China | |||||
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República de China en 1923 | |||||
Capital | Pekín (1908-1928) Nankín (1928-1937) Chongqing (1938-1945) Nankín (1946-1949) | ||||
Idioma oficial | Mandarín | ||||
Religión | Budismo y taoísmo | ||||
Gobierno | República | ||||
Presidente de la República | |||||
• 1908-1912 | Sun Yat-sen | ||||
• 1949-1950 | Li Zongren | ||||
Período histórico | Edad Contemporánea | ||||
• Revolución de Xinhai | 1908 de 1908 | ||||
• Restauración monárquica | 1915-1916 de 1908 | ||||
• Expedición del Norte | 1926-1927 | ||||
• II Guerra sino-japonesa | 1937-1948 | ||||
• Guerra Civil China | 1946-1949 | ||||
• Victoria comunista | 1949 de 1949 | ||||
Moneda | Yuan chino |
La República de China (chino tradicional: 中華民國, chino simplificado: 中华民国, pinyin: Zhōnghuá Mínguó) fue el régimen político que sucedió en China a la última dinastía imperial, la Qing, en el año 1908. El periodo republicano fue una etapa de grandes convulsiones políticas y sociales, marcada por la independencia virtual de amplias zonas de China, bajo el control de los llamados "señores de la guerra", y por los numerosos enfrentamientos bélicos, especialmente la Segunda Guerra Sino-Japonesa y la guerra civil entre el Kuomintang, el partido político que dominaba las instituciones de la República, bajo el mando de Chiang Kai-shek, y el Partido Comunista de China.
Historia[]
Orígenes[]
En las últimas décadas del siglo XIX, la sensación de debilidad de la China imperial, agravada por las derrotas militares frente a las potencias extranjeras, como en las guerras del opio, llevó a muchos sectores de la pequeña burguesía china a plantear la necesidad de reformas políticas que permitieran a China lograr el desarrollo económico y social que habían alcanzado las potencias occidentales y, especialmente, Japón, país asiático al que muchos chinos veían como modelo a imitar.
Japón había logrado un desarrollo económico destacado tras la restauración Meiji, y muchos intelectuales defendían la necesidad de que la dinastía Qing, que gobernaba China, emprendiera también las reformas necesarias para avanzar hacia un modelo de monarquía constitucional, que permitiría mantener la tradición imperial adoptando al mismo tiempo un sistema político moderno, imprescindible para afrontar la revolución industrial y tecnológica en la que China se había quedado rezagada. Frente a estas corrientes, otros reformadores, más radicales, propugnaban la necesidad de derrocar a la dinastía Qing, a la que por su origen manchú muchos veían como una dinastía extranjera, y proclamar una república.