Historia Alternativa
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En 1792, Sofía y su hermana {{W|María del Reino Unido (1776-1857)|María}} empezaron a participar en más actividades con su familia. A los 14 años, Sofía apareció por primera vez en la corte en el cumpleaños de su padre, el 4 de junio de 1792. Según el biógrafo Christopher Hibbert, Sofía era una «[[chica encantadora, aunque malhumorada. Era guapa, delicada y apasionada]]». Tal como le había pasado durante su infancia, Sofía continuó siendo muy considerada con su padre aunque a veces la exasperara. Escribió que «''el querido rey es siempre amable conmigo y no hay palabras para describir cómo se lo agradezco''».
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En 1792, Sofía y su hermana {{W|María del Reino Unido (1776-1857)|María}} empezaron a participar en más actividades con su familia. A los 14 años, Sofía apareció por primera vez en la corte en el cumpleaños de su padre, el 4 de junio de 1792. Según el biógrafo Christopher Hibbert, Sofía era una «''chica encantadora, aunque malhumorada. Era guapa, delicada y apasionada''». Tal como le había pasado durante su infancia, Sofía continuó siendo muy considerada con su padre aunque a veces la exasperara. Escribió que «''el querido rey es siempre amable conmigo y no hay palabras para describir cómo se lo agradezco''».
   
 
Antes de 1788, el rey Jorge había dicho a sus hijas que las llevaría a {{W|Hanóver}} para que encontrasen maridos adecuados; a pesar de que Sofía tenía sus dudas debido a los matrimonios infelices de sus hermanas. El rey afirmó: «''No puedo negar que siempre he deseado que ninguna de ellas se casara: me siento feliz en su compañía y no deseo ni la más mínima separación''». El rey había sufrido su primer ataque de locura ese mismo año, cuando Sofía tenía 11 años. La princesa escribió sobre el comportamiento del padre: «''Se muestra siempre muy afectuoso y amable conmigo pero a veces su amabilidad es exagerada y eso me asusta mucho''».
 
Antes de 1788, el rey Jorge había dicho a sus hijas que las llevaría a {{W|Hanóver}} para que encontrasen maridos adecuados; a pesar de que Sofía tenía sus dudas debido a los matrimonios infelices de sus hermanas. El rey afirmó: «''No puedo negar que siempre he deseado que ninguna de ellas se casara: me siento feliz en su compañía y no deseo ni la más mínima separación''». El rey había sufrido su primer ataque de locura ese mismo año, cuando Sofía tenía 11 años. La princesa escribió sobre el comportamiento del padre: «''Se muestra siempre muy afectuoso y amable conmigo pero a veces su amabilidad es exagerada y eso me asusta mucho''».

Revisión actual - 21:44 11 ene 2015

Sofía del Reino Unido
Reina consorte de Quito
Historia Alternativa: [[{{{historia}}}]]
Sofía del Reino Unido (Quito, 1809)
La reina, retratada en 1825 por Thomas Lawrence.
Reinado
3 de octubre de 1819 - 27 de mayo de 1848
Predecesor Cargo vacante
Sucesor Enrique de Prusia
Información personal
Nombre secular Sofía Matilde de Hanóver y Mecklemburgo-Strelitz
Otros títulos Princesa del Reino Unido
Duquesa de Mecklemburgo-Strelitz
Princesa consorte de Quito (1811-1819)
Coronación 1 de marzo de 1820
Nacimiento 3 de noviembre de 1777
Palacio de Buckingham, Londres
Fallecimiento 27 de mayo de 1848 (70 años)
Palacio de La Alameda, Quito
Sepultura Cripta real, Quito
Familia
Casa real Casa de Hannover
Padre Jorge III del Reino Unido
Madre Carlota de Mecklemburgo-Strelitz
Hijos Véase Matrimonio y descendencia
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Sofía del Reino Unido (Londres, 6 de noviembre de 1777 – Quito, 27 de mayo de 1848) fue una princesa de la familia real británica, decimosegundo hijo del rey Jorge III del Reino Unido y de su esposa, la reina Carlota, nacida duquesa de Mecklemburgo-Strelitz. Por su matrimonio con Francisco I de Quito, fue además reina consorte de ese país entre 1819 y 1848.

Biografía

Durante su juventud, Sofía fue más allegada a su padre, quien prefería a las hijas sobre los hijos, así como por el hecho de que tanto ella como sus hermanas tenían miedo de su propia madre. Las princesas fueron bien educadas aunque criadas en una casa de carácter extremadamente rígido.

A pesar de que no le gustaba la idea de casar a sus hijas, el rey Jorge tenía ya expresada la intención de encontrar maridos adecuados para ellas cuando tuviesen la edad suficiente. Sin embargo, los frecuentes ataques de locura que el rey sufría junto a los deseos de la reina de que sus hijas fuesen sus compañeras hasta el fin de su vida impidieron que los potenciales candidatos cortejasen a las princesas. Como resultado, tanto Sofía como sus hermanas, a excepción de la princesa Carlota crecieron aisladas del mundo en la casa de su madre, a la que constantemente se referían como «convento».

Durante sus primeros años de juventud existieron rumores de que Sofía se había quedado embarazada de sir Thomas Garth, un escudero de su padre, y que dio a luz a un hijo ilegítimo en verano de 1800. Aparecieron rumores también de que la propia Sofía había sido víctima de una violación de parte de su hermano mayor, el duque de Cumberland, que era muy impopular. Los historiadores mantienen una postura divergente en cuanto a la veracidad de estas historias, ya que algunos creen que la princesa dio a luz al hijo de Thomas Garth y otros consideran que los rumores fueron una invención de los enemigos políticos de la familia real.

Primeros años

La princesa Sofía nació en el palacio de Buckingham, en Londres, el 3 de noviembre de 1777 y fue el decimosegundo hijo de sus padres. Su padre, Jorge III, era el rey de Gran Bretaña, hijo a su vez del príncipe Federico Luis de Gales y la duquesa Augusta de Sajonia-Gotha. Su madre era la reina Carlota de Mecklemburgo-Strelitz. Tras el nacimiento de Sofía, el rey Jorge se aseguró de que sus hijos más pequeños recibieran dinero del Estado a través de una norma adoptada por el parlamento, en la que se estableció que Sofía y sus hermanas mayores recibirían unos ingresos anuales de 6000 libras tanto si se casaban como tras la muerte del rey.

La princesa fue bautizada el 1 de diciembre de 1777 en la Gran Cámara del consejo del palacio de St. James por Frederick Cornwallis, arzobispo de Canterbury. Sus padrinos fueron el príncipe Augusto de Sajonia-Gotha-Altenburgo, su primo en segundo grado; Filipina Carlota de Prusia, la duquesa de Brunswick-Wolfenbüttel y prima en tercer grado; y Luisa Federica de Württemberg, duquesa de Mecklemburgo, esposa de su primo en segundo grado. Todos fueron representados en la ceremonia por parientes próximos.

La casa real británica era muy seria y formal, incluso en su vida privada; por ejemplo, cuando el rey entraba en una sala sus hijas tenían que levantarse, mantenerse en silencio hasta que se dirigiese a ellas y no podían salir sin autorización. La reina Carlota intentaba ahorrar de donde podía: las princesas usaban vestidos hechos en el campo al ser más baratos, y comían comidas sencillas.

Los primeros años de la princesa se centraron en su educación, siendo Charlotte Finch la aya de la princesa y de todos sus hermanos. Siguiendo el mismo modelo de educación recta que había practicado con los mayores, Finch, con la ayuda de sus ayudantes escogidas por la propia reina Carlota, contrató a tutores especialistas que les daban clases de inglés, francés, música, arte y geografía. Sofía y sus hermanas también tenían permiso para practicar deporte y jugar con sus hermanos; además de que no se les prohibió el teatro, e incluso llegaron a actuar en obras especiales solo para niños. La reina intentaba utilizar el tiempo libre de las princesas en favor de su educación.

La primera aparición pública de Sofía se produjo cuando la princesa acompañó a los padres y a los hermanos mayores a una conmemoración en honor a Georg Friedrich Händel, realizada en la abadía de Westminster el 26 de mayo de 1784.

Al contrario de lo que sucedía en aquella época, el padre de Sofía estuvo siempre muy presente durante sus primeros años de vida y prefería sus hijas a sus hijos. Siempre que podía, el rey estaba presente en los cumpleaños de las princesas y en otros momentos especiales y se mantenía informado sobre los progresos de las hijas en las clases. Un amigo de la familia le dijo una vez: «Nunca vi a niños más adorables, ni tuve una visión tan agradable como la adoración que el rey sentía por ellas». Por otra parte, la reina Carlota era temida por sus hijas y, según el historiador real A.W. Purdue, no era una «madre benévola».

Edad adulta

En 1792, Sofía y su hermana María empezaron a participar en más actividades con su familia. A los 14 años, Sofía apareció por primera vez en la corte en el cumpleaños de su padre, el 4 de junio de 1792. Según el biógrafo Christopher Hibbert, Sofía era una «chica encantadora, aunque malhumorada. Era guapa, delicada y apasionada». Tal como le había pasado durante su infancia, Sofía continuó siendo muy considerada con su padre aunque a veces la exasperara. Escribió que «el querido rey es siempre amable conmigo y no hay palabras para describir cómo se lo agradezco».

Antes de 1788, el rey Jorge había dicho a sus hijas que las llevaría a Hanóver para que encontrasen maridos adecuados; a pesar de que Sofía tenía sus dudas debido a los matrimonios infelices de sus hermanas. El rey afirmó: «No puedo negar que siempre he deseado que ninguna de ellas se casara: me siento feliz en su compañía y no deseo ni la más mínima separación». El rey había sufrido su primer ataque de locura ese mismo año, cuando Sofía tenía 11 años. La princesa escribió sobre el comportamiento del padre: «Se muestra siempre muy afectuoso y amable conmigo pero a veces su amabilidad es exagerada y eso me asusta mucho».

El rey volvió a dar señales de locura en 1801 y 1804, lo que atrasó las conversaciones sobre los matrimonios de las hijas. El asunto del matrimonio aparecía muy raramente y la reina Carlota temía hablar de ello, pues era un tema que siempre preocupaba al rey, y la conversación le llevaba a padecer nuevos ataques de locura. Además, la reina, que se sentía frágil por la enfermedad del marido, quería que las hijas se quedaran cerca de él.

Como resultado, y al igual que la mayoría de sus hermanas, la princesa Sofía se vio obligada a vivir en compañía de su madre. Las princesas no tenían permiso para mezclarse con personas que no pertenecieran a la corte real y rara vez se cruzaban con hombres, con excepción de los pajes, los escuderos o los criados. Estaban vigiladas constantemente y se quejaban con frecuencia de vivir en un «convento». Para entretenerlas, la reina les leía sermones y las princesas hacían bordados. En una ocasión, Sofía escribió que pasaba «un aburrimiento de muerte (...) ojalá tuviera un canguro».

La princesa Carlota fue la única hija del rey que se pudo casar cuando era relativamente joven; las otras tenían sus pretendientes, pero la reina impedía que se acercaran a sus hijas. La mayoría de las hermanas querían tener marido e hijos, y muchas veces pedían ayuda a su hermano Jorge, al que se sentían muy unidas, para que les encontrara marido, les ayudara a casarse con sus amantes o para que les diera permiso para vivir fuera de la casa de la madre.

En una ocasión, Sofía, agradecida por la ayuda del hermano, le escribió en tono de broma: «Me pregunto por qué no votas una ley que nos meta a todas en un saco para que nos ahoguemos en el Támesis». Antes de que Jorge asumiera la regencia tenía poco poder sobre el futuro de sus hermanas, y cuando la asumió en 1811, aumentó de inmediato los ingresos para Sofía y sus hermanas de 10.000 a 13.000 libras, e hizo que participaran más en sociedad. La reina Carlota se sintió ultrajada y el príncipe regente tuvo que reconciliar a las hermanas y a la madre para que estas pudieran tener más independencia.

Matrimonio y descendencia

Rey Francisco I de Montúfar (Quito, 1809)

Francisco I de Quito, esposo de Sofía.

El matrimonio de la princesa Sofía fue arreglado entre los reyes Juan Pío de Quito y Jorge III del Reino Unido, y se concertó como parte de la política británica que garantizaría la ayuda de los quiteños para concretar sus propósitos en Sudamérica. A pesar de que el monarca inglés se negaba a que sus hijas menores contrajesen matrimonio, pues en medio de sus delirios de locura deseaba que le acompañen en su vejez, debió consentir la boda de su doceava vástaga.

La ceremonia anglicana se llevó a cabo por poderes en la capilla del Castillo de Windsor, de Londres, el 17 de agosto de 1811. Cuando la princesa llegó a Quito, en febrero del 1812, se realizó una boda católica en la Catedral de la capital. La pareja se estableció en el Palacio de Montúfar, y la princesa quedó embarazada casi de inmediato.

Si bien en un inicio el matrimonio fue celebrado por interés político, y era conocido que los príncipes no se habían sentido satisfechos con la elección, si se profesaban comprensión y respeto mutuo. Con el acuerdo ambos salían beneficiados, por un lado Sofía fue capaz de escapar del entorno opresivo de la casa de su madre al mudarse a Quito con su marido, y a su vez, Francisco ganó muchas ventajas al convertirse en aliado con la familia real británica.

El matrimonio entre Francisco y Sofía engendró tres hijos, de los cuales únicamente el primero llegaría a la edad adulta, aunque de todas formas murió sin descendencia a la edad de 32 años, lo que desencadenaría el inicio de la llamada Crisis de Sucesión Montúfar.

Últimos años

La muerte de la pequeña Carlota, acaecida en 1819 cuando apenas tenía cinco años de edad, devastaría las buenas relaciones del matrimonio de sus padres. Cuando Francisco ascendió al trono pocas semanas después, tomó varias amantes en una costumbre que se extendió a lo largo de los años. Sofía, por su parte, mantuvo su dignidad lo mejor posible y se retiró a la hacienda Chillo-Compañía para criar a su hija Teresa, que a los 17 años (1834) moriría de leucemia al igual que la primera. Esta segunda tragedia familiar terminó por alejar completamente a la reina de la Corte, haciendo cada vez menos apariciones en público, y saliendo únicamente con la compañía de su único hijo sobreviviente, Juan Pío.

En 1843 la reina había negociado el matrimonio de su hijo con la princesa Augusta Carolina de Cambridge, quien era hija de su hermano Adolfo de Cambridge con la princesa Augusta de Hesse-Kassel. La muerte del príncipe Juan Pío un año después daría por terminado el acuerdo, y la princesa terminaría desposándose con Guillermo de Macklemburgo-Strelitz.

Muerte

Cuando la reina murió en 1848, a la edad de 70 años, Francisco ordenó pomposos funerales y su féretro fue cubierto por las banderas de Quito y el Reino Unido. A pesar de haberse alejado de su esposa, el rey lamentó profundamente su muerte, llegando a escribirle un poema en el que profesaba que de no haber sucumbido al dolor de la muerte de la pequeña Carlota, y tomado las sucesivas amantes que tuvo, Sofía habría sido el amor de su vida pues nadie volvió a entenderle y aconsejarle como ella.