Historia Alternativa
Advertisement
Mariana Carcelén de Guevara
Historia Alternativa: Reino de Quito
Mariana de Quito (Reino de Quito)

13 de mayo de 1830 - 15 de diciembre de 1861
Monarca Antonio José de Quito
Predecesor no existe título
Sucesor Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha (como Príncipe de Carondelet)

8 de agosto de 1828 - 15 de diciembre de 1861
Predecesor Felipe Carcelén de Guevara
Sucesor María Teresa de Quito

8 de agosto de 1828 - 15 de diciembre de 1861
Predecesor Felipe Carcelén de Guevara
Sucesor María Teresa de Quito

Información personal
Nacimiento 27 de julio de 1805
Hacienda Solanda, Quitburgo, Real Audiencia de Quito (Imperio español)
Fallecimiento 15 de diciembre de 1861 (56 años)
Palacio de El Ejido, Quitburgo, Quito
Familia
Padres Felipe Carcelén de Guevara
Teresa de Larrea-Zurbano
Hijos María Teresa
María Isabel
Educación
Información profesional


María Ana Carcelén de Guevara y Larrea-Zurbano, llamada comúnmente Mariana, (27 de julio de 1805, Hacienda Solanda, Quito, Imperio español - 15 de diciembre de 1861, Palacio de El Ejido, Quitburgo, Quito), fue Marquesa de Solanda y Villarocha por herencia paterna, y la primera Emperatriz de Quito gracias a su matrimonio con Antonio José.

Primeros años[]

Marquesa Teresa de Larrea-Zurbano y Jijón (madre de Mariana)

Marquesa Teresa de Larrea-Zurbano, madre de Mariana.

Fue hija de Felipe Carcelén de Guevara y Sánchez de Orellana, séptimo marqués de Solanda y quinto marqués de Villarocha, quien fuera capitán general de San Francisco Borja (Perú) y primer alcalde ordinario de la ciudad española de Quito; y de Teresa de Larrea-Zurbano y Jijón, creada Princesa de Solanda en 1830. Mariana era la segunda de siete hermanos:

  • Mercedes, muerta poco tiempo después de nacida.
  • Josefa, creada Princesa de Carcelén en 1830.
  • Vicente José, fallecido al año de edad.
  • María Rosa, creada Princesa de Carcelén en 1830.
  • María Manuela, creada Princesa de Carcelén en 1830. Contrajo matrimonio con su pariente Modesto Larrea y Carrión, Marqués de San José, pero el enlace fue disuelto más tarde por la autoridad eclesiástica.
  • Felipe, creado Príncipe de Villarocha en 1830.

Fue educada en el convento de El Carmen Bajo por su tía-abuela, quien era la abadesa del lugar; y aunque nunca descolló en ciencias o en artes como era común en las mujeres de la época, si se destacó en manualidades.

Su padre, quien también había participado de la Revolución Quiteña del 10 de agosto de 1809, en cuya Junta de Gobierno fue representante y vocal por el barrio de la Catedral o Central, murió en 1829, un año después de su matrimonio con Antonio José de Sucre. Mariana heredó entonces los marquesados y una de las fortunas más grandes del país. Entre los bienes heredados por la nueva marquesa, se encontraban la mansión familiar en el centro de la ciudad de Quitburgo; la hacienda La Delicia, en las inmediaciones del pueblo de Cotocollao; la hacienda y después Palacio de El Deán, al oriente de la ciudad; la hacienda Chillogallo, al sur de la capital; cientos de cabezas de ganado, docenas de esclavos, un obraje de indígenas en la hacienda Solanda y una cuantiosa cuenta bancaria en Europa.

Matrimonio[]

Antonio José de Quito y Mariana Carcelén de Guevara

Mariana y Antonio José (1829).

Tras el triunfo en la Batalla de Pichincha, el mariscal Antonio José de Sucre ingresó triunfante en la ciudad de Quitburgo, donde conoció a doña Teresa de Larrea-Zurbano y Jijón, esposa del marqués Felipe Carcelén de Guevara, quien había escondido a las tropas independentistas en su hacienda de Chillogallo la noche previa a la batalla. La Marquesa se había refugiado por precaución en el convento de Santo Domingo con sus tres hijas, hasta donde Antonio José ingresó para mostrarle gratitud por el favor recibido del Marqués y ofrecerles toda clase de garantías para que volvieran a casa. En primera instancia, Antonio José no había mostrado mayor interés por ninguna de las muchachas Carcelén de Guevara, pero la amistad que había logrado con la familia le permitió que con el pasar de los días conociera mejor a Mariana. En una misiva posterior enviada a su hermano Jerónimo, el futuro Emperador le confesó que si bien la joven no le parecía la más atractiva, si era la más tierna, dócil y refinada que había conocido.

Antonio José obtuvo el permiso de los Marqueses de Solanda para visitar periódicamente a la muchacha, que tampoco estaba encantada con el general venezolano, pero lo recibía por presión de sus padres que estaban interesados en la relación con el nuevo orden político que se avecinaba tras la independencia. Aunque con el tiempo confesaría que se llegó a enamorar profundamente de él, solo lo haría después del matrimonio. Mientras cumplía con sus funciones presidenciales en Bolivia, Antonio José mantuvo en la distancia su relación amorosa, renovada a través de un intenso intercambio epistolar. No obstante, de manera simultánea, entabló tres relaciones amatorias en Guayaquil, La Paz y Chuquisaca; pero a pesar de estas aventuras, en el fondo Mariana seguía siendo la mujer de sus afectos.

En medio de un ambiente político lleno de rivalidades, la firme intención de Antonio José era retirarse de la actividad pública y reunirse con su novia. Fue así como pide la mano de Mariana en matrimonio, en parte enamorados, en parte presionados por la familia Carcelén. Debido a que el mariscal Sucre no podía desatender su cargo de Presidente de Bolivia, entregó un poder al general Vicente Aguirre para que le representara en la ceremonia matrimonial efectuada el día 28 de abril de 1828 en la iglesia de El Sagrario, de la ciudad de Quitburgo.

Antonio José le encargó al general Aguirre adquirir la parte nororiental de la inmensa mansión de los Carcelén para destinarla como residencia del matrimonio. Luego, el mariscal Sucre se dirigiría a Quito, a donde llegaría el 30 de septiembre de 1828 para hacer vida familiar con su esposa. Diez meses después nacería la futura emperatriz María Teresa.

Para 1829, Mariana ya había heredado los títulos y la fortuna de su padre. La nueva Marquesa y el Mariscal invirtieron mucho tiempo y dinero en la ampliación de la antigua casa de hacienda de la familia Carcelén en el oriente de la ciudad, hasta convertirlo en lo que hoy conocemos como Palacio de El Deán, y en el que la pareja pasó mucho tiempo libre. Mariana también aprovechó este tiempo para acercarse a la familia de su esposo, especialmente a su cuñado Jerónimo.

Pero al parecer, no todo era dicha para la pareja, pues la Marquesa no había resultado muy hábil para el manejo de los caudales heredados de su, por demás, rica familia. Se sabe incluso que se negó a pagar una contribución forzosa al gobierno grancolombiano, aporte que finalmente debió efectuar Antonio José de su propio peculio. En varios momentos, él se sintió desesperado ante los tropiezos que había experimentado en su intento por afianzar unas sólidas bases económicas que le aseguraran un mejor futuro a su hija.

En noviembre de 1829, el mariscal Sucre recibió la orden de regresar a Bogotá para presidir un Congreso mediante el cual se quiso evitar la disolución de la Gran Colombia. Poco antes de abandonar Quito, dejó firmado su testamento declarando como heredera universal a su hija Teresa. Aún hoy persiste el dilema de por qué excluyó a su esposa, aunque autores como Rumazo sostienen que lo hizo en prevención a que ella enviudara y volviera a casarse, con lo cual la pequeña quedaría desamparada.

Durante el viaje a la capital grancolombiana, Mariana se mantuvo muy presente en la mente de Sucre, y él así se lo hizo saber: «Te escribo (…) para decirte que te pienso cada vez con más ternura, para asegurarte que desespero por ir junto a ti; para pedirte que por recompensa de mis delirios, de mi adoración por ti, me quieras mucho me pienses mucho(…) Todo, todo, todo lo pospondré a dos objetos: primero el complacerte, y segundo, a mi repugnancia por la carrera pública. Solo quiero vivir contigo en el retiro y en el sosiego. Me alegraré si puedo con esto darte pruebas incontestables de que mi corazón está enteramente consagrado a ti, y de que soy digno de que busques los medios de complacerme y de corresponderme».

En una misiva posterior, Antonio José confesó estar cada vez más enamorado de su esposa y, para complacerla en la distancia, había recomendado a su edecán que le consiguiera unos brillantes y a su hermano Jerónimo que le comprara unas perlas. Ambos obsequios fueron surmontados y son hoy conocidos como los botones Sucre-Carcelén, y son parte de las joyas de la corona quiteña.

Descendencia[]

Familia Sucre-Carcelén de Guevara

La familia imperial (1836).

De la unión entre Mariana y Antonio José nacieron dos niñas:

Emperatriz de Quito[]

Mariana es coronada como Emperatriz de Quito el 1 de septiembre de 1830, en una ceremonia oficiada por el obispo Lasso de la Vega en la iglesia de San Francisco. La joven emperatriz tomó juramento ante el presidente del Parlamento de la misma manera que lo hizo su esposo Antonio José, por lo que se convierte en la única consorte quiteña con igualdad de poderes que el monarca titular; este hecho es visto por los historiadores como el intento de validar la dinastía Sucre como quiteña, a pesar de su orígen extrangero.

Católica devota, Mariana dedicó los primeros meses tras su coronación a la oración y la beneficencia. El primer baile ofrecido en el Palacio de Carondelet el 14 noviembre de 1830, fue precisamente planeado por la Emperatriz para recaudar fondos para la readecuación del Hospital San Juan de Dios, que la nombró patrona de la institución. Era además asidua visitante del monasterio de La Concepción, que se encontraba cruzando la calle norte del Palacio, y donde se recogía en contemplación con las monjas del lugar.

Para inicios de 1831, su madre la convence de tomar un papel más activo en Palacio, para lo cual le entrega un libro que había adquirido sobre los ceremoniales de la Corte austríaca. La austera y tímida Mariana pronto se ve seducida por el lujo y la grandiosidad que podría lograr en Carondelet si se lo propusiera, y comienza nombrando a su propio séquito de seis Damas y un Secretario personal. Para la conmemoración del aniversario del 24 de Mayo se pone en práctica por primera vez el detallado ceremonial que la Emperatriz había escrito, pero pronto se daría cuenta que la alta sociedad quiteña no estaba preparada para adoptar el protocolo de la realeza europea en el que se había basado para crear el suyo propio; sin embargo, su esposo tuvo a bien alentarla a continuar, declarando como ley el ceremonial de Corte. Con el paso de los años Mariana logró consolidar una esfera de damas y caballeros de su entera confianza, a quienes instruyó perfectamente y alcanzó su propósito de imitar a la monarquía austriaca.

A pesar de siempre haber conservado un espíritu caritativo, Mariana no pudo evitar sucumbir a los lujos que le ofrecía su cargo. En 1833 llegó a Quitburgo Jean Helmé, un modisto francés que se aventuraba con la idea de volverse famoso en las nuevas cortes reales americanas, y que pronto entabló una relación cercana con la emperatriz y su madre. La alta costura entraría a formar parte de la vida de Mariana por el resto de su vida, convirtiéndose en ícono de la moda, incluso a una edad avanzada.

Entre los gustos que desarrolló tras convertirse en Emperatriz el arte tenía un lugar privilegiado. Pintores como Diego de Benalcázar y los hermanos Antonio y Rafael Salas, eran parte importante de la Corte de Palacio, y en muchos casos también amigos personales de la Emperatriz. Se convirtió en mecenas de varios talleres de arte en Quitburgo y Latacunga, y además fundó la Galería Nacional de Arte (1837), tomando para ello en arriendo algunas obras de los conventos a lo largo del país.

Utilizando su propio dinero, realizó adecuaciones en el Palacio de Carondelet, al que consideraba una prisión en el centro de la ciudad, por lo que convenció a su esposo de solicitar al Parlamento una asignación presupuestaria para construir una nueva residencia real, a la altura de lo que ambos soñaban. En 1832 inició la construcción del Palacio de El Ejido en las afueras de la ciudad, sobre un antiguo pabellón de caza que pertenecía a su familia, y cuya primera etapa fue inaugurada en 1841.

Últimos años[]

Sus últimos años de vida fueron dedicados a la consolidación de la corte imperial, continuando con la creación de estatutos y cargos inspirados en las cortes austríaca e inglesa. De igual manera dedicó gran parte de su propia fortuna familiar a adquirir obras de arte europeas, fino mobiliario y lujosas vajillas para decorar su nuevo Palacio, adecuando aún más los espacios, hasta convertirlos en un referente de elegancia y confort de la época.

El 12 de diciembre de 1861, durante el desfile de inicio de las fiestas navideñas, la emperatriz Mariana se retira del palco imperial en los balcones del Palacio de Carondelet debido a una molestia en el estómago que desembocó en una disentería incontrolable, cayendo en cama y muriendo dos días después, el 15 de diciembre en sus aposentos del Palacio de El Ejido, a los 56 años de edad.

Sus restos reposan junto a los de su esposo, el emperador Antonio José, en el Mausoleo Imperial de la Capilla de Villacís, en la iglesia de San Francisco de la ciudad de Quitburgo.


Predecesor:
Nuevo título
Emperatriz consorte de Quito
1830 – 1861
Sucesor:
Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha
Predecesor:
Felipe Carcelén de Guevara
Marquesa de Solanda
1829 – 1861
Sucesor:
María Teresa de Quito
Predecesor:
Felipe Carcelén de Guevara
Marquesa de Villarocha
1829 - 1861
Sucesor:
María Teresa de Quito
Advertisement