la princesa regresó a Quito únicamente en tres ocasiones y recibió la visita de su hermano Antonio una vez. Sin embargo, mostraba un cariño especial por la princesa Leonor de Argentina, hija de su hermano menor Luis Felipe y la reina María Luisa de Argentina, de quien era madrina de bautizo y le escribía correspondencia mensual.

Cuando en 1912 murió su padre Leopoldo I, María Clementina no asistió a los funerales pues se encontraba a punto de dar a luz a la princesa Anastacia; esto generó una suerte de resentimiento que según algunos historiadores fue la causa del distanciamiento con los Sucre-Quito. Mientras que en 1931 si participó de las exequias de su madre, Blanca de Orleans, aunque mantuvo una actitud indiferente con el resto de miembros de la familia imperial quiteña, excepto su hermano Luis Felipe, su cuñada y los hijos de éste.

En cuanto a las relaciones con sus hijos, es bien sabido que tenía cierto favoritismo por Agustín, María Elena y Miguel Ángel, quienes eran además los más dóciles de la prole; mientras que la relación era algo tensa con los demás, especialmente con su primogénita María Isabel, de quien renegó varias veces pues decía que había contraido matrimonio con un plebeyo acaudalado solamente por llevarle la contraria.

Al ser tan dominante con sus vástagos y tremendamente orgullosa de su estirpe imperial quiteña y real francesa, María Clementina no tenía una buena relación con la mayoría de sus hijos políticos, empezando por John Davison Rockefeller III, el millonario esposo de María Isabel, a quien la entonces princesa prohibió el ingreso a sus apartamentos de Palacio por ser miembro de una familia de plebeyos que habían corrido con suerte apenas una generación atrás. Igual suerte corría María Martina de García Pelayo, esposa de Enrique, que aunque descendía de los duques de Purificación (una de las familias más nobles de México), no estaba a la altura de un príncipe imperial; sin embargo su relación fue bastante diplomática por razones de protocolo en la Corte mexicana con los descendientes de duques.

La relación más tóxica de todas se dio con Nadezhda de Bulgaria, la joven princesa búlgara que ella misma había elegido para ser la esposa de su hijo Agustín, el futuro emperador de México. La falta de adaptabilidad de la joven a los rígidos ceremoniales de la corte mexicana, y el hecho que no tuvo oportunidad de aprender un español fluido a pesar de las continuas clases a las que era sometida por la princesa María Clementina, fueron el puntapié inicial del conflicto entre ambas. Pronto Nadezhda no solo se reveló de las imposiciones de la princesa, sino que empezó a reclamar más atención de su marido, cuyos días giraban en torno a una estricta agenda planeada por su madre y en la que dejaba poco tiempo para la pareja. Luego de cinco años de matrimonio, la búlgara (como era llamada despectivamente por su suegra) no había quedado embarazada, hecho que ponía en peligro la sucesión al trono de su consentido Agustín. María Clementina comenzó a presionar desde varios frentes a la joven para que quedara en cinta del tan ansiado heredero, creando un ambiente hostil que según muchos fue la causa de que nunca pudiera concebir; por otra parte, algunas teorías señalan la posible infertilidad del príncipe imperial, pero esto tampoco ha sido comprobado. Finalmente, Nadezhda y su suegra dejaron de dirigirse la palabra alrededor de 1955, pocos años antes de que la primera muriera a los 58 años de edad.

Con respecto a los consortes del resto de sus hijos, María Clementina mantuvo una relación cordial, ya que en todos los casos, conocedores del carácter de la princesa, éstos decidieron alejarse de Palacio para evitar al máximo los conflictos.

Emperatriz Consorte[]

Tras la muerte de Agustín II en 1895, fue el hermano mayor de Emiliano: Maximiliano, quien accedió al trono mexicano y permaneció en él hasta su muerte en 1930, cuando su hijo, Emiliano I, le sucedería. Emiliano I abdicó seis años después, el 2 de diciembre de 1936, dando paso a que su tío Emiliano, que hasta entonces había tenido pocas posibilidades de llevar la corona, sea proclamado Emperador de México, y con ello María Clementina se convirtió en Emperatriz consorte.

Debido a la gran formación que había recibido en Quito y Europa, la figura de María Clementina fue muy importante durante el reinado de Emiliano II. El monarca mexicano confiaba plenamente en su esposa, que se había convertido en su principal consejera de Estado. La emperatriz era encargada de la regencia del país cuando Emiliano se encontraba fuera por algún motivo, convirtiéndose en una de las mujeres con mayor poder en la historia de la nación; al punto de ser comparada en reiteradas ocasiones con Carlota de Bélgica, la ilustrada consorte de Maximiliano I de Habsburgo durante la restauración imperial del país.

Muerte[]

Tras la muerte de su esposo, María Clementina recibió de su hijo Agustín III el título de Princesa de México, lo que la convertía en princesa mexicana por derecho. Debido a que continuó residiendo en sus propios apartamentos del Castillo de Chapultepec, también siguió influyendo en las decisiones imperiales por algún tiempo más, llegando a convertirse en una de las principales consejeras del nuevo monarca. Los últimos años de su vida tuvo una mala relación con su nuera, Nadezhda de Bulgaria, a quien culpaba de que Agustín no pudiera concebir el tan ansiado heredero; incluso se llegó a murmurar que la emperatriz no podía engendrar por la presión que ejercía María Clementina.

La ex emperatriz murió en sus aposentos de Chapultepec el 3 de marzo de 1962, a la edad de 78 años. Por orden de su hijo Agustín, el funeral fue el de una monarca y no el de una consorte, con una capilla ardiente de tres días en el Palacio Nacional, lugar en el que había residido por primera vez en México. Sus restos se depositaron junto a los de su esposo, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.


Predecesor:
Anastacia Romanóv
Coat of Arms of the First Mexican Empire

Emperatriz consorte de México
1936 - 1948

Sucesor:
Nadezhda de Bulgaria
Predecesor:
Duquesa de Esmeraldas
1900 - 1962
Sucesor:
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