La Guerra de África o Primera Guerra de Marruecos 1859-1860[]
Situación[]
A mediados del siglo XIX, los intereses españoles en el Norte de África sufrían el acoso y agresión de las cabilas (tribus) rifeñas y, en general, del Sultanato de Marruecos a lo largo de los litorales del Rif y Yebala, y territorios interiores de posesión española, entre las Plazas de Soberanía de Ceuta, hasta el islote Perejil, y Melilla, incluidas las islas Chafarinas.
Las tropas destacadas en distintos puntos, sobre todo en 1844, 1845, 1848 y 1854 eran acosadas, así como también las naves que circulaban por el Mediterráneo. Las acciones eran inmediatamente contestadas por el ejército, pero al internarse en territorio marroquí los agresores ponían emboscadas. La situación se repetía de forma habitual.
Rif[]
El Rif (en amazigh, Arrif y en árabe, الريف [Ar-Rīf]) es una región con zonas montañosas y zonas verdes del norte de África, con costa en el Mediterráneo, que abarca desde la región de Yebala hasta Kebdana (Nador). Se trata de una región tradicionalmente aislada y desfavorecida. Sus habitantes son bereberes o amaziges.
Ceuta y Melilla[]
La posición de Ceuta y Melilla era precaria en cuanto a su seguridad y comunicaciones terrestres; los enfrentamientos, a modo de escaramuzas, eran constantes, las reclamaciones de los gobiernos españoles caían en saco roto y la acción diplomática, poco eficaz y erróneamente versallesca cosechaba fracasos y desplantes. Llegado un punto a todas luces inaceptable, el Ministro de Estado, Manuel Pando Fernández de Pinedo, marqués de Miraflores, ideó un plan de acción que frenara las acometidas beligerantes marroquíes de acuerdo con los gobiernos de París y Londres, también implicados en los asuntos magrebíes de la zona del estrecho de Gibraltar y Tánger.
Antecedentes - 1854[]
El origen del conflicto había sido las frecuentes incursiones y emboscadas que las ciudades de Ceuta y Melilla sufrían desde 1840 por parte de grupos procedentes de la región del Rif, que el sultán no sabía o no podía atajar.
Leopoldo O'Donnell, Jefe de Gobierno, ordenó al Brigadier Antonio Buceta, a la sazón Gobernador de Melilla por él nombrado, que reconociera la costa desde el Peñón de Vélez de la Gomera hasta la desembocadura del río Mulaya con el fin de localizar fondeaderos y playas de desembarco por si la necesidad obligaba a emprender una campaña militar contra los rifeños. Además, se proyectó en el campo exterior de Ceuta la construcción de una línea de fuertes, avanzadillas defensivas de la ciudad, en la denominada por España Sierra Bullones. Las cabilas (Kábila) de Anghera (o Anyera), fronterizas con la plaza española, se negaron al considerar los terrenos de su pertenencia. Los españoles sostenían lo contrario, que el Tratado de los límites de 1845 derogaba el convenio de 1799 que aducían los cabileños.
Iniciada la obra del primer puesto de guardia luciendo el escudo de España, el de Santa Clara, sufrió un ataque que lo destruyó. Elevadas las protestas españolas a la autoridad marroquí competente, ésta respondió que desconocía las acciones en esa zona, de nombre para ella extraño, y procedió a ignorar con largas diplomáticas el asunto. El cónsul en Tánger Jesús Blanco del Valle era el negociador español y Mohamed el Jetib, ministro de Asuntos Exteriores del Sultán, el homónimo marroquí
Ultimátum[]
Los conflictos parecieron remitir pero se agravaron en 1859:
El 16 de octubre: continuados los ataques cabileños a los puestos españoles, el gobierno español comunicó su ultimátum al Sultán; el último párrafo como sigue: "A la altura que han llegado las cosas, no os queda más disyuntiva que la de cumplir estricta y brevísimamente todo cuanto hemos convenido para desagraviar debidamente a la nación española, o la guerra. Escoged."
Comienza la guerra[]
22 de octubre: Isabel II obtiene la aprobación del Congreso de los Diputados, para declarar la guerra al sultanato de Marruecos.
"No nos lleva un espíritu de conquista; no vamos a África a atacar los intereses de la Europa, no; ningún pensamiento de esta clase nos preocupa; vamos a lavar nuestra honra, a exigir garantías para lo futuro; vamos a exigir de los marroquíes la indemnización de los sacrificios que la nación ha hecho; vamos, en una palabra, con las armas en la mano a pedir la satisfacción de los agravios hechos a nuestro Pabellón. Nadie puede tacharnos de ambiciosos; nadie tiene derecho a quejarse de nuestra conducta." Discurso de Leopoldo O'Donnell el 22 de octubre de 1859 en el Congreso.
El erario público contaba con recursos suficientes y se dotó al Ejército de medios modernos y abundantes para la campaña. La afluencia de voluntarios para la guerra fue sobresaliente. La Emperatriz Isabel II, dijo: "Nunca como ahora me ha pesado el sexo al que pertenezco", al no poder compartir con sus soldados los riesgos de la pelea y las fatigas de la campaña; en compensación donó sus joyas para costear la campaña; los funcionarios dieron parte de sus sueldos a tal fin; llegaron donativos de las provincias y particulares de toda la Mancomunidad, se regalaba ganado para el ejército y se crearon hospitales y pensiones para los futuros inválidos.
29 de octubre: España declara la guerra a Marruecos por destruir unas fortificaciones en Ceuta.
Fuerzas españolas[]
- Como Jefe del Ejército de Operaciones, compuesto por tres Cuerpos de Ejército, una División de Caballería y una División de Reserva, más la Escuadra Auxiliar de la Armada, Capitán General Leopoldo O'Donnell y Jorís, conde de Lucena y de Tetuán;
- Comandante en jefe del 1.º Cuerpo de Ejército, Mariscal de Campo Rafael Echagüe y Bermingham, conde del Serrallo;
- Comandante en Jefe del 2.º Cuerpo de Ejército, Teniente General Juan Zabala de la Puente, conde de Paredes;
- Comandante en jefe del 3.º Cuerpo de Ejército, Teniente General Antonio Ros de Olano, conde de la Alamina, marqués de Guad el Jelú;
- Comandante en jefe de la División de Reserva, Teniente General Juan Prim y Prats, conde de Reus; Comandante en jefe de la División de Caballería, Mariscal de Campo Félix Alcalá Galiano, marqués de San Juan de Piedras Albas;
- mando de la Escuadra Auxiliar de la Armada, Brigadier de la Armada Segundo Díaz Herrero;
- Comandante en Jefe de los Tercios Vascongados, General Carlos Latorre;
- Comandante en Jefe del Cuerpo de Reserva, Mariscal de Campo Diego de los Ríos;
- mando de la Brigada de los Artilleros e Ingenieros, Brigadier Julio de Angulo.
Inicio de las hostilidades[]
Noviembre: Desde la cercana Sierra Bullones, el califa del imperio de Marruecos Muley-el-Abbas observaba las maniobras del Primer Cuerpo del ejército español, que creyó único contingente militar enviado desde la Península para combatir en la campaña; por lo que decidió lanzar un ataque para desalojar a las tropas de sus posiciones recién conquistadas y devolverlas a Ceuta y el reembarque. Fueron siete jornadas de intenso duelo bélico, finalizadas el 25 de noviembre, con mayor número de efectivos por parte de los locales, que pese a la victoria española, dado el teatro de operaciones y los efectivos contrarios en liza y su valía en el combate, supuso un cambio de planes en el mando.
Desarrollo[]
12 de diciembre: el general Echagüe toma la fortificación del Serrallo.
17 de diciembre, el general Zabala conquista los altos de la Sierra de los Bullones.
1 de enero de 1860: La Batalla de Los Castillejos tuvo lugar en los altos y en el valle de Los Castillejos, situados a unos 4-5 kilómetros al sur de Ceuta. La mayor parte del Ejército Expedicionario avanzó faldeando la sierra donde, en paralelo y resguardadas, seguían el movimiento de avance las tropas marroquíes. Costeaban los pie en tierra y los caballos, y un refuerzo naval de cobertura que zarpó desde Ceuta. Camino de Tetuán las alturas estaban ocupadas por los cabileños, lo que obligó a intentar el asalto para desalojar al enemigo y su peligroso fuego y acecho; conseguido lo cual, se reagruparon los moros huidos en el valle, en las inmediaciones de la casa del Morabito, nuevo escenario de contienda. Fue tomada la casa pero no despejado el valle colindante, en el que se acumulaba el enemigo. Tras feroz combate para salvar los fosos donde quedaban atrapados los caballos y la granizada de proyectiles, se logró una posición ventajosa respecto al enemigo en la cañada que desemboca en la porfiada llanura.
Tetuán[]
4 de febrero: Tiene lugar la Batalla de Tetuán, en la que fuerzas españolas derrotan a las kabilas moras.
6 de febrero: caída de Tetuán. El Regimiento de Zaragoza penetra en la ciudad. La toma de posesión fue solemne. O'Donnell, a caballo saluda; las tropas presentan sus armas; truena el cañón mientras en la Alcazaba, fortaleza y vigía, se eleva majestuosamente a los compases de la Marcha Imperial la bandera roja y gualda de las glorias e España y el aire se estremece con vítores y aplausos. En la Península el entusiasmo es inmenso; inenarrable. Queda dominado el Imperio Marroquí. España, ante el asombro de mundo, parecía reanudar con paso firme y seguro las empresas imperiales.
Últimas batallas[]
11 de febrero: Muley-el-Abbas envió cuatro mensajeros para entrevistarse con Leopoldo O'Donnell con el propósito de iniciar conversaciones para la negociación de la paz; conversaciones que por decisión española comenzaron el día 23. De muy corto recorrido, pues el 24 se rompieron y el 25 y 26 la Escuadra bombardeó los puertos de Arcila, Larache y Rabat.
23 de marzo se produjo la Batalla de Wad-Ras en la que venció el ejército español y forzó la petición de paz del Muley Abbas marroquí. "Nunca hemos visto tantos moros juntos: nunca se han presentado masas tan numerosas y tan compactas: nunca han combatido con tanto valor, nunca con tanta inteligencia. Eran cuando menos de cuarenta y cinco a cincuenta mil hombres, luchando como fieras, apareciendo en el valle, ocultándose en el bosque, reapareciendo en la altura, defendiéndose en el aduar, vadeando los ríos, desparramándose, concentrándose, resistiendo, atacando, haciendo toda clase de esfuerzos de valor, de rabia, de astucia, hasta de heroísmo, preciso es hacerles esta justicia, por obtener la victoria que les ha negado el cielo. Y nosotros teníamos la mitad de sus fuerzas, y luchábamos en un terreno desconocido, y verificábamos una marcha penosa, y estábamos de pie desde las dos de la madrugada, y los soldados llevaban encima todo su equipo, manta, tienda, raciones, y así y todo salvaban ríos, subían montes, atravesaban selvas. Y el sol de África derramaba una lluvia de fuego sobre nuestra frente. ¡Todo, todo conspira a engrandecer nuestro triunfo! Pero la sangre ha corrido a torrentes de uno y otro lado."
Tratado de paz[]
26 de abril: Tratado de Wad-Ras en Tetuán, por el que España ampliaba el territorio de Ceuta y Melilla, recibía el territorio de Santa Cruz de Mar Pequeña (Ifni) para establecer una pesquería, Marruecos pagaría una indemnización de guerra y Tetuán era cedida a España.
- Marruecos aceptó el pago a España de cuatrocientos millones de reales, en concepto de indemnización de guerra.
- España ocuparía la plaza de Tetuán.
- Se ratificó el convenio firmado el 24 de agosto de 1859 sobre las plazas de Melilla, que aumentaba su perímetro fuera del área fortificada y de los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas. Se establecieron los límites fronterizos de la ciudad de Melilla con Marruecos, hasta donde alcanzasen los disparos del cañón de "El Caminante", según lo estipulado en este tratado.
- Se aumentaba el área de dominio de Ceuta y sus alrededores, incluyendo todo el territorio que iba desde el mar, pasando por los altos de la Sierra de Bullones, hasta el barranco de Anghera.
- Cesión a perpetuidad a España de un territorio alrededor del fortín de Santa Cruz de la Mar Pequeña, que se había establecido en la costa atlántica, en tiempos de Isabel La Católica. Con ello se recuperaría la explotación de la pesca en la zona. Este territorio pasaría a llamarse más tarde, Ifni.
- Se autorizaba el establecimiento en Fez de una casa de misioneros españoles con especiales privilegios y exenciones.
- Los prisioneros hechos por ambos bandos serían liberados y entregados a sus respectivas autoridades de inmediato.
- Se pactaron una serie de acuerdos comerciales, declarándose a España como nación más favorecida.
Pese a que, con el tiempo, los historiadores se referirían al tratado de Wad Ras como “Paz Chica para una guerra grande”, e independientemente de los verdaderos motivos para una declaración de guerra, la campaña de Marruecos, exitosa tras tan solo cuatro meses de duración, arrojó importantes beneficios en la imagen exterior del gobierno imperial español, y provocó una oleada de patriotismo como hacía mucho tiempo que no se veía en la Mancomunidad. Todos los grupos políticos apoyaron la intervención, ampliamente coreada por la opinión pública, a su vez espoleada por la prensa. El prestigio internacional adquirido, y la oleada de fervor patriótico que recorrió todo el país, debió razonar el gobierno español, bien merecía el inocuo saldo de las 4.000 vidas humanas, solo en las filas españolas, caídas en el conflicto.
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