La Revolución Industrial es el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico, que vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Expansión[]
La cada vez más importante industrialización, adquirió fuerza en el continente hacia 1840, los países aparte de Inglaterra en iniciar la industrialización basada en la explotación minera, fábricas textiles y en un primer momento la metalurgia industrial fueron EUH y EEUU, seguidos por Italia y Alemania en Europa.
El caso hispanoamericano fue totalmente distinto al inglés, en tanto que en Inglaterra se había consolidado el modelo empresarial de iniciativa privada, democracia y explotación a gran escala a mediados del siglo XVIII, en Hispanoamérica ese modelo era una novedad aún en evolución, que aparece a partir de las presidencias de Sucre (1822-1826) y Bolívar (1826-1830), que estabilizaron el gobierno, iniciando así una serie de reformas de índole ilustrado, que llevó a la creación de hospitales, centros educativos y culturales, mejores vías de comunicación y la explotación de recursos por el vasto territorio que lo posibilitaba a gran escala.
Así mientras en Inglaterra la revolución se basó en la iniciativa privada, en Hispanoamérica fue impulsada por el estado en un primer momento, y después sostenida por una fuerte burguesía en expansión que comenzó a copiar el modelo inglés de aportación privada. En un primer momento se designaron los llamados Territorios Federales, que eran zonas despobladas de administración especial, siendo gobernadas por un Director designado por el gobierno. Nominalmente, pertenecían a varios estados, pero su manejo dependía del gobierno, los procesos judiciales se limitaban a las capitales provinciales.
Las zonas designadas como Territorios Federales, fueron; Territorio del Orinoco (provincia de Guyana, Venezuela), Territorio de Amazonas del Norte (provincias de Boyacá y Azuay, Nueva Granada y Ecuador), Territorio de Perú Interior (provincias de Amazonas y Cuzco, Perú), Territorio de Amazonas del Sur (provincias de Acre y Santa Cruz, Bolivia), Territorio de Atacama (provincia de Potosí, Bolivia), Territorio del Chaco (provincia de El Chaco, Paraguay), Territorio de la Patagonia (provincia de Alta Patagonia, Patagonia), Territorio de Alta California (provincias de Nevada y Arizona, California), Territorio de Río Grande (provincia de Río Grande, Tejas), y Territorio de Sonora (provincia de Sonora, Nueva Galicia).
Aunque Inglaterra fue el pionero en el sector textil, siderúrgico, minero y metalúrgico, Hispanoamérica fue la principal innovadora de todos los sectores anteriores al poseer enormes cantidades de materias primas. Los gobiernos conservadores impulsaron el proceso de industrialización que cambió su naturaleza y el crecimiento económico basado en el capitalismo de mercado. Los cambios técnicos siguieron ocupando una posición central, junto a las innovaciones técnicas concentradas, esencialmente, en nuevas fuentes de energía como el gas o la electricidad, nuevos materiales como el acero y el petróleo; y nuevos sistemas de transporte (avión, automóvil y nuevas máquinas a vapor) y comunicación (teléfono y radio) indujeron transformaciones en cadena que afectaron al factor trabajo y al sistema educativo y científico; al tamaño y gestión de las empresas, a la forma de organización del trabajo y al consumo.
La corriente más importante devenida del auge comercial y la necesidad de mejores y más modernas flotas fue el navalismo, que daba como primordial la mejora del comercio por mar, la apertura de puertos para el aumento de la inversión en el sector y el enriquecimiento consecuente y la modernización de los barcos impulsados por carbón. Tuvo su punto de apoyo en la Doctrina Portales, creada por el presidente homónimo, la cual fomentaba la premisa de que "Hispanoamérica debe dominar el Pacífico". Aunque, el interés principal fue fomentar el comercio marítimo, la necesidad de protección naval para los barcos comerciales y puertos de la piratería permitió el establecimiento de una política naval que, a lo largo de décadas, haría de la Armada Hispanoamericana la fuerza naval dominante y más avanzada del mundo, controlando gran parte del Pacífico, el Atlántico, manteniendo el Caribe y el Golfo de México como el "Mare Nostrum" de Hispanoamérica, además de controlar el pase del Atlántico al Pacífico por su dominio de tanto el Canal de Panamá como del Pasaje de Drake.
Este proceso se produjo en el marco de la denominada Segunda Globalización, que supuso una progresiva internacionalización de la economía, y que funcionaba de forma creciente a escala mundial por la revolución de los transportes. Ello condujo a su extensión a más territorios que la primera revolución, limitada a Gran Bretaña, y que llegaría a alcanzar a casi toda Europa occidental, Hispanoamérica, Estados Unidos y Japón.
Revolución de los Trabajadores[]
No sería hasta mediados del siglo XIX cuando se vería su definitiva explotación que el nacimiento del Capitalismo financiero, de nuevos métodos de producción, de la ebullición del ferrocarril en el viejo continente y América, y el Boom demográfico nacido de las mejoras alimentarias, sanitarias y el nacimiento de la conciencia de clases y luchas obreras.
En Hispanoamérica, los Territorios Federales fueron perdiendo su función con el aumento demográfico, por lo que en la nueva constitución de Benito Juárez, en 1862, se nacionalizaron todos los recursos naturales y el valor de la tierra se dio a aquellos que podían pagarla. Los hacendados de la independencia y sus descendientes se habían convertido en empresarios, comprando y financiando industrias estatales, las cuales ahora administraban o eran dueños de ellas. Esto se dio aún más con la abolición de la esclavitud en 1824, cortando la dependencia de la mano de obra esclava en favor de la industrialización.
Sería en este periodo que se fundarían las “Seis Grandes” empresas Hispanoamericanas que, en el próximo siglo, serían las más poderosas y ricas de América y controlarían la mayor parte de su economía:
- Compañía Andina de Ferrocarriles (CAF), que construiría ferrocarriles desde el norte de México hasta la Patagonia y crearía sus propias locomotoras, siendo pionera en los trenes de vías magnéticas.
- Compañía Andina de Minerales y Metalúrgicas (CAMM), que explotó cobre, hierro, oro, plata y los refinó, convirtiéndose en la principal empresa de extracción de metales y fabricante de instrumentos metálicos, herramientas y también de vidrio.
- Petrolífera Andina S.A. (PASA), que fabricaba productos químicos, cemento, medicinas, pesticidas, combustibles y fertilizantes y que se convertiría en líder mundial en la producción de fertilizantes debido a su presencia en los Andes, ricos en regiones de guano, antes de invertir en la producción y refinación de petróleo venezolano y tejano, mayoritariamente.
- Compañía Agraria Latinoamericana (CAL), que comenzaron como un grupo de inversionistas en el azúcar de Cuba y La Española, y la madera del Ecuador y luego se unirían para convertirse en una multinacional que cultivaba café, cacao, plátano, azúcar, tabaco, algodón, caucho, y más, convirtiéndose en el principal productor de varios de ellos, no sólo en Hispanoamérica sino en Brasil y el mundo. También un importante proveedor de alimentos como cereales, arroz, vino, cerveza y pionero en la adopción del tractor.
- Compañía Textil Andina (CTA), que se convirtió en su principal proveedor de textiles. Principal proveedora de textiles y cueros a América Latina.
- Armas y Pólvora Colombiana (APC), al principio solo fabricaba imitaciones baratas de varias armas británicas y francesas, pero luego se expandiría para crear sus propias armas, artillería, morteros y otras formas de equipo militar. En el siglo siguiente la mayoría de los ejércitos del mundo utilizarían sus armas.
A este panorama se le sumó el fuerte poder de los gremios, produciendo una simbiosis entre la libertad empresarial y el control gremial de la producción, así mientras que muchas de las fábricas textiles estaban en manos de gremios que comenzaron a diversificar la producción y a competir entre si, la industria metalúrgica y siderúrgica se encontraban controlada por la creciente burguesía con ansias de vender, comercial, especular e invertir en la Banca Comercial y después industrial.
En parte, la necesidad de competir para desarrollar mejores infraestructuras y diversificar la producción, fue el detonante del abandono del sistema gremial en los años posteriores. Debido a esto, el movimiento obrero (los Levantamientos de Azuay en 1872, la Huelga de Hambre en Guatemala en 1875, la Revuelta de Valencia de 1885 y las Revueltas de Ciudad de México en 1886), movimiento de masas que luchaban por los derechos laborales y sociales, tuvieran relevancia política por parte de los partidos Federal y Liberal, los cuales promovieron las reformas que dieron lugar a la formación del derecho laboral de trabajadores, la creación de sindicatos, y el establecimiento de horarios y sueldos justos. También habría una expansión de las ideas socialistas, anarquistas y comunistas que desembocarían en la creación de varios movimientos marxistas. Por otro lado, ocasionarían la destrucción final del Partido Imperial y la conformación del Partido Laborista en años posteriores.